Katie James comparte clásicos folclóricos de Latinoamérica en versiones íntimas y frescas

Katie James es cantautora colombiana con raíces irlandesas. Hace lo que siempre soñó, aunque el camino fue más largo de lo que pensaba. La artista trae su folclore a la Argentina y pasará por Mar del Plata el 19 de noviembre en el Teatro Auditorium.

Katie James es música desde chica.

16 de Noviembre de 2022 09:15

“Uno vuelve siempre a los viejos sitios / donde amó la vida…” dice el hermosos poema de Armando Tejada Gómez, Canción de las simples cosas. Katie James, quien destaca este poema por su belleza y sus sentimientos, agrega que ella vuelve “siempre a sus montañas, a su selva, a su quinta de la infancia”. De hecho, todo eso está en sus canciones. Es imposible separar el contexto de su pasado de sus letras, porque este fue su influencia más grande. Porque Katie James es música desde chica. Desde sus primeros recuerdos.

De haber nacido en Irlanda, con madre inglesa y padre irlandés, a los dos años llega a Colombia. Vive vecina a los Andes hasta que parte a Bogotá para estudiar música.

-¿De qué color es tu música, tu arte?

-Yo diría que es color verde y color tierra. Hablo bastante de la naturaleza en mis canciones porque crecí en una zona rural, en una finca rodeada de cuevas, bosques y quebradas. Cultivando la tierra me surgió esa conexión con la naturaleza que va más allá de todo, esa que implica casi una contemplación. Ahora vivo en Bogotá, pero vuelvo frecuentemente a visitar a mi mamá.

La artista colombiana, con raíces irlandesas, confesó que desde su infancia escucha música argentina.

-Uno siempre está volviendo, y en ese regreso, ¿tenés apropiados los sonidos de los pájaros, del viento, o siempre es como si fuera la primera vez?

-Pues creo que me siguen encantando y sorprendiendo. Pero parte del disfrute también viene del recuerdo, de esa infancia como tan desconectada del resto del mundo. Entonces, si hay una sensación clara para mí, es como estar volviendo a un lugar que yo identifico como mi hogar y a un entorno donde me siento muy segura y me es muy familiar. Además me da mucha paz, mucha tranquilidad mental. Me gusta mucho cultivar y cuando estoy en la huerta sembrando, muchas veces en esos momentos llega la inspiración. Compongo mucho estando en la finca.

Su música es el folclore. La que hace y la que la trajo hasta acá. El folclore que habla mucho de la gente de determinada región, de sus paisajes y de sus costumbres. Sus poesías pueden mencionar temas puntuales, pero también hay algo implícito en su instrumentación que, muchas veces, tienen que ver solo con el lugar específico donde se creó.

Katie James comparte su arte en un formato íntimo, solo con voz y guitarra. Versiones de temas folclóricos de toda Latinoamérica más nuevas y frescas. “Componer en estos ritmos que son folclóricos, pero también hacer versiones tal vez más nuevas y frescas de esos grandes clásicos, genera dos públicos: aquella gente mayorcita que ya escuchaba esas canciones, pero también puedes llegar a nuevos oídos y presentarles esa música con un sonido más fresco” sostiene.

-¿Esto que hacés hoy es lo que soñabas de chica en la quinta? ¿Cómo fue en aquel momento tu acercamiento con los instrumentos musicales?

-Realmente estoy viviendo el sueño de hacer lo que siempre quise. El camino fue más largo y difícil de lo que imaginaba, porque de niña creía que bastaba con componer una buena canción y ya. Pero no, no es así de sencillo. Aunque he sido como muy constante y disfrutándome todo el camino. Es lo que más amo y así, un día cualquiera, empezó a llenar y a llegar a muchos oídos y eso me hace muy feliz. En cuanto a los instrumentos, yo crecí en una pequeña comunidad de varias familias que vivíamos juntas. Una comunidad ecológica y alternativa donde había mucho espacio para el arte y muchos instrumentos: violines, guitarras, tambores. Ellos siempre estaban ahí, disponibles, y creo que eso también influyó para que mi primera percepción de la música no solo fuera a través de la radio, no solo escucharla, sino verla.

Katie James comparte su arte en un formato íntimo, solo con voz y guitarra.

-Entró por el tacto y luego por el oído…

-Totalmente. Fue una experiencia muy directa con la música. Yo crecí en una finca sin energía eléctrica donde había una pequeña grabadora a pilas, pero a veces no había pilas. Entonces nuestras fiestas siempre fueron con música en vivo tocada por mi familia y ahí, con mis hermanas, empezamos a participar cantando las canciones que se interpretaban en esas fiestas. Todo aquello que escuchábamos, todas esas experiencias de chica terminan influenciando en mi manera de componer e interpretar. Compartir ese contexto fue para mí muy significativo…

-¿Reconocés tus raíces irlandesas en alguna parte, más allá de haber llegado muy chica a Colombia?

-Sí, claro que las reconozco, porque crecí escuchando mucha música irlandesa. Mi mamá es inglesa, pero ella quedó encantadísima con Irlanda y tiene muchos libros con partituras de canciones tradicionales irlandesas y yo he tocado estas canciones muchas veces con ella. Entonces, cuando escucho alguna melodía irlandesa siento como una conexión, una melancolía extraña y, pues, en los genes está claramente. Cuando volví a Irlanda encontré mucha gente que se parece a mí y eso fue muy curiosos. Pero yo, en mi cultura como en mi manera de relacionarme con las personas, siento que soy muy latina y en este encuentro tenemos diferencias con mi mamá que es totalmente inglesa. Es muy seca a veces y yo no.

-¿Te preguntás por eso que tiene la música que logra que, por ejemplo, en Holanda o en Japón se escuche a Piazzolla y uno se ponga triste sin saber por qué? Vos sabés de qué habla, que sentimientos expresa, pero estás muy lejos de donde y por qué se compuso, sin embargo llorás y no te interesa el por qué…

-Todo el tiempo. Para mí es como la eterna fascinación y el eterno misterio. Como por aquello que hace que na canción suene más melancólica o más alegre. Por supuesto que hay estudios sobre el tipo de escala que se usan y todo eso, pero la verdad es que, para mí, sigue siendo un misterio y prefiero que sea así. Porque a la hora de componer no se trata de un “abc”, es decir, porque usando tal elemento voy a crear tal efecto, no. Sigue siendo un poco indescriptible e intangible todo esto, como que la llaman el lenguaje universal. Pero me parece hermoso que uno se pueda conectar con música de otros rincones del mundo sin importar el idioma en que se está hablando. La música misma es la que se comunica y la que transmite.

Katie James pasará por Mar del Plata el 19 de noviembre.

Katie James juega mucho durante el proceso de la composición. Ella está ahí, en cualquier lugar y se encuentra con una idea inicial. Una melodía, que es eso indescriptible y que uno no sabe de dónde viene, pero que va tomando forma. Ella aclara: “Siento que yo no la estoy componiendo, sino encontrando. Entonces, con esa idea inicial empiezo a jugar, a improvisar melodías que no existen, palabras que tampoco existen, pero siempre ocurre cuando estoy sola. No me gusta que, en esa primera experiencia, haya oídos externos como juez. De ese juego conmigo misma voy guardando lo que siento que es más mostrable y descartando lo otro”.

La artista colombiana, con raíces irlandesas, confiesa que desde su infancia escucha música argentina. También que ama la samba y que esta gira por el sur es un viaje que debía y se debía. “Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida” decía Tejada Gómez. Quizás, para Katie James sea un regreso a uno de esos lugares que sin visitarlo lo sentimos nuestro.