Tras la intervención de la Justicia, el pochoclero discapacitado de la Peatonal volvió a trabajar
21 de Mayo de 2012 19:57
Por Redacción 0223
PARA 0223
Después de estar casi un mes desempleado debido a que la Subsecretaría de Control de la Comuna le había revocado el permiso para explotar su carrito de venta de pochoclos y garrapiñadas en la esquina de Córdoba y San Martín, el vendedor interpuso un recurso de amparo y el juez en lo Contencioso Administrativo, Marcelo Fernández, se expresó a favor del trabajador. No obstante a ello, el hombre que había denunciado que dos empresarios de la Peatonal pretendían erradicarlo porque les “tapaba la visión” de sus comercios, continúa siendo acosado por los agentes municipales que día por medio lo multan por ubicarse en esa intersección. El jueves 19 de abril, a tres semanas de haber denunciado en 0223.com.ar que era víctima de constantes hostigamientos y persecuciones por parte del municipio y los propietarios del local de tejidos “Genoa” y de la confitería “Fonte D’Oro” para que se retirara de la intersección de Córdoba y San Martín porque “tapaba la visión” de los comercios; la Subsecretaría de Control de la Comuna que dirige Adrián Alveolite, a través de la Disposición N° 021/12, le quitó el permiso para trabajar a Mario Carballo, un pochoclero discapacitado, sostén de dos chicos menores de edad. Frente a esas circunstancias, el vendedor interpuso en la Justicia un recurso de amparo y, finalmente, el 14 de este mes, el Dr. Marcelo Daniel Fernández del Juzgado en lo Contencioso Administrativo N° 2 del Departamento Judicial Mar del Plata dispuso la suspensión de la medida. Según su consta en el texto de la resolución, el Magistrado estableció que “en el interín, mientras se sustancie la medida cautelar solicitada hasta el 31-V-2012 -plazo máximo de extensión de la precautelar-, dispónese en carácter de medida pre- cautelar la suspensión de la aplicación de la Disposición N° 021/12 de la Dirección Operativa y del Director de Inspección General de la Municipalidad de General Pueyrredon en cuando ordena el traslado del carro de venta de pochoclo del actor; permitiendo en consecuencia la continuidad de la actividad en el lugar y condiciones como se autorizara con anterioridad”. De esta manera, el martes de la semana pasada Carballo volvió a instalar su puesto en la misma esquina que ocupa desde hace más de 20 años. Lo hizo entre lágrimas, sorprendido por el afecto que le expresaban tanto los empleados de los negocios del sector como los transeúntes -desconocidos, en su mayoría- que estaban al tanto de su caso. Sin embargo, apenas 48 horas después, la historia de agobios y presiones arrancó un nuevo capítulo. “ME QUIEREN DESTRUIR LA SALUD” Mario acaba de escaparse del hospital. Había llegado durante la madrugada del domingo con 20 de presión arterial y con un coma diabético. Se fue tres horas más tarde, luego de dejar constancia de que lo hacía bajo su exclusiva responsabilidad. “Tenía que hablar con vos, estoy desesperado”, se excusó ante 0223.com.ar. Es que desde su vuelta a la esquina de Córdoba y San Martín el vendedor es acosado constantemente por los agentes de Inspección General del municipio que, una y otra vez, lo multan por trabajar en el lugar. Y no hay resolución judicial que valga: se presentan acompañados por la policía, le labran el acta y lo obligan a firmarla. En el medio, lanzan insultos y lo humillan, como ocurrió el sábado a la tarde, cuando Carballo se negó a tomar la lapicera y sentar su nombre en el escrito. Poco después del episodio, los nervios le jugaron una mala pasada y debió buscar ayuda en una guardia médica. “Quieren que me canse y me vaya, por eso me están destruyendo”, aseguró, consciente de las repercusiones que tendrá tanta angustia en su salud pero, sobre todo, en la de sus hijos, que también se encuentran en tratamiento psicológico. Mauri, el más grande, todavía tiene ampollas en una mano producto de haberse desempeñado como peón en demoliciones de obras. “Se consiguió una changa y se iba en bicicleta a tirar paredes. Trabajaba 9 horas por día y me traía la plata a mi para que yo pudiera ocuparme de los gastos de la casa. ¿Eso no es vergonzoso?”, cuestionó. Pero Carballo insistió en que defenderá su única fuente de ingresos, “pase lo que pase”. “De mi trabajo, que es digno, comen mis hijos y eso no se negocia. Ya me han desnudado ante todos, no se qué más quieren; no entiendo porqué tanto ensañamiento”, expresó por último.
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