Así vivió Río el partido de Brasil

La ciudad carioca se detuvo por completo. Miles de personas colmaron bares y calles, y disfrutaron el 4-1 del equipo de Scolari ante Camerún. Antes, hubo una manifestación.

Un cartel en un supermercado en Copacabana es claro. "Atendemos hasta las 16.45", por el partido (Foto: 0223).

24 de Junio de 2014 18:36

Un Mundial en Brasil es especial, sin dudas. En el país de la Selección con más copas del mundo en la historia, pese al descontento social que viven los ciudadanos, a la hora de rodar la pelota las penurias y miserias quedan atrás. Este lunes, 0223 recorrió Río de Janeiro y observó cómo se prepararon y disfrutaron los cariocas del 4 a 1 de su seleccionado ante Camerún, por la última fecha de su grupo. 

Desde temprano se sintió que era un día especial. Rivaldo, en un puesto de venta de remeras sobre la calle Figueredo Magalhaes, a una cuadra de la playa de Copacabana ya anunciaba: "estaré acá hasta las cuatro, luego me voy a ver el jogo" (el partido comenzó a las cinco de la tarde). Lo mismo un supermercado, con el cartel que ilustra esta nota: "23 de junio, segunda feira. Brasil - Camarôes, funcionaremos até ás 16-45". Todo se detuvo a la hora del partido. La avenida Nossa Senhora de Copacabana (virgen que da nombre al barrio y la playa) estaba desierta. Excepto las drogarias (farmacias) y bares, el resto bajó las persianas.

En la playa de Ipanema, los encargados de alquilar las cadeiras (reposeras), ante la primera nube, empezaron a apilarlas. Y fue común observar, a cada paso, a cada ciudadano (mujeres, hombres, niños y niñas, trabajadores, taxistas) vestido con la camiseta de Brasil, o con otras prendas o gorros que tengan verde y amarillo. Muchos, caminando hacia las zonas de bares, donde se generó una comunión impresionante de gente, con la pasión tan similar al hincha argentino. Los mozos atendieron, pero con un ojo puesto en el televisor. Y ante una jugada de riesgo, frenaban con sus bandejas en mano.

El punto máximo se generó en la avenida Atlántica, una vez terminado el partido. Mientras la FIFA tenía colmada su capacidad en el Fan Fest (sobre la playa Copacabana, un cerco de 42 mil metros cuadrados y pantalla ultra gigante con sponsors para reunir a los hinchas), sobre la calle, todos los ciudadanos colmaron las calles para vivir la Fan Fest del pueblo. 

Allí, convivieron ciudadanos de los barrios de altas clases (Leblon, Barra de Tijuca, Copacabana) con los de las favelas. Fue una fiesta impresionante al aire libre, con música, vendedores ambulantes de artesanías, bebidas, souvenirs, y también artistas callejeros. Grupos de amigos, sobre la calle o sobre la arena. Otros, jugando un "picado" ya de noche. No faltaron prostitutas y travestis ofreciendo su servicio. Los barcitos clásicos de la calle, repletos. Por primera vez en estos días, se observó más presencia de locales que extranjeros. No faltaron, claro, argentinos, chilenos, holandeses, todos turistas que viajaron para ver la Copa en vivo.

Pese a pensar muchos que el Mundial no debería haberse realizado ante la situación social que vive el país, el fútbol volvió a imponerse en Brasil, como sucederá al menos hasta donde llegue el seleccionado de Scolari.