Río, la reina del Mundial

La ciudad carioca es el epicentro de la Copa del Mundo. Todas las culturas unidas por la pasión del fútbol. Postales y detalles de un miércoles teñido por España-Chile.

19 de Junio de 2014 10:40

Río de Janeiro es una fiesta mundialista. La segunda mayor metrópolis de Brasil, con cinco siglos de historia y una identificación turística que la coloca como una de las ciudades más maravillosas del planeta, es el epicentro de la Copa del Mundo de fútbol 2014. Aquí, lejos de las protestas sociales que amenazaron con manchar la organización del certamen, las ruas y avenidas de la ciudad carioca están vestidas de verde y amarillo. Cada bar, boteco y tienda está vestida con cintas, banderas, réplicas de la copa, pelotas, lo que se ocurra que tenga vinculación con el máximo evento futbolístico.

El bairro de Copacabana es donde se concentra toda la movida. Sobre la avenida Atlántica y su clásico calçadao (paseo) con el mosaico público más grande del mundo, que el artista Roberto Burle Marx diseñó en la década del ´70 para unir los 4 kilómetros de extensión de la playa más popular, miles de hinchas de todos los países se cruzan y unen para compartir este acontecimiento.

Durante este miércoles, los protagonistas fueron especialmente los turistas/hinchas de Chile, en la previa -y en el posterior- al encuentro que festejaron con el 2 a 0 ante España Increíble la cantidad de personas que llegaron desde el vecino país trasandino para disfrutar el partido, ya sea en el estadio Maracaná o en la Fan Fest. El “Chi-chi-chi, le-le-le, viva Chile” se cantó hasta el hartazgo y hasta altas horas de la madrugada en el barrio bohemio de Lapa (a propósito, desde Argentina llegaron a Chile dos grandes entrenadores como Bielsa y Sampaoli, también podría llegarles un nuevo canto popular original a los hermanos trasandinos).

Con un clima pesado y húmedo, nublado, una temperatura que alcanzó los 30 grados y una lluvia que llegó recién al final del día (persistía este jueves), Río de Janeiro recibe con los brazos abiertos al mundo.

Por otra parte, los ciudadanos cariocas son muy gentiles con los argentinos, que siguen en cantidad a la espera de viajar a Belo Horizonte para presenciar el sábado el partido con Irán (se observan autos argentinos con cumbia al "mango"). Conductores desde sus vehículos, mozos, saludan cuando observan una camiseta del elenco nacional, a diferencia de la rivalidad que los argentinos mostraron contra los verdeamarelhos días atrás en ocasión del partido ante Bosnia. Incluso, este periodista se cruzó con dos brasileños que desearon el éxito del equipo de Sabella en la copa. Un barrendero lanzó “viva Argentina, que gane la taça (copa)”. En silencio, muchos ciudadanos están en contra de la organización del Mundial, y desean que al scratch de Felipe Scolari no se consagre, increíblemente. Otros, como un hombre de 55 años llamado Brasil, sienten lo contrario. “Esto debe ser una fiesta. Los países se unen aquí en nuestra tierra. Ya está todo armado, es absurdo desear que esto termine mal”, contó.

Rio de Janeiro, la “cidade maravilhosa”, vive el Mundial a pleno como en ninguna otra sede, dicen. Sâo Paulo y Belo Horizonte se muestran frías, distantes, poco involucradas al fervor que sí se observa en la población carioca, activa y lúcida. Un privilegio para los que pueden estar en este evento que sin dudas va mucho más allá del rodaje de la pelota.