El "primer" Vildoza, por su entrenador: "Siempre quería aprender, y lo hacía más rápido que el resto"

Nicolás Mengoni formó a Luca Vildoza entre los 8 y 15 años en Quilmes. En una charla con 0223, repasó anécdotas y cualidades del marplatense del momento. 

Pelo largo y pequeño. Vildoza, en sus primeros años como jugador de Quilmes, ante Kimberley.

6 de Mayo de 2021 11:26

Como tanta gente que formó parte de la vida de Luca Vildoza en algún momento, Nicolás Mengoni vive un miércoles distinto, con la felicidad de saber que aquel niño que conoció y entrenó entre sus 8 y 15 años en el Club Atlético Quilmes, acaba de confirmar su arribo a la tan ansiada NBA. 

El actual entrenador de Sporting en las categorías U15 y U17, dialogó con 0223 para recordar al "primer Vildoza", el que jugaba en los gimnasios de la ciudad y la provincia de Buenos Aires, con el "Tricolor", la Selección marplatense o la Provincial y ahora lo hará en el mítico Madison Square Garden. Aquel "pibe" de pelo casi a la cintura, bajito, flaquito, que maravillaba con su talento pero del cual era difícil vaticinar semejante trayectoria con tan solo 25 años.

Mengoni evita hablar casi en primera persona, y cuando se refiere a la formación de Vildoza habla en plural: detrás hubo varios entrenadores que lo tuvieron (Leandro Ramella en Kimberley a los 4 años y en Liga Nacional; su compañero Ricardo Narváez, Manuel Gelpi y Luis Fernández), un club que mantuvo una línea seria en formación, una familia que contuvo y compañeros desde la categoría pre-mini a infantiles que hoy son amigos en la actualidad, niños que entraban en su Renault Twingo para ir a comer a Mc Donald´s después de cada partido, con "Luquita" en el baúl. 

 "Estamos muy contentos. Veía en las redes cómo todo el mundo celebró este momento, imagínate que es algo único, que pasa pocas veces. Es una alegría muy grande para todos", sostuvo en el inicio Nicolás Mengoni (43 años).

Vildoza llegó a Quilmes casi por pedido de su abuela Angélica, fana del "Tricolor", y porque quedaba más cerca de su casa en Libertad y Perú. Mengoni recuerda ese inicio: "Probó en Quilmes y se sintió cómodo con el grupo de nenes que estaban cuando él llegó. Por suerte la familia también confió. Si bien éramos entrenadores muy jóvenes en ese momento, los padres tanto Gabriela como Marcelo siempre lo acompañaron, y hay que destacarlo. Confiaron en la propuesta que teníamos, y se quedó, se desarrolló en el club todas las inferiores", indicó. 

Mengoni, en una charla de entrenamiento. Vildoza observa a su izquierda. 

-Si bien el pasaje a Baskonia fue importante desde lo deportivo, la NBA es lo máximo...

-Sí. Hay algo curioso con Luca. A medida que iba cumpliendo objetivos, avanzando etapas o niveles de mayor dificultad en el básquet, nos fue sorprendiendo a todos. No porque no lo esperáramos, sino porque el que lo conoce de chiquito, con su personalidad de niño, uno tenía determinadas expectativas. Si bien ya tenía un talento físico y técnico inigualable, hay otros factores que entran a jugar al momento de la construcción de un jugador, y uno se preguntaba si podría ir lográndolos. Entonces a medida que iba madurando, primero selección provincial, luego nacional, profesionalismo... por un lado decíamos ´no tiene techo´ y por otro dudábamos si la madurez del jugador, desde lo individual, está preparada para aprovechar el momento justo que le llega la chance. Así fue atravesando y consolidándose hasta esto que es algo tremendo. No deja de sorprendernos cómo fue adaptándose y madurando en cada uno de los lugares que le tocó estar.

-Luca mamó el básquetbol de familia, ¿qué jugador era ese nene de 8 años cuando llegó al club?

-Era un Vildoza muy chiquitito de tamaño, frágil, menudito, pero tenía unas capacidades coordinativas tanto con el cuerpo, que era ágil, como lo referido al balón. Con la pelota, si bien como todos los niños que arrancan no lo hacen sabiendo, él tenía una capacidad de aprendizaje un poco más rápido de lo normal. Entonces, lo que a un nene le costaba incorporar en un año, a él le llevaba un par de meses. Al tener una velocidad mayor de aprendizaje por sus cualidades personales, naturales, es como que iba incorporando mayor cantidad de conceptos y técnicas más rápido que la media. Eso le permitió un desarrollo veloz y de calidad. Pero lo que siempre aclaro, tanto a Luca como a los otros nenes les enseñamos, los corregimos, en lo mismo. La virtud natural es de él, para que todo lo aprendido e incorporado lo ejecute de manera brillante.

-¿Se podía observar que era un jugador distinto, o en el básquetbol es difícil poder vaticinar en tempranas edades ese talento completo?

-Es una buena pregunta. Normalmente, en el básquet al menos, a los 15 aproximadamente podes tener una idea si ese jugador que pinta bien, tiene una proyección real o no. Hay muchos jugadores que se desarrollan prematuramente en lo físico y lo técnico, pero luego entran en una meseta donde se estancan y quedan ahí. En Luca podías observar desde chiquito determinadas habilidades, que llamaban la atención porque hacía cosas distintas, pero es arriesgado vaticinar algo. Ese jugador se puede desmotivar, estancarse, y abandonar.

-Y el filtro de la adolescencia, que es un cambio mental, ¿no?

-Tal cual. Y en Mar del Plata, peor. Con tantas distracciones como la playa, el mar, el verano. Hay un montón de factores que juegan y pueden favorecer o perjudicar. Luca mostraba un montón de condiciones propias de la edad, algo más avanzadas, con un talento distinto, pero debía seguir trabajando, la familia contenerlo, y los entrenadores seguir puliéndolo. Creo que fue muy cuidado por parte de todos los entrenadores del club en ese proceso. Fue muy prudente todo. En ningún momento se le decía ´vos sos un crack y vas a llegar´. Al contrario. Éramos muy cuidadosos de eso, la familia también, todos lo teníamos muy claro. En ese momento la línea del club también. Los entrenadores que vinieron después de nosotros fueron cuidando ese proceso, y él hizo el mayor y más difícil trabajo, que es ejecutar todo lo que recibió.

Vildoza, celebrando el título de campeón zonal U13 con la Selección de Mar del Plata en 2008, con Mengoni y los entrenadores Ricardo Narváez y Fernando Gallotti. 

-Decías que era un chico que aprendía más rápido que el resto, ¿pero también tenía esa necesidad y obsesión por aprender, o era más disperso?

-Sí, siempre quiso aprender. Él venía de una familia de baloncesto, con sus padres como jugadores, y tenía esa cosa como de chico de escuela que está constantemente concentrado esperando la nueva lección del día. Era muy comprometido, muy disciplinado, muy respetuoso y atento. Eso obviamente favorecen los procesos de aprendizaje. También la mayoría de sus compañeros tenían esa característica, pero bueno, en la ´ensalada´ donde se unen la concentración, las ganas de aprender, la actitud, el talento natural y demás, Luca sale favorecido por tener cosas que otros no tenían, sobre chicos que no pudieron lograr ese sueño de llegar lejos. Pero sí, él tenía una predisposición a escuchar y acatar todo lo que se le enseñaba o corregía.

-¿Se destacaba en altura o eso fue luego?

-No. Fue creciendo de manera gradual y para los 15 años aún tenía una altura promedio. A los 17 años pegó el estirón real, con un crecimiento muscular que lo puso más fuerte, potente de piernas. 

-El que mira básquetbol destaca rápido el talento para atacar, anotar, asistir, ¿Vildoza era disciplinado en lo defensivo durante su formación, o le costaba como a tantos jugadores cumplir ese rol?

-Siempre digo que él ofensivamente era muy bueno, tiraba de lejos de cerca, usaba las dos manos, dribleaba a la perfección, pasaba la pelota muy bien. Eso fue mucho trabajo de él, y natural de su talento. Ahora, lo que yo destaco como un mérito adquirido al 100 % producto de la disciplina y el hábito, fue su faceta defensiva. Él siempre defendió. Tenemos recuerdos de que era un jugador con mucha habilidad en sus piernas para anular a los atacantes que le tocaba marcar. Pero eso, para cualquier jugador, es lo más difícil de aprender porque naturalmente los aspectos defensivos son una cuestión mental, de actitud, que técnica. Con la predisposición del jugador al esfuerzo y el sacrificio. Y Luca desde chico siempre la tuvo, por lo cual fue un jugador muy completo desde que chico.

Vildoza y sus amigos de Quilmes, apretados en el Twingo del entrenador Nicolás Mengoni.

-¿Te acordás de alguna jugada particular que haya deslumbrado, o un partido en especial?

-Siempre cuento una de las primeras, en pre-mini, tenía 9 o 10 años. Estábamos jugando un partido un fin de semana, sale picando la pelota hacia el aro, estaba a la altura de la línea de 3, le salen como tres defensores juntos, y cuando le sale el primero, hace un giro invertido pero al mismo tiempo se pasó la pelota alrededor de la cintura (la llamada ´faja´). Todo unido al mismo tiempo, con una dificultad muy elevada para esa edad. Y el tipo gira, simultáneamente, y tira una bandeja que convierte. Fue como que todo el estadio, la cancha, los compañeros y rivales, el árbitro, se quedaron como pasmados. Era un gesto difícil de ejecutar para cualquier nene. Todos nos miramos como diciendo ´uh, mirá lo que hizo!".  Hay un montón de anécdotas. Justo el club posteó un video suyo a los 15 años, estábamos jugando los Bonaerenses ante Olavarría. Robó una pelota, es escapó, lo persigue un nene, hace dos pasos y vuelca la pelota en el aro, que no lo había hecho nunca en un partido ni en un entrenamiento. También la gente se sorprendió. Era bajito pero tenía capacidad de salto. 

-¿Y por fuera de lo deportivo?

-En lo personal, creo que de esto él se debe acordar. Después de los partidos de premini acostumbrábamos a ir a comer hamburguesas a Mc Donald´s. Yo tenía un Twingo, un auto chiquitito, donde llegué al récord de que entren 11 nenes de minibásquet. Y como Luquita era el más flaquito y menudito, iba en el baúl. Le sacaba la luneta. Es el día de hoy que los compañeros se acuerdan que iban uno arriba del otro, y atrás asomado "Luquita" desde el baúl del Twingo. Siempre la recordamos.