Muestra de pinturas de Milo Lockett
16 de Abril de 2008 19:57
Por Redacción 0223
PARA 0223
Es chaqueño, autodidacta, revelación en arteBA 2006 y vendedor número uno de obras en la edición 2007. Milo Lockett, ex industrial textil, dice que no quiere trabajar para elites: expone y da clases en escuelas y talleres para chicos de comunidades nativas del norte del país. Así se presenta el artista plástico que inaugurará su muestra de pinturas el sábado 19 a las 18 en el foyer del Teatro Auditorium. Es chaqueño, autodidacta, revelación en arteBA 2006 y vendedor número uno de obras en la edición 2007. Milo Lockett, ex industrial textil, dice que no quiere trabajar para elites: expone y da clases en escuelas y talleres para chicos de comunidades nativas del norte del país. Así se presenta el artista plástico que inaugurará su muestra de pinturas el sábado 19 a las 18 en el foyer del Teatro Auditorium.
Milo Lockett tiene 39 años y aunque su reconocimiento en los últimos años lo trajo a las grandes ciudades prefiere vivir en su Resistencia natal junto a su familia. Va y viene, pero el taller lo tiene allá. Pinta allá. Su vida de artista con rúbrica comenzó hace siete años, cuando decidió dejar atrás su fábrica textil para dedicarse a la pintura.
Milo Lockett es autodidacta, y sus referentes comienzan con Jorge de la Vega, pasando por la nueva figuración con Macció, Deira y Yuyo Noé, que le parece el más lúcido e intelectual; también gusta mucho de Berni. Entre los artistas más cercanos a su generación, comparte ideas con Diana Aizemberg, Marina Di Caro, Tulio de Sagastizábal y Manuel Alvarez. De su provincia dice que no tiene ningún referente, pero con Rolando y Dante Arias compartió y vivió muchas aventuras artísticas. “En todas las provincias sucede lo mismo; el arte sigue centralizado en Buenos Aires. No es lo mismo para un chico crecer con el arte del Museo Nacional de Bellas Artes que con el de un museo provincial.
Para Milo, una cosa es la formación y otra la información. Piensa que muchas personas creen que formándose en escuelas de arte se vuelven artistas: “La formación es la diaria, el contacto visual, la persona que es artista plástica tiene una mirada distinta, así como el músico escucha diferente: tener oído musical no es lo mismo que ser profesor de música”.
Para ver la obra de Milo no hay que ser experto: la entiende y le gusta tanto a un intelectual como a la gente que pasa por la calle. El soporte en papel es uno de los preferidos; le resulta interesante el trabajo producido y es cómodo para viajar con las obras, una de sus actividades principales.
La imagen que compone desde hace muchos años no es pretenciosa ni solemne: su obra podría considerarse dentro de la línea de arte primario, cercana al art brut. “A veces me relaciono con pintores salvajes, como los alemanes de la década del ochenta; a veces me comparo con Basquiat”, se define.
Milo se desenvuelve entre una costa y la otra, y recorre muchos kilómetros para formar a los chicos. Aunque sabe que no le corresponde cargar solo con una solución, una respuesta, su mayor preocupación es no perder esa mirada. “En este tipo de proyectos uno queda siempre en el medio porque no soy el Estado ni pertenezco a la comunidad, pero en realidad todos pertenecemos al mismo caos” y agrega “me gustaría no convertirme en una firma que vale sólo por eso; me gustaría poder ayudar, y eso ya me pasa”.
AUTOR / FUENTE: www.0223.com.ar
Milo Lockett tiene 39 años y aunque su reconocimiento en los últimos años lo trajo a las grandes ciudades prefiere vivir en su Resistencia natal junto a su familia. Va y viene, pero el taller lo tiene allá. Pinta allá. Su vida de artista con rúbrica comenzó hace siete años, cuando decidió dejar atrás su fábrica textil para dedicarse a la pintura.
Milo Lockett es autodidacta, y sus referentes comienzan con Jorge de la Vega, pasando por la nueva figuración con Macció, Deira y Yuyo Noé, que le parece el más lúcido e intelectual; también gusta mucho de Berni. Entre los artistas más cercanos a su generación, comparte ideas con Diana Aizemberg, Marina Di Caro, Tulio de Sagastizábal y Manuel Alvarez. De su provincia dice que no tiene ningún referente, pero con Rolando y Dante Arias compartió y vivió muchas aventuras artísticas. “En todas las provincias sucede lo mismo; el arte sigue centralizado en Buenos Aires. No es lo mismo para un chico crecer con el arte del Museo Nacional de Bellas Artes que con el de un museo provincial.
Para Milo, una cosa es la formación y otra la información. Piensa que muchas personas creen que formándose en escuelas de arte se vuelven artistas: “La formación es la diaria, el contacto visual, la persona que es artista plástica tiene una mirada distinta, así como el músico escucha diferente: tener oído musical no es lo mismo que ser profesor de música”.
Para ver la obra de Milo no hay que ser experto: la entiende y le gusta tanto a un intelectual como a la gente que pasa por la calle. El soporte en papel es uno de los preferidos; le resulta interesante el trabajo producido y es cómodo para viajar con las obras, una de sus actividades principales.
La imagen que compone desde hace muchos años no es pretenciosa ni solemne: su obra podría considerarse dentro de la línea de arte primario, cercana al art brut. “A veces me relaciono con pintores salvajes, como los alemanes de la década del ochenta; a veces me comparo con Basquiat”, se define.
Milo se desenvuelve entre una costa y la otra, y recorre muchos kilómetros para formar a los chicos. Aunque sabe que no le corresponde cargar solo con una solución, una respuesta, su mayor preocupación es no perder esa mirada. “En este tipo de proyectos uno queda siempre en el medio porque no soy el Estado ni pertenezco a la comunidad, pero en realidad todos pertenecemos al mismo caos” y agrega “me gustaría no convertirme en una firma que vale sólo por eso; me gustaría poder ayudar, y eso ya me pasa”.
AUTOR / FUENTE: www.0223.com.ar
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