"Hay muchas mujeres que son feministas pero aún no lo saben"

30 de Septiembre de 2018 09:17

Pasaron más de 50 años de aquel día en el que Ester –que en ese momento era una piba de 17- se plantó frente a su padre y lo desafió: quería estudiar, como lo hacían los varones. Hoy, medio siglo más tarde, Ester Daye tiene 71 años, dos carreras universitarias y un largo recorrido en el movimiento de mujeres de Mar del Plata. Y cree que ese episodio fue el primer paso que determinó su militancia feminista. Claro, en ese entonces, no lo sabía.

Junto a un grupo de mujeres se unió meses antes del retorno de la democracia a Amas de Casa del País, una organización que denunciaba a nivel nacional el aumento desmedido de los precios de los productos de la canasta básica de alimentos y, poco después, propició el desembarco de ferias en los distintos barrios para que los consumidores tuvieran acceso a la comida.  

Pero fue su trabajo como enfermera del hospital Materno Infantil, primero, y en la sala de salud de El Boquerón, después, el que la acercó a la realidad que viven cientos de mujeres pobres y oprimidas. Después iría por primera vez a un Encuentro Nacional de Mujeres –a los que tiene asistencia perfecta-, participaría de la organización de los dos que tuvieron sede en la ciudad en 2005 y 2015 y se recibiría de abogada a los 70 “para poder ayudar a otras mujeres”. Pero ella lo cuenta mejor.

 

 

-¿Cómo empezó todo?

-Fue en el año '82, cuando me sumé a Amas de Casa del País, una organización que peleaba por el tema de los precios y con la que logramos en 1986 crear ferias en todos los barrios de Mar del Plata. La carne venía de San Telmo, las verduras de las quintas y una vez por semana se vendía con precios del productor al consumidor.

En el '84 se hizo en Mar del Plata el primer acto por el 8 de marzo en San Luis y San Martín. Fue chiquito, éramos muy pocas y coincidió con el que se hizo en Buenos Aires.

Después, en el '89, ya con Laura (Hochberg) y otras compañeras, conformamos la Comisión Pro Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) con el objetivo de viajar y participar. El primero al que fuimos fue en el año '99 -la quinta edición-, que se hizo en Termas de Río Hondo. Fuimos 45 mujeres en un micro.

En ese momento yo trabajaba en el Materno y armamos una buena delegación con compañeras del hospital Materno y de los barrios.  

-¿Cómo empezó a involucrarse en el movimiento de mujeres?

-Venía de muchos años de trabajar con mujeres y hasta ese momento no habíamos podido ir a un ENM pero habíamos escuchado que era buenísimo el intercambio que había entre mujeres de todo el país sobre diferentes temas. La mujer que va al encuentro, al volver tiene los mismos problemas que tenía pero con la cabeza cambiada; vuelve con una cabeza diferente para poder resolverlos.

Fuimos audaces porque en el '90 propusimos Mar del Plata y fue electa, por lo que al año siguiente se realizó el sexto ENM en esta ciudad.

Entre apenas 25 mujeres organizamos en el estadio un encuentro para 6.000. Nos movía el deseo de trabajar por las mujeres y la organización de encuentro fue una experiencia muy buena.

Durante mucho tiempo hicimos actos del 8 de marzo y del 25 de noviembre junto al Centro de Atención a la Mujer Maltratada (Camm).

Entre el año '96 y el '98 asesinaron y desaparecieron a más de 30 mujeres, el llamado "loco de la ruta". Después supimos que se trataba de mujeres que eran prostituidas en La Perla y nosotras, junto con el Camm y las madres, hacíamos marchas para pedir justicia por las víctimas, bajo el lema 'ninguna vida vale más que otra'. Hay que imaginarse cómo nos miraban cuando salíamos a marchar por mujeres que ejercían la prostitución en esa Mar del Plata del '96 ó 97. Pero nunca dejamos de pelear por ellas.

Ya en el año 2003 conformamos la Multisectorial de la Mujer, un lugar en el que el que hay compañeras de distintas organizaciones gremiales, sociales, políticas con las que debatimos y llegamos a acuerdos porque tenemos objetivos en común en cuanto a temas de la mujer: violencia, trata, del trabajo.

Además, está el movimiento de mujeres que es muy grande, es amplio y diverso. Fue creciendo mucho en estos últimos años.

-¿Cómo evalúa ese crecimiento? Al principio eran pocas, ahora hay muchas más organizaciones. ¿La marcha de #NiunaMenos de 2015 fue, quizás, lo que determinó este fenómeno?

-Si uno empieza a mirar, hace 30 años éramos tan pocas... Recuerdo que un 23 de septiembre, Día contra la explotación sexual de mujeres, niñas y niños por la Ley Palacios del año 1913, hicimos un acto frente a la catedral y éramos 15, 20 mujeres, nada más pero marchábamos o hacíamos el acto igual. Eso fue en 2012 ó 2013, no fue hace mucho. Aparte hay que mencionar que todavía no participaban los hombres, ni los gremios ni las organizaciones.

Creo que el #NiUnaMenos fue un golpe que despertó todo lo que se venía haciendo -en mi opinión- en los Encuentros Nacionales de Mujeres. Los ENM son como una asamblea anual donde se reúnen 60 ó 70 mil mujeres para hacer un balance de lo que hemos luchado durante todo el año en cuanto a trabajo, sexualidad, trata, prostitución, cultura; todos los temas que una se pueda imaginar.

Creo que lo de Chiara  (NdR: Chiara Páez, de 14 años, fue asesinada a golpes en Rufino, Santa Fe. Su cadáver fue localizado en el patio de la casa de su novio, Manuel Mansilla, de 16 años. Estaba embarazada de tres meses) fue un shock que hizo que se empezara a sumar más gente. Pero también hemos visto en el último año fue la irrupción de la juventud a partir del reclamo por el derecho al aborto.

 

 

-Un reclamo que no era nuevo...

-Claro, un reclamo que la juventud retoma, en realidad. La frase "somos las hijas de las brujas que no pudieron quemar" resume esto que ocurre... En los encuentros de mediados de los '90 ya se discutía el tema en los talleres de anticoncepción y aborto. Y en 2003 se conformó la Campaña por el Derecho al Aborto. En ese momento seríamos unas 30 las que usábamos los pañuelos verdes porque nadie se atrevía a ponérselos (risas).

Muchas cosas han cambiado y las jóvenes y los jóvenes también han ido avanzando porque, si bien es cierto que esto venía de antes, tal vez nosotras no logramos llegar a tanto. Fue un gran avance en la política de todas las generaciones intermedias y las más jóvenes.

Pienso además que llegó un momento en el que todo fue demasiado: no es que antes no había violencia hacia la mujer, sino que no se decía, quedaba puerta para adentro. Cuando eso empezó a salir se tomó conocimiento o conciencia  de que existía violencia hacia la mujer y cuáles eran sus formas.

-De ahí en más todo fue multitudinario.

-Totalmente. El 13 y 14 de agosto estuve en Buenos Aires: fue impresionante, nunca en mi vida había visto una movilización de semejante envergadura. Aunque también es cierto que  hay cosas que aún no son multitudinarias, de las que sólo participa el movimiento de mujeres. ¿Qué pasó? La nuestra es una sociedad patriarcal y capitalista y el machismo va a existir mientras eso se mantenga así. Pero los temas de la mujer fueron avanzando en los medios de comunicación, por ejemplo, y eso colabora porque ocurra esta explosión. Hay otra apertura.

-Decía antes que el movimiento de mujeres de Mar del Plata era amplio y diverso…

-Existe desde hace años pero era muy pequeño, casi se limitaba a la Multisectorial de la Mujer y el Camm. Creció mucho a partir del 3 de junio de 2015 y hoy es uno de los más grandes del país: participan mujeres de la universidad, del secundario, partidos políticos, organizaciones de mujeres que surgieron en el seno de esos sectores.

-En medio de esa multitud y diversidad de organizaciones, ¿cómo son las reuniones? ¿Cómo se logra llegar a un consenso? ¿Es difícil?

-Es muy complejo. Hacemos reuniones del movimiento de mujeres, después se hacen reuniones aparte de la Mesa por el Derecho a Decidir... Es muy complejo el debate porque son distintas ideas que vienen de diferentes ideas políticas -ideas políticas, no partidarias- pero logramos llegar a acuerdos.

-¿Y la diferencia generacional se nota? ¿Cómo confluye la experiencia de las más grandes con la energía de la juventud?

-¡También! Estamos nosotras, las chicas del Camm y de CTA que somos las más grandes y después toda esa irrupción de chicas jóvenes... Es difícil, a veces hay debates arduos, tensos... (risas). Hay que respetar a las chicas jóvenes pero creo que hay algunos sectores que deberían aprender de la experiencia de las que venimos de antes...

 

 

-¿Todas las mujeres son feministas?

-Pienso que no. Entiendo al feminismo como la lucha por la liberación de la mujer. Y también creo que hay muchas mujeres que son feministas y no lo saben. Hay mujeres que dicen que no son feministas pero tienen acceso a la educación, al trabajo, a lugares donde acudir si son maltratadas porque las mujeres hemos peleado para conseguirlo. Incluso hay algunas mujeres del movimiento de mujeres que dicen que no son feministas.

-¿Cómo sería eso?

-Porque pertenecen a partidos políticos en los que todavía la pelea por la hegemonía en ese lugar la tiene el hombre. Hay una confusión: el feminismo no está en contra del hombre, es una corriente que defiende los derechos de las mujeres. Vivimos en una sociedad patriarcal y el hombre fue educado en ese contexto. No tengo nada contra ningún hombre en particular pero sí contra esa sociedad patriarcal que ha formado a mujeres y a hombres, en donde la mujer tiene el rol de ser ama de casa, cuidar a sus hijos, etcétera... Inclusive hoy en las parejas más jóvenes sí se da el reparto de tareas de cuidado pero hasta ahí nomás. El trabajo de ama de casa -que lava, plancha y demás para que los otros vayan a generar fuerza  de trabajo- representa el 35% del PBI. El tema es que nosotras  hacemos las dos cosas, por eso digo que las mujeres tenemos una doble opresión: una, por ser parte de esta sociedad capitalista en donde en el trabajo sí o sí te oprimen, y la otra por ser mujer, que viene de la sociedad y de tu propio hogar.

-Hay mujeres que dicen que no son feministas pero otras miles –sobre todo, las más jóvenes- subrayan que lo son.

-¡Bienvenidas! El feminismo es una construcción, una tiene que emponderarse, nadie se vuelve feminista de un día para el otro; y hay que laburar mucho. Pero no solamente trabajar con las mujeres y conocer...

He conocido mujeres de barrios muy humildes de Mar del Plata que estaban totalmente sometidas y para ellas ir a un ENM fue una liberación, nunca habían salido de sus casas. El feminismo es toda una construcción, no solamente práctica sino también teórica. Hay que conocer la historia del feminismo; hay libros, películas...

-¿En qué momento empezó a definirse como feminista?

-Creo que, aunque en ese momento no lo supiera, soy feminista desde que me enfrenté a mi padre porque quería estudiar y él no me dejaba. Mi padre creía que las mujeres no tenían que estudiar y yo, con 17 años, le decía que las mujeres teníamos el mismo derecho que los hombres. Ahora me considero más feminista porque he leído más, estudié a las grandes autoras y, sobre todo, porque he estado en mucho contacto con las mujeres. Trabajé muchos años de enfermera y eso me marcó. Siempre peleé por mejorar nuestra situación como enfermeras porque ahí realmente hay un problema de género: ganábamos menos y si había un cargo disponible, siempre se lo daban a un hombre, aunque fueran 3 entre 20 mujeres.

-En febrero de este año se recibió de abogada, ¿por qué estudiar a los 70?

-Cuando me jubilé, era enfermera en la municipalidad y docente de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de Mar del Plata. ¿Qué iba a hacer jubilada? Sólo con el movimiento de mujeres no me alcanzaba, entonces se me ocurrió seguir estudiando. Primero pensé en Sociología pero después elegí Derecho porque pienso que soy feminista y que siendo abogada puedo ayudar desde el punto de vista legal a las mujeres que lo necesiten. Además, desde el 2008 empecé a profundizar el tema de trata de personas con fines de explotación sexual, que es un tema que me interesa particularmente. Es para ayudar, porque plata no voy a ganar (risas).

-Se habrá llevado a alguna compañera de cursada a los encuentros de mujeres... 

- ¡¿Alguna?! ¡Me llevé a un montón! (risas, otra vez)

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