Igualdad salarial, un reclamo que aún continúa

En Argentina las mujeres ganan un 30 % menos que los hombres por realizar el mismo trabajo.

20 de Septiembre de 2022 18:18

Por Redacción 0223

PARA 0223

El Día Internacional de la Igualdad Salarial se celebra el 18 de septiembre y representa los esfuerzos constantes por conseguir la igualdad salarial por un trabajo de igual valor. Naciones Unidas basa su lucha en el compromiso con los Derechos Humanos y contra todas las formas de discriminación, incluida la discriminación contra las mujeres y las niñas que tienen consecuencias en las condiciones laborales y salariales futuras. En todas las regiones, a las mujeres se les paga menos que a los hombres, con una brecha salarial de género estimada alrededor del 20% a nivel mundial y del 30% según nuestras mediciones nacionales. Esta desventaja salarial se vuelve aún más marcada cuando estamos en presencia de mercados laborales informales.

La igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas siguen estancados debido a la persistencia de desigualdades históricas y estructurales en las relaciones de poder entre mujeres y hombres. A su vez, las situaciones de pobreza acrecientan las desigualdades y desventajas en el acceso a recursos y oportunidades para las mujeres.

El mercado de trabajo es justamente uno de los ámbitos en que se manifiestan de forma muy clara las brechas de género. Sea en términos de participación, trayectoria, intensidad o remuneración, mujeres y varones alcanzan resultados marcadamente diferentes en el ámbito laboral, asunto que ha sido particularmente estudiado y discutido en nuestro país en el último tiempo.

 

Las distintas brechas impactan en lo salarial

En las variables educativas, se encontró un hecho ampliamente discutido: la reversión de la brecha de género en educación. Si bien el acceso a la educación fue menor en mujeres que en varones durante la mayor parte del siglo XX, esto ha cambiado en las últimas décadas y actualmente observamos el patrón inverso.

Por este motivo, encontramos que el 45% de las mujeres en el mercado laboral posee estudios terciarios (completos o incompletos), mientras que esa proporción es inferior al 30% en varones. En cambio, la situación es distinta cuando se analiza la composición por calificación del puesto, en la que se observa que casi el 30% de las mujeres se inserta en puestos no calificados, mientras que esa proporción es de 15% en varones.

Esto responde a distintos fenómenos. Por un lado, la existencia del sector servicio doméstico, considerado como no calificado en el Clasificador Nacional de Ocupaciones (CNO) y casi completamente feminizado. En segundo lugar, el sesgo de género en la industria manufacturera (en la que el 71% de los trabajadores son varones), un sector de tamaño considerable donde abundan los puestos con calificación de operario (sensiblemente más frecuentes en varones que en mujeres). Finalmente, que las mujeres tengan en promedio mayor nivel educativo que los varones sugiere que el mercado de trabajo posiblemente no premie esa mayor educación en términos de acceso a puestos más calificados, lo cual constituiría en sí misma otra brecha de género a analizar.

Por otra parte, la distribución por jerarquía también es marcadamente desigual entre géneros. El 76% de las mujeres son asalariadas, mientras que esa proporción es de solo 68% en varones. En cambio, las otras categorías tienen mayor proporción de varones en todos los casos, lo que indica que el género es un factor relevante en el acceso tanto a puestos jerárquicos (jefe, director) como al trabajo por cuenta propia. Esto no solo repercute en los salarios de esos trabajadores sino también en atributos particulares de esos puestos tales como la autonomía, la acumulación de capital humano específico y otros beneficios asociados.

Las variables de resultado también ofrecen un análisis relevante. Por empezar, se encontró que la informalidad (medida a través de la registración de puestos asalariados) es mayor en mujeres que en varones. Aun a igualdad de salarios, esto constituye una fuente relevante de discriminación contra la mujer en el mercado de trabajo en tanto la informalidad recorta el acceso a derechos laborales fundamentales y socava posibilidades de acceder a puestos mejores en el futuro.

Por otro lado, las mujeres realizan jornadas semanales un 25% más cortas, un fenómeno que también reconoce considerable discusión en la literatura especializada. Se han mencionado diversas causas para esta diferencia. En primer lugar, la distribución fuertemente desigual del trabajo de cuidado realizado de manera no remunerada dentro del hogar. El hecho de que las mujeres (particularmente en edades jóvenes) deban realizar mayor cantidad de trabajo dentro del hogar que los varones limita o demora su inserción en el trabajo remunerado. También se trata de un factor que reduce las posibilidades de acceder a buenas perspectivas de carrera laboral ascendente, muchas veces condicionada a la disponibilidad para trabajar jornadas largas.

Por otra parte, amplia evidencia sugiere que la maternidad contribuye fuertemente a esta diferencia entre géneros. En parte porque los esquemas de licencias parentales vigentes se centran casi exclusivamente en la mujer, lo que implica una mayor reducción de su dedicación laboral en los meses posteriores al nacimiento de los hijos en relación con la de los varones. También debido a que, nuevamente, el cuidado de los niños se encuentra fuertemente feminizado. Las interrupciones en la carrera profesional causadas por la maternidad, así como la necesidad de destinar mayor proporción de tiempo al cuidado familiar, limitan las posibilidades de las mujeres de acceder a posiciones laborales jerárquicas o, simplemente, a los puestos mejor remunerados.

Al consultar al sociólogo Lucas Fernández Rendina (UBA), nos aporta dos ángulos nuevos para sumar al debate sobre la brecha salarial y la igualdad entre géneros en el mundo laboral. ​En primer lugar, invoca la discusión actual sobre la posibilidad de extender y/o conceder, según el caso de cada estado, la licencia laboral por paternidad, que hoy en día en nuestro país es solo de 48 horas. Si bien aquí estaríamos hablando de la ampliación de un derecho para el género masculino; el argumento que sostiene la extensión de dicha licencia (ratificado y defendido por ONU Mujeres) se sustenta en la idea de que dicha medida permitiría intercambiar de manera más fluida y equitativa los roles tradicionales respecto al cuidado de los hijos entre ambos progenitores. De esta manera, además de que el padre varón podría pasar más tiempo con sus hijos, la mujer quedaría mejor posicionada a poder reconectarse y/o continuar su carrera laboral, luego de ser madre.

​En segundo lugar, Fernández Rendina nos aporta un panorama global en cuanto a la legislación en favor de la igualdad en los derechos laborales y salariales entre hombres y mujeres, para así ganar un mejor panorama de la posición de nuestro país en dicha temática. En un estudio reciente titulado “La mujer, la empresa y el derecho”, el Banco Mundial se propuso estudiar a 190 países, identificando y comparando en ellos las leyes y regulaciones que limitan e incentivan la participación de la mujer en la economía, es decir, medir la “igualdad jurídica” necesaria para crear un panorama de igualdad salarial.

“Siguiendo el índice de 0 a 100 que el Banco Mundial creó en dicho estudio, en donde 100 representaría que las mujeres gozan de las mismas condiciones jurídicas laborales que los hombres; Argentina y la región sudamericana, aunque a veces no nos parezca, están bastante bien posicionadas en el mapa de países, puntuando bastante alto en cuanto a igualdad jurídica, más cerca de países desarrollados en la temática como Australia, Suiza o Francia”, nos aporta el sociólogo de la UBA, y agrega: “Aunque a veces nos parezca lejano, sirve observar que recién en un país como Omán se ha permitido que las mujeres puedan sacar su pasaporte en las mismas condiciones administrativas que los hombres; en Togo, país de África occidental, recién se introdujo una nueva ley que ya no prohíbe el despido de trabajadoras embarazadas, algo que parecía ser recurrente”.

Lucas Fernández Rendina concluye reflexionando: “Lejos de querer estigmatizar estos países o regiones, que aún a paso lento avanzan a favor de una mayor igualdad jurídica, entiendo que dicha realidad nos permite valorar más las pequeñas grandes conquistas que nuestro país viene logrando en la temática”.

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