Peñarol-Quilmes: Cien historias que merecían ser contadas

Entre mil obligaciones, Ariel Greco se tomó un tiempo y se acercó a 0223 para hablar del libro y muchas cosas más. (Foto: 0223)

10 de Octubre de 2013 10:08

Por Redacción 0223

PARA 0223

Por Sebastián Lisiecki

Siempre se dice que no hay que mirar el pasado y que lo importante es el presente y apuntar al futuro. En este caso, atrás quedaron cosas muy interesantes que valían la pena ser contadas. Entonces, se dio el curioso caso que, en la previa del clásico 101, en el reencuentro de Peñarol y Quilmes en la Liga Nacional de Básquetbol, se hablara más de lo que había ocurrido en los 100 cruces anteriores. Y eso pasó, porque en la semana previa al Superclásico, el marplatense Ariel Greco presentó el libro “Cien Clásicos, Cien Historias”, que retrata un centenar de anécdotas que dieron y darán que hablar del mejor partido que puede ofrecer el básquet argentino.

El periodista de Página 12 se acercó a 0223 y habló de todo, en algo que comenzó como una entrevista y fue mutando a una charla, en la que contó no sólo del libro, sino la influencia del destino para que hoy sea un comunicador y no ingeniero aeronáutico, el rol que cumplen los medios en la actualidad y, por supuesto, una y mil historias de los Peñarol-Quilmes, Quilmes-Peñarol.

-¿Cómo surgió la idea de escribir un libro?

-Tiene dos partes la historia. Mi papá (Fernando) escribió un libro sobre los pescadores de Mar del Plata focalizado en mi abuelo, que se llamaba “Chico Mazzacristo” que era como le decían a mi abuelo y cuando él escribió eso yo vivía acá y lo viví muy de cerca, porque lo ayudaba con las correcciones. Yo ni idea todavía de estudiar periodismo, pero siempre me quedó la idea de cómo había hecho para rastrear, el hecho de ir con cada familiar, tíos mayores que todavía vivían, para contar la historia desde los orígenes en mil ochocientos y pico en Italia y llegar hasta 1970 más o menos, que era el libro lo que resumía.

-Sabías que querías alguna vez escribir algo pero ni siquiera sabías de qué

-Claro. Yo dije “en algún momento quiero hacer algo parecido” y además en ese momento no tenía pensado hacer nada relacionado al periodismo. Me fui a estudiar Ingeniería Aeronáutica a La Plata, estaba cursando Mecánica Racional que es una materia filtro, y allá son materias cuatrimestrales, sin final, si no aprobás, recursás. Y por el régimen de correlativas podía cursar una materia y al otro cuatrimestre otra, entonces me quedaba mucho tiempo libre, me bancaban mis viejos, no trabaja nada y me anoté en Deportea en Buenos Aires, poruqe siempre me había gustado el deporte. Viajaba tres veces por semana, no era una carrera que demandara demasiado estudio y aprovechaba los viajes para leer los apuntes de la facultad. 

Hasta ahí, todo normal. Un estudiante con tiempo libre que agregaba una carrera como hobby para hacer algo que le gustaba. Pero en el momento que iba a retomar con más fuerza ingeniería, hubo un llamado que cambió los planes y que lo terminó inclinando definitivamente al periodismo. “El primer año lo llevé bien, me vine de vacaciones a Mar del Plata y cuando me estaba por volver a La Plata, para retomar Ingeniería y aflojar un poco con periodismo, en febrero de 1998, Daniel Lagares, que era mi profesor de taller, era el director de deportes de Página 12, y me llamó por teléfono para decirme que sacaban un suplemento nuevo y que yo era uno de los elegidos entre los cuatro que iban a incorporar”, recuerda Greco.

-¿Cómo repercutió eso en tu familia? No sería fácil que dejaras una carrera como ingeniería por el periodismo

-Yo estaba con la cabeza en que volvía a La Plata a retomar Ingeniería, así que se armó un lío familiar. Mi vieja me decía “vos vas a abandonar la carrera, cómo vas a hacer para trabajar”. Pero el destino terminó jugando de los dos lados: en la primera tanda de parciales de ingeniería no aprobé nada, mientras que en el diario, en la primera semana de trabajo, se venía la carrera de Fórmula 1 en Argentina y corría Esteban Tuero. Por otro de mis jefes (Pablo Vignone) que es especialista en automovilismo, consigo hablar con Tuero y sale mi primera nota firmada en el diario y la contradicción de mi vieja que por un lado me decía “cómo vas a abandonar” y por el otro andaba con la nota mostrándosela a todo el mundo, orgullosa. Entonces ahí no hubo vuelta atrás, con los parciales aprobados y la realidad de que cada vez era más difícil hacer las tres cosas a la vez, me decidí directamente por esto, en el diario me efectivizaron y ya los últimos meses de carrera los hice viviendo en Buenos Aires, porque había estado un año y medio que iba y volvía todos los días.

-¿Venías de una familia de básquet? ¿Ibas de chico a la cancha?

-No eramos amantes del básquet, se dio que Peñarol empezó a jugar, fuimos a verlo y nos encantó. Se podía dar que se jugara al vóley e íbamos a ir a ver vóley, pero fue básquet y nos encantó con mi viejo. El fútbol en ese momento habían terminado la etapa de los Nacionales (1988/89), entonces empezamos a ir al Súper Domo a ver a Peñarol e íbamos a Once Unidos, cuando Quilmes jugaba partidos importantes, venía el “Loco”Montenegro con Estudiantes de Bahía, el “Pichi” Campana con Club Banco de Córdoba. No había ese choque de si voy a ver a uno no puedo ir a ver al otro, después cuando entré en el diario como no había nadie que se ocupara, si bien no una dedicación exclusiva por los pocos que éramos, sí mantenerme cerca, cuando jugaba la Selección ir a cubrirla.

-¿Y el libro de Peñarol-Quilmes cómo se te ocurrió?

-Cuando surge que se jugaba el clásico 97, 98, me doy cuenta que el final de una temporada terminaba en número redondo (al final fue la que Quilmes se terminó yendo al TNA), entonces se me ocurrió son cien clásicos, puedo contar una historia por clásico y así surgió. Enseguida quedó por afuera la idea de contar una historia de cada partido, porque había algunos en los que no pasaba nada, sobre todo en la última etapa, que jugaban Peñarol favorito, ganaba por 10 puntos, un partido relativamente controlado. Hay como diez, doce, que tienen el mismo esquema, y por el otro lado, hay clásicos que tienen siete, ocho historias, que fluyen, desde el primero con lo que significaba el primer duelo.

-Pasó de ser una historia de cada clásico a cien de los clásicos

Es una idea que fue cambiando sobre la marcha y yo mismo me decía “no me tengo que acotar yo” y lo fui adaptando pero manteniendo el formato de cien historias. Y me fui encontrando con historias extradeportivas que eran quizá más atrapantes que los partidos mismos. La primera historia es la que resume un poco lo que es el clásico. Son las hermanas “Porota” y “Chola” Giachino, una a poco de cumplir 103 años y la otra fallecida en julio a tres meses de festejar los 101. La mayor estaba casada con Américo Gutiérrez, socio fundador de Peñarol y seis veces presidente del club. Hoy la sede “milrayitas” lleva su nombre. “Chola”, por su parte”, se casó con Juan Pedro Duhalde, socio fundador de Quilmes, padre de Horacio que fue dos veces presidente del “tricolor” y la nieta de ellos está casada con Eduardo Dominé, ídolo “cervecero” en la Liga Nacional. Es impresionante como uno de los emblemas de Peñarol como Américo Gutiérrez, está conectado con uno de los símbolos de Quilmes como Dominé.

La idea era, además de ofrecer números, contar cosas que la gente no supiera

Cuando imaginé el libro yo pensaba el lector qué va a querer saber, quién ganó, cuántos puso hizo tal o cual jugador, no era tan atractivo, entonces es desarticular un poco. Están las estadísticas en el libro, las cien síntesis, hay historias que reflejan partidos, la máxima diferencia de uno y otro, juegos que tuvieron condimentos especiales, pero la idea es un poco esta, contar historias. hay muchas familias que son todos de Peñarol y un hermano salió de Quilmes, que en una pareja uno es de un equipo y el otro del otro, a todos nos cruza el clásico y esto los reúne y cada uno se va a sentir identificado con esto. Entonces estaba bueno para romper el hielo la historia de las hermanas Giachino y después sí, meterme un poco en cómo eran los clubes antes de la Liga Nacional. Porque hoy el poderoso es Peñarol, pero antes el club más fuerte era Quilmes, el rival a vencer en los torneos marplatenses era Quilmes y Peñarol era un club de barrio que no tenía muchos jugadores grandes, ni siquiera era clásico, porque el clásico de Quilmes era Kimberley o Sporting, por cercanía y por poderío basquetbolístico. 

-¿Cuándo cambia eso?

-El antecedente pasa a ser la final de 1979, cuando los dos ya traen extranjeros, con la “Araña” Holloway como protagonista decisivo en el “milrayitas” para ganarle en el tercer juego en Sporting y poner la semilla para lo que terminó siendo este clásico. Después, hay mucha anécdota, mucho testimonio de personaje que hace que uno bucee más y cada vez aparezcan más cosas. Entonces hay que frenar, salir a la superficie.

-El libro se iba a presentar en marzo del año pasado, ¿qué pasó?

-La idea era que el libro se presente con la nueva temporada en el 2012. Primero se frena por el descenso de Quilmes, eso significaba un golpe porque la idea del libro era que quedaran en los clásicos, no se iban a enfrentar, perdía fuerza. El tema laboral mío también se complicaba. Esto fue totalmente por afuera, demandaba tiempo y lo que primero iba a ser un trabajo de archivo, cada vez me iba encontrando con mejores cosas. Hablaba con De La Fuente y me decía “en ese partido pasó tal cosa” y empezaba otra búsqueda, había que hablar con alguien que no tenía pensado, porque originalmente creía que iba a hablar con los máximos referentes. 

-Hablar con los ‘conocidos’ es fácil, pero hay jugadores que deben ser difíciles de rastrear

-Sí, porque a los que están ligados al básquet los encontraba siempre en Buenos Aires cuando iban a jugar en otros clubes o cómo técnicos, pero algunos se alejaron de la actividad y viven en ciudades del interior que los hace difícil de encontrar. Después hay muchas historias de los extranjeros, por lo locos que eran o por las bromas que le hacían los nacionales.

-Hablaste con protagonistas y periodistas, ¿tuviste la colaboración de la prensa marplatense?

-Hubo un gran aporte de Sebastián Arana y Marcelo Solari y, de hecho, a Marcelo lo termino eligiendo para escribir el prólogo, porque cuando yo empiezo a cubrir básquet, coincidimos en una Copa Argentina en Bahía Blanca, lo encuentro y el trato que tuvo conmigo, de no conocerme, sin ninguna obligación, me invitó a comer, nos pusimos a hablar y de ahí surgió. Yo los había leído de chico, ellos son muchos más grandes que yo (risas), Sebastián me pasa una gran parte del archivo de las estadísticas que tenía de los clásicos para yo seguir con las cien fichas, porque encontrar las de ahora es fácil, pero las síntesis de los primeros partidos y después me permitieron ir al diario a buscar en el archivo cada vez que pude venir, Bernardo Rolón lo mismo y así todos. Incluso hay historias de los periodistas, Daniel Machiarolli de cosas que pasaron en el Súper Domo, Luis Carlos Secuelo de una transmisión que nunca salió. La verdad que el apoyo de los colegas fue enorme, contando historias y pasando teléfonos.

-¿Te quedaron historias afuera? ¿Existe la posibilidad de una segunda edición quizá con los 200 clásicos?

-Hay una historia que la terminé metiendo sobre el cierre. Vine a Mar del Plata a terminar de arreglar las cosas de la presentación del libro cuando ya estaba terminado en la computadora y en la cabeza, pero no lo habíamos llevado a la imprenta, lo tenía la diagramadora. Me junté con Juan Pablo Sánchez, que habíamos hablado mil veces por teléfono, pero nunca nos vimos personalmente y en el medio de la charla me cuenta una historia de una fiesta de disfraces que habían hecho previa a un clásico, con sus mujeres y demás. Apenas salgo llamo a la diagramadora, le pregunto si existía la posibilidad de hacer un cambio, me dijo que si era de la misma extensión que la que sacaba no había problema y la armé y se la mandé. Y terminó saliendo una que está muy buena, pero que no tenía nombres reales porque me pidieron que no los ponga, entonces decidí sacar esa. Después hubo cosas que no terminé escribiendo porque ya tenía las cien historias. Si alguna vez puedo llegar a escribir una segunda parte no lo sé, no cierro las puertas pero habrá que ver, quizá la historia de los clubes en la Liga, la verdad que hoy pienso en disfrutar este y más adelante se verá.

-No es barato publicar un libro, ¿recibiste algún apoyo para hacerlo?

-Tuve la mejor predisposición de los clubes, incluso los nombro a Alejandro Amoedo por Peñarol y Daniel Cotignola por Quilmes, en el hecho de facilitarme todo lo que es la logística, fecha, condiciones en las que se jugaba el clásico. Pero apoyo económico no. Me acerqué a los clubes, le di a varios empresarios de acá una carpeta y el único que hace un aporte es uno de los sponsors de los dos clubes (Bonano). Incluso el libro, terminó siendo logístico el apoyo de la editorial en sí. Es gente amiga, está todo bien, pero económicamente ellos no lo podían sacar, ellos lo podían publicar el año que viene, pero a mí no me servía. Entonces ellos me dijeron que me ayudaban con la imprenta, con la logística, pero no económicamente como era originalmente. Si al libro le va bien a mí me conviene y si le va mal yo asumo los riesgos.

-Tuvo mucha difusión el libro, no sólo acá, sino en otros medios del país

-Estoy muy agradecido por la difusión que se le ha dado al libro, por la cantidad de gente que fue a la presentación, los periodistas, me han sacado en un montón de radios, me llaman para hacer notas en diferentes medios sobre el libro y no sólo en Mar del Plata, entonces eso está bueno también. Se comunicó un chico de Uruguay a través de Facebook a ver cómo se lo podía hacer llegar. Y también la posibilidad, siendo periodista en Buenos Aires, tener la chance de teniendo amigos en las agencias de noticias, mandarlo y que ellos lo publiquen, que automáticamente llega a todo el país. La predisposición de la gente de la jefatura de prensa de Quilmes y de Peñarol que enseguida le dieron difusión, pero otro apoyo no, de marketing de la Liga Nacional no respondieron un mail, después con el trabajo terminado sí, a través de Maxi Bertollino publicó la gacetilla y demás. Pero en la previa fue todo a pulmón

Su trabajo en Página 12

Ariel Greco es uno de los editores de la sección deportes del diario Página 12, un medio que justamente no se destaca por darle mucha trascendencia a la información deportiva. 

-¿Cómo vive eso un periodista deportivo?

-Te acostumbrás. Se dio una particularidad, cuando yo entré en el 98 teníamos una sección fuerte en deportes, con un suplemento grande los lunes, con bastante personas. Pero a medida que se fue yendo gente, que no se reponía y fuimos quedando menos, sabés que no podés, tenés que llenar las páginas y así es la rutina. Por eso también ver la posibilidad de qué puedo hacer por afuera, saber que ese es mi trabajo, lo que me da de comer, pero es así. Por ejemplo, coberturas es muy difícil hacer por cantidad de gente. El sábado la sección la hacemos un pasante y yo, entonces yo estoy mirando el partido de la noche mientras voy editando otra cosa, que arranqué a la tarde escribiendo Del Potro y la clasificación del TC 2000. Sí los domingos con el suplemento y que estamos todos tiene más lugar. Lo que sí nos da es mucha libertad de que nosotros marcamos un poco nuestra agenda. Si yo quiero sacar algo, lo produzco y lo ponemos, no tenemos problema por eso. Al último mundial no fuimos, entonces cómo te da poco, exige poco.

-Es un diario politizado, hoy identificado con el oficialismo. Leí algunas críticas tuyas a Julio Grondona y, de alguna manera, es socio del gobierno con el Fútbol Para Todos. ¿Hay alguna bajada de línea para no ‘pegarle’ a determinados personajes?

-En ese sentido, nosotros tocamos de costado, Grondona es el único funcionario de la Dictadura que todavía sigue, eso habla por sí solo. Es alguien al que se le pegó mucho y hoy no podés cambiar y decir “que buen dirigente”, de ese lado no viene una bajada. Y además uno sabe dónde trabaja y si yo sé que hay algo que no va con lo que el diario pregona, no lo voy a poner como título. De última pongo algo más general y después adentro de la nota lo menciono. Lo que tiene Página 12, es que a lo largo de los años, hay muchos de los temas que fueron bandera del diario históricas como los derechos humanos, políticas de izquierda, de desarrollo social, entonces las reivindica y hay una cercanía con el gobierno. Después hay notas en todos los medios que dan verguenza ajena, pero en todos, de un lado y del otro.


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