La brecha salarial por género

Hay una disparidad que se observa en Argentina por diversos factores que muchas veces exceden al ámbito laboral pero que influyen en la percepción del sueldo. 

En Argentina dentro del mercado laboral formal los varones perciben ingresos un 30% mayor que el de las mujeres por el mismo trabajo. Mientras que en empleos informales la brecha aumenta al 36%.

Esta disparidad se observa por diversos factores que muchas veces exceden al ámbito laboral pero influyen en la percepción del salario, y hace que las trabajadoras, en general, se posicionen en desventaja.

La brecha de género surge de la diferencia de dinero que se llevan en mano y a sus casas los varones y las mujeres y no considera, ya que no hay datos oficiales la situación de personas trans, no binaries y LGTTBQ+. Más allá de eso, el resultado es que las mujeres ganan entre un 27% y un 30% menos que los varones en Argentina, según la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género. 

Según los informes, en promedio, en todo el 2020, una mujer perdió 66.192 pesos por ser mujer, habiendo múltiples razones que llevan a esa pérdida. 
Una es el simple hecho de ser mujer y ganar menos por esa simple “condición” o no poder acceder a algunos puestos de trabajo, por ejemplo: las mujeres aún no pueden ser conductoras de trenes, que representa un salario muy bien pago. Otras se relacionan al tiempo real que se le puede dedicar al trabajo al tener que compensar y equilibrar con tareas de cuidado del hogar y de los hijos.

Pero el debate no solo se centra en el dinero percibido. Lo cierto es que el tiempo realmente disponible para trabajar y acceder a formación continua se vuelve mas escaso sobre todo cuando la mujer se vuelve madre y eso se traduce en sueldos menores por estar bajo otras condiciones, básicamente bajo desigualdad. En muchos casos tienen que recurrir a empleos de menos horas para llegar a buscar a los chicos al colegio, pasar tiempo con ellos, llevarlos al medico, hacer compras, cocinar… poder conciliar la vida familiar y laboral.

Nos preguntamos entonces: ¿Hay condiciones para que puedan trabajar en las mismas condiciones que los padres de sus hijas e hijos? ¿Los trabajos tienen programas de licencias y horarios para que criar no sea un impedimento para ganar? ¿Cómo se cuida la maternidad si la maternidad viene de la mano de salarios y estructuras que no reconocen el esfuerzo que muchas hacen de no dejar ni un día de trabajar?

Ahora bien, ¿si fuera por méritos las mujeres deberían ganar más? Un 45% de las mujeres en el mercado laboral posee estudios terciarios (completos o incompletos), mientras que solo el 30% de los varones tiene títulos similares. Con este dato revelador llama más la atención que con menos capacitación muchas veces los hombres consiguen más empleo, mejores cargos y más salarios. 

Pero las mujeres realizan jornadas semanales un 25% más cortas. Y la diferencia de tiempo dedicado a las tareas domésticas y al cuidado de los hijos e hijas es de 3 horas más por día en Argentina y es muy desigual en toda América Latina. 

Cada vez se desmiente mas la desigualdad de genero desde algunos sectores politicos pero lo cierto es que los datos muestran sobre todo, cómo la maternidad acorrala entre el cuidado de los hijos y el salario que no alcanza por no poder acceder a jornadas largas y a formacion y actualización profesional continua, por interrumpir la carrera, tomar licencias, días de cuidado, entre cientos de situaciones posibles. ¿El cuidado parece ser una prioridad y responsabilidad con mucha mayor carga diaria para la mujer?

Pareciera ser que sí e inclusive tal como marcan Marchionni, Gasparini y Edo, autores de Brechas de género, en América Latina: Un estado de situación, la brecha salarial entre hombres y mujeres se minimiza para aquellas mujeres que no viven en pareja. Esta evidencia sugiere un punto que es central: gran parte de las diferencias de género en el mercado laboral provienen de una marcada división de roles a nivel de hogar. Cuando esa división no existe, como en el caso de las mujeres solteras, las diferencias en participación laboral o salarios se reducen y en ocasiones desaparecen.