"Debemos dejar de defendernos del dolor y proteger a quienes sufren"

Aunque cada vez se denuncia más el abuso sexual infantil, la falta de contención de las víctimas es “desalentadora”, dice Patricia Gordon de EnRed. Niños de entre 2 y 6 años, los más afectados.

"La mayoría de las consultas son por abuso sexual durante la primera infancia", dice Gordon. Foto: Romina Elvira

19 de Noviembre de 2014 10:03

El 19 de noviembre es el Día Mundial para la Prevención del Abuso Sexual Infantil. Sin embargo, en Mar del Plata, las actividades de concientización se extendieron durante todo el mes y concluirán el sábado 22. Este miércoles a las 16, además, habrá una concentración en Mitre y San Martín, donde también se realizará una intervención artística. El objetivo es repudiar este delito, pero también acompañar a las víctimas y a los familiares que las protegen.

Según datos recabados por la ONG EnRed, durante los últimos dos años se abordaron más de 200 casos de abuso sexual fuera del hogar, incesto paterno – filial,  violencia de género, adultos o adultos abusados durante la infancia y violencia institucional, entre otros.

“La mayoría de las consultas son por abuso sexual y ocurren durante la primera infancia, es decir, entre los 2 y 6 años. Esto es un dato importante porque habla de la vulnerabilidad de los nenes y las nenas más chicos”, advirtió a 0223 Patricia Gordon, presidenta de EnRed, un espacio que asiste de forma solidaria a las víctimas. 

-¿Se denuncia más?

-Se denuncia más pero muchas veces las denuncias no prosperan porque son archivadas por falta de pruebas o no hay muchas condenas a los abusadores y eso desalienta a la gente. No encuentran un sistema que los proteja, que ampare y, sobre todo, no revictimice a las víctimas ni a los familiares que los protegen. Dentro de los casos de maltrato institucional incluimos el maltrato que muchas veces sufren las madres, que suelen ser tildadas de alienadoras, de que inventan una denuncia. Eso frena. Hay muchos casos que no son denunciados pero a la vez hay más denuncias, lo que indica que hay mucho más abuso sexual de lo que generalmente se piensa. 

-¿Quiénes son los que hacen la denuncia o buscan asistencia?

-La familia, personas cercanas a las víctimas. Pero también hay mucha gente que se acerca y consulta porque sabe que un niño está siendo abusado, aunque no sea su hijo. Por ahí es un vecino o una docente que encuentra ciertos indicadores o algunas manifestaciones que le hacen pensar eso. Inclusive hay integrantes de equipos técnicos o de orientación que a veces vienen a pedir algún tipo de asesoramiento.

-¿Dónde ocurren la mayoría de los casos de abusos?

-De acuerdo a las estadísticas que en las que venimos trabajando, la mayor parte de los casos se da dentro del hogar. También hay casos en instituciones, clubes u otros lugares. Si bien hoy hay un conocimiento importante sobre el tema, me parece que hay que apuntar no sólo a la responsabilidad del abusador, sino también a la corresponsabilidad de la sociedad que muchas veces mira para el otro lado. No creo que todo aquel que mire para otro lado sea malintencionado, sino que muchas veces se opta por hacer eso porque el tema es muy doloroso, entonces es más sencillo decir “bueno, esto no pasó” e irse a dormir más tranquilo. El no conectarse con el dolor es un mecanismo defensivo. Yo creo que nos tenemos que dejar de defender del dolor, incorporarlo como parte de la vida y a partir de ahí poder tener acciones concretas para con quienes sufren.

-En general se habla del “abusador”: el padre, padastro, el abuelo, un tío. ¿Qué porcentaje de mujeres comete este tipo de delito?

-El porcentaje es muy bajo en relación a los casos de abusos que cometen hombres, aunque eso no quiere decir que el abuso sexual por parte de mujeres no exista. De hecho, en Mar del Plata tenemos el antecedente de la docente Pandolfi, una maestra que fue condenada porque se validó el discurso de los chicos.

-¿Cómo es posible darse cuenta de que un niño o niña es víctima de abuso?

-Hay indicadores tanto físicos como emocionales. Los físicos son los más obvios pero también hay que tener en cuenta que hay casos de madres de chicos de 2 años que empezaron a pensar que algo raro estaba pasando porque las irritaciones anales o vaginales que presentaban sus hijos. Suele ocurrir que los pediatras creen que es dermatitis provocada por el pañal, entonces les dan una crema. A veces hay pediatras que prestan atención a esto, pero si eso no ocurre, se suele decir que la madre es muy sobreprotectora, que no le puso bien la crema. 
Cuando son chicos muy chiquitos y no hablan, es más difícil. Pero si a eso se le suman los cambios de conductas o crisis o que en algún momento se señalan los genitales o tienen terror cuando se les acerca el abusador, ahí uno tiene un panorama mucho más amplio que sirve para tener un argumento más firme para hacer una denuncia.
En los adolescentes, un indicador pueden ser los intentos de suicidio o las fugas del hogar. 
De todas formas, el indicador más importante que tenemos es el relato y debemos validar ese discurso, que en el 90% de los casos va a ser desestimado. Siempre va a aparecer alguien dentro de una institución que va a decir que la madre miente, que el psicólogo indujo y que eso se puede atribuir a alguna otra cosa. 

-¿Por qué no se cree en el relato de los niños?

-Eso pasa cuando la representación de la niñez que tenemos es prejuiciosa. Se dice que los chicos mienten, que tienen fantasías, que reproducen cualquier cosa que se les diga, entonces después sucede lo que en el 90% de los casos: se desmiente el abuso. Y la desmentida es un mecanismo de la perversión. El perverso, el abusador también desmiente. Es decir, reconoce la realidad pero al mismo tiempo la niega. Por eso, nosotros, desde hace muchos años venimos armando una construcción, un cuerpo de conocimientos que son útiles para poder intervenir ante estas situaciones.

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