Corderos y la historia del rock local

Corderos, la banda de rock local, cumple 25 años de aquel primer show ante su público. Leo Poletto, Tato Moizé y Fernando Cerone siguen haciendo historia en el ámbito de la música local en un mes de octubre cargado de emociones para ellos y sus seguidores. Su historia como protagonista, pero sobre todo la música en esta charla.

14 de Septiembre de 2022 11:11

Corrían los años '90. Elvis era un lugar de encuentro con la música en Mar del plata y uno podía encontrar ahí las bandas señeras del rock local. Dejando atrás los teclados y los sintetizadores de los '80, las bandas volvían a los formatos con batería, guitarra y bajo. Y la música, siempre la música, provocando el alma de cada uno.

Por aquellos días, la banda Corderos empezó a proponer algo distinto a los suyos. Y por supuesto la gente respondió. No era solamente una banda tocando. Había una puesta, afiches, todo un concepto puesto al servicio de la presentación, del compartir lo suyo.

Corderos llena. Tocan, disfrutan todos. El boca a boca hace lo suyo. Se afianzan y llega el reconocimiento. El público se apropia de su música. Pero los años pasan (cinco o seis) y, como suele pasar por estos lares, la crisis también. Año 2001, 2002, la banda se separa. Tendrán que pasar más de quince años para que Corderos, después de marcar una etapa dentro de la historia del rock marplatense, vuela a los escenarios. Con la música, su música, para seguir compartiendo.

Leo Poletto, en su estudio de grabación, rodeado de guitarras, se presta a la memoria. Suspira. Mira hacia arriba como buscando y dice: “A la distancia a mí me sorprende un poco lo que pasó. En aquel momento uno no tomaba conciencia. Pero todavía hoy me cruza gente por la calle, me saluda y me cuenta qué hacían cuando salían los primeros temas de Corderos. Una cosa fuerte y maravillosa. Creo que dejó su huella en la ciudad y eso me pone muy feliz. No es fácil llevar un montón de gente y que esa gente cante todos los temas, y que tengan tus banderas y que se emocionen con tus canciones. Yo amo la música, me vengo emocionando con las canciones desde los diez años y darme cuenta que eso que a mí me pasaba con la música le pasaba a un montón de gente con mi música ya es un éxito. Porque el éxito no es solamente la popularidad, claramente. Y yo ahora me doy cuenta de lo que hemos sido para un montón de gente y por suerte sigue siendo. Volvimos y pudimos recuperar algo de ese espíritu que compartimos con los que nos seguían. Es una cosa increíble”.

“Nosotros teníamos un estilo aguerrido de cantar algunos temas, aunque sean de amor” dice Leo Poletto.

-¿Corderos aparece como algo planificado o simplemente se encontraron ahí en el medio de todo?

-Yo venía tocando con otras bandas, con muchas llegamos a tocar en vivo también. Pero cuando salimos con Corderos por primea vez a tocar pasó algo inesperado. La gente se enganchó al poco tiempo, cada recital iba más gente. Hay un momento que, en la carrera de cualquier artista, arrancás más o menos con cierto público que te sigue. Después empieza a decaer porque ya los amigos y los familiares dicen “Yo ya cumplí” y no van tan seguido. Después, si la cosa va bien, empieza a subir la cantidad de gente de nuevo. A nosotros nos pasó eso muy rápidamente. Claro que hubo, seguro, algo de suerte. Claro que sí. Pero a su vez laburar, laburar, laburar y eso también dio sus frutos. Conocimos gente muy copada que nos hizo conocer más gente también, por ejemplo Martín Carrizo, que nos llevó a Buenos Aires a su estudio y que, al poco tiempo de estar laburando juntos, nos dice: “Che, tengo que hablar con un amigo porque esto está buenísimo y a él puede interesarle lo que hacen”. Agarra el teléfono y dice: “Hola Zeta, tenés que escuchar estos chicos porque está buenísima la banda y lo que hacen”. A los dos días estábamos en el estudio de Alejandro Lerner conociendo a Zeta Bossio, que era el director de Sony Music, y nos hacen firmar con ellos como una banda nueva.

Eran jóvenes. La banda promediaba los 25 o 28 años. Era muy fuerte la experiencia, lograda a través de algo de suerte, pero también mucho trabajo y estudio. No se improvisaba nada. Se pensaba todo. El proyecto se cumplía. Las vivencias se superponían. Lograron más de doscientas presentaciones en pocos años, compartieron escenario con bandas icónicas del rock y vinieron nuevos discos. Todo eso de golpe ¿no asusta un poco? Leo piensa en silencio y se toma el tiempo para responder: “Por supuesto. Asustó un poco. Y a eso sumale que nos agarró el 2001 y el 2002, donde los sellos dejaron de hacer lo que se llamaba Desarrollo de artistas, que es producir las bandas nuevas. Entonces, viviendo en Mar del Plata, todo nos costaba muchísimo. No podíamos viajar todo el tiempo a Buenos Aires y tampoco vivir allá. Se puso muy complicado todo. Se cortó con el sello y, particularmente, teníamos una gira por España que quedó ahí, o no fue lo que queríamos hacer. Eso terminó de desmembrar el grupo. Hasta ahí había sido una experiencia maravillosa”.

-El rock de los '90 no era muy parecido al de los '80 o al de los '70 sobre todo en el contenido. Ustedes, ¿qué tipo de historias querían contar? ¿Qué identificas como particular de Corderos en su música y en sus letras para generar lo que generaron?

- Por un lado estábamos muy influenciado por el rock de los mismos 90. En los 80 tenías más posibilidades de encontrar una banda con dos tecladista que con un baterista, pero en los '90 ya volvía una cosa más de tracción a sangre, más visceral. Nirvana cambió un poco todo y de ahí empezaron un montón de bandas de ese estilo. Nosotros nos acoplamos a esa movida. Por el lado de las letras, por ahí venían con cierto corte social. Yo veía que las cosas no estaba bien y que quizás estábamos un poco dormidos en lo que estaba sucediendo. Entonces me dio por ese lado, creo que la gente lo tomó. Eran fuertes las letras, a veces eran un poco como naif, cuando uno tiene ese concepto social pero juvenil, en cierta forma. La buscamos por ese lado. Después empecé a componer con una idea un poco más hacia adentro que hacia afuera. Más filosófica. Quizás porque también uno crece y se empiezan a ver los hilos de todas las cosas que uno cree. Más allá del cambio de foco, creo que eso es lo que tuvo de particular: era una banda fuerte desde lo musical y desde lo que daban en sus letras.

Corderos se presentará el próximo 22 de octubre en diagonal Pueyrredón 3338 para festejar los 25 años de su primer show.

La charla se desvía hacia lo mágico de la música. Eso que genera que uno entienda, sienta lo que un instrumento dice o cuenta. O aquello que, en otro idioma, logra despertarnos alguna emoción de igual manera. Todo eso es la música. Todo eso es lo que nos genera una experiencia con ella. “Nosotros teníamos un estilo aguerrido de cantar algunos temas, aunque sean de amor. La forma de interpretarlos era mucho más, a veces, que el contenido” dice Leo. Entonces, ¿qué herramientas tiene la música para generar ese gancho, esa empatía en uno?

-Está bien preguntar por eso. Creo que me gusta pensar en la dinámica. Es decir, pasar de una parte súper-tranquila a una parte fuerte. Por eso hay géneros que quizás son todo el tiempo al palo y no producen lo mismo que una canción que arranca suave y que de repente explota. Eso es un recurso muy copado. Otro, creo, es la interpretación. Uno sabe que no es lo mismo que hablar así (baja el tono), que de esta otra forma (pone énfasis). Uno sabe que esos detalles te terminan emocionando. Es la razón por la que el Polaco, ya sin voz en el final de su carrera, te seguía generando tantas emociones, lo mismo que Rubén Juárez. Son otros recursos, pero te dejaban helado escuchándolos.

-Claro, sin tener en cuenta lo que dice la letra, por ejemplo leer Afiches te destroza, los artistas generan lo suyo.

-Totalmente. A esto de la interpretación vocal yo lo aprendí por las malas.

-¿Cómo fue eso?

-Yo siempre supe que tenía buena voz. No lo digo jactándome, pero fue una herramienta que usé siempre para todo. Pero un día, trabajando con el gran productor Daniel Gorostegui, me dijo: “Mirá, te digo mi opinión, yo creo que tenés buena voz, pero no sé si cantás bien”. Me dejó helado y pensando. Me dije entonces, “Ok, vamos al siguiente nivel entonces”. Y me puse a estudiar y a laburar con mi voz. A esforzarme para ver por dónde pasaba esa emoción. Por suerte me tocó, en la carrera como productor y técnico de grabación, grabar un montón de géneros y, en especial, el tango que es un género en el que la interpretación es todo. Los tangos de por sí ya son maravillosos y es un género en el cual uno no va a escuchar tangos nuevos, sino interpretaciones de cosas que ya conoce. Y salen versiones fenomenales. Si vas a cantarme Afiches, Como dos extraños, Por una cabeza o lo que sea, y bueno, vas a tener que esforzarte porque lo que ya escuché está genial. Eso me dio incentivo y de ahí aprendí mucho.

-¿El espíritu del rock existe como en aquel momento? Digo, aquello de cambiar el mundo, patear un sistema…

-Hoy va por otro lado. Creo que quedan pocas bandas de aquel rock, pocos artistas de rock que hoy puedan salir como punta de lanza, que puedan decir algo interesante. Incluso desde la juventud, desde estar en contra de lo establecido. Que era un poco la intención del rock, ir por otro lado. Ojo, también creo que hay otros géneros que lo están haciendo…

-¿Pero eso es parte de la evolución del rock o es que lo corrieron y ocuparon su lugar?

-Creo que es otra cosa. Tomaron su lugar el rap, el trap y creo que eso es interesante, porque están diciendo algo desde su generación. Yo en ese sentido, si bien no es lo que yo escucho, porque uno en su vida escucha la música que le pegó en la última adolescencia generalmente, creo que estos géneros urbanos pueden decir las cosas que el rock ya no dice. El rock fue para otro lado, un público más adulto. Creo que habla de otras cosas, algo más filosófico quizás, pero algo que rompa con lo establecido.

La música que surge del corazón de cualquier instrumento (gracias Quignard), la misma música que puede hacer del oído una puerta maravillosa hacia el retorno del silencio, de las palabras y de las emociones era la que matizaba la charla. Leo Poletto cruza cada respuesta con algunos de aquellos temas que tanto marcaron en su época (Me quemo, por ejemplo, inspirado en El túnel de Ernesto Sábato). En este sentido, los sonidos, las melodías se convierten en una banda de sonido personal. Sonidos que a uno lo obligan a dejar de ser alguien en un determinado tiempo y espacio.

-¿Te acordás de algún aplauso en especial con la banda?

-Hubo varios, pero una vez, particularmente, hicimos en un show una versión acústica de una canción que se llama Viento de andén. Una canción muy linda que habla de un pueblo y de un amor y que ambos se quedan solos, particularmente porque el tren ya no pasa más, y se nos ocurrió hacerla a piano y voz con un invitado, porque particularmente Corderos no tiene piano. Decidimos llamarlo a Nicolás Dorsi, gran amigo y gran músico. Él se engancha y hacemos una versión tremenda. Creo que cuando terminó ese tema hubo aplausos y emociones varias, incluso para nosotros. Es de lo más lindo que me ha tocado.

Corderos volvió y lograron recuperar algo del espíritu que compartían con sus seguidores.

Leo Poletto nació zurdo, pero nunca pudo aprender a tocar la guitarra con esa mano. Heredó una guitarra de su hermana y aprendió a tocar con Mario Orbe como derecho. Con el tiempo llegó su primera guitarra eléctrica Faim. De ahí, hasta este hoy, fue creciendo en número y en espacio ocupado por ellas. Están ahí, cubriendo las paredes, cubriendo lo silencios en su estudio de grabación.

-¿Cuál es el desafío para Corderos ahora? Vuelven después de 25 años de su primer show, nuevas generaciones, nuevos estilos, y ustedes, ¿qué desean para la banda?

-Me encantaría cantarle a las nuevas generaciones. Tenemos disco nuevo, muy buen material. La banda tiene los mismos nombres de ayer. Tenemos un Corderos 2.0, pero, a su vez, que tiene cosas nuevas. Me encantaría cantarle a las nuevas generaciones, no estoy seguro de que eso ocurra, y no me parece mal, pero creo que el nuevo material va a gustar y que está a la altura de lo que hicimos anteriormente.

¿Qué significa que una banda se mantenga en la memoria y en el oído de su público después de 25 años? ¿Qué significa que logre sumar a las nuevas generaciones? Quizás que aquella primera intención de compartir lo más íntimo, lo más apasionado de un arte se haya logrado. Como todo gran artista se busca encontrar una mística. Corderos y su historia es una historia que no hay que defender ante las nuevas épocas. Su sonido más potente se defiende solo, dejando su música en este mundo para que sea más fácil de sobrellevar.

(*)Corderos se presentará el próximo 22 de octubre en diagonal Pueyrredón 3338 para festejar los 25 años de su primer show.