Lo condenaron a 18 años de prisión por robar y golpear a un matrimonio

El hecho ocurrió en octubre de 2013. Un cómplice permanece prófugo. Los delincuentes amenazaron con fusilarlos para que entregaran el dinero.

30 de Junio de 2015 13:04

Por Redacción 0223

PARA 0223

La pena alta si se tiene en cuenta hechos con características similares no alcanzará para devolverle la paz a un matrimonio que, veinte meses después de sufrir un violento robo en su casa aún sufre secuelas psicológicas. Sin embargo, habrán experimentado una pequeña sensación de alivio al escuchar que el autor del hecho fue condenado a 18 años de prisión.

Los integrantes del Tribunal en lo Criminal 1 encontraron a Pablo Maximiliano Orellano autor penalmente responsable del delito de robo agravado por uso de arma y por el uso de arma de fuego y por efracción. Los elementos secuestrados en su domicilio durante la detención, el reconocimiento de las víctimas y, especialmente, el cotejo de las huellas dactilares halladas en la vivienda fueron fundamentales para el dictado de la sentencia.

Para los jueces Aldo Carnevale, Facundo Gómez Urso y Pablo Viñas no quedaron dudas de que a las tres de la madrugada del 7 de octubre de 2013, Orellano y un sujeto no identificado ingresaron a una casa en Esquiú al 1400. Luego de romper la puerta de ingreso de la vivienda amenazaron y redujeron a Jorge Río y su esposa Silvia que descansaban en su dormitorio.

Con una cuchilla y una pistola halladas en la vivienda, Orellano golpeó al dueño de casa, amenazó con cortarlos, simuló dispararle en la cabeza y las piernas. Todo ese accionar perseguía el objetivo de que las víctimas entregaran una cantidad de dinero que  los delincuentes suponían había en la vivienda del barrio Constitución.

En las tres horas que estuvieron en el inmueble, los delincuentes se instalaron en la cocina, comieron los restos de un asado y tomaron varias bebidas. Las huellas que personal de Policía Científica logró levantar de una de las botellas fueron un elemento esencial para comprobar que Orellano estuvo esa madrugada en la casa.

Luego de revisar los distintos ambientes de la casa, huyeron con el arma mencionada, doce mil pesos, dos televisores, un reproductor de DVD, un equipo de música, varias alhajas de oro y relojes, prendas de vestir y otros elementos de valor que cargaron a bordo del auto Peugeot 307 de las víctimas.

 

“Prefería que disparara a seguir sufriendo así”

Las víctimas de 67 y 69 años fueron sorprendidas cuando dormían en su dormitorio. Según lo escuchado durante las audiencias, sintieron un estampido como una bomba y notaron el ingreso de los delincuentes que los empujaron contra la cama. Aunque la puerta era blindada, los sujetos usaron un taladro para debilitar la zona de la cerradura y romperla a patadas. En sus testimonios, el matrimonio describió con detalles el calvario sufrido ese día y las consecuencias por las que aún atraviesan.

Río contó que uno de los sujetos lo llevó a una habitación donde lo pateó en todo el cuerpo y lo golpeó con el arma en la cabeza. Luego le ató las manos por detrás y le metió una prenda en la boca para ahogarlo mientras reclamaba una supuesta cantidad de dólares que la familia no tenía.

El hombre recordó que Orellano era el más agresivo de los dos y que mientras revolvían la casa, volvía a su lado para pegarle con el caño de la pistola en la cabeza y amenazarlo con cortarlo con una cuchilla. En uno de los tramos de su declaración, Río dijo que en una de las últimas oportunidades en que el sujeto le puso el arma en la cabeza y la boca, prefirió que “disparara a seguir sufriendo como lo estaba haciendo”.

El matrimonio también se refirió a las consecuencias que les generó el dramático hecho. Ambos continúan bajo tratamiento psiquiátrico, deben tomar pastillas, tienen miedo cuando oscurece. “Vivimos peor que en la cárcel, tenemos rejas con tres cerraduras, alarmas, no podemos vivir tranquilos. No se lo deseo a nadie, nos sacaron la libertad, nos sacaron todo, me estropeó, ni por la calle puedo andar, si tengo que pasar de nuevo por esa paliza que me dio prefiero morirme antes”, señaló el hombre.

Para los integrantes del Tribunal no hubo eximentes ni atenuantes en el accionar de Orellano, pero consideraron como agravantes la zona intransitada en la que se cometió el hecho, la extensión del daño causado, la nocturnidad, que los autores contaban con inteligencia previa y la saña y crueldad desmedida hacia las víctimas.

Al igual que lo solicitado por el Ministerio Público Fiscal, también plantearon como agravante la diferencia de edades entre víctimas y victimarios, el desprecio demostrado hacia las personas mayores, la extensa duración del hecho y las consecuencias sicológicas y psiquiátricas que el mismo tuvo hacia las víctimas.