"Tengo una locura, es un viaje de más de 8 horas a lomo de mula en Salta, ¿te animás?"
Mauro Rizzi es reportero gráfico. Días previos a las Paso, fotografió el recorrido de las urnas para llegar a una localidad casi aislada a más de 3 mil metros de altura, en el norte salteño. Recibirá un premio Adepa.
Todos los años la Asociación de Entidades Periodísticas Argentina (Adepa) recompensa a los periodistas argentinos con un reconocimiento por su excelencia profesional. Este martes será Mauro Rizzi, reportero gráfico del diario La Nación desde Mar del Plata, quien recibirá el primer premio en Fotografía por haber retratado en imágenes el trayecto que recorren -días previos a las elecciones- las urnas para llegar desde una ciudad de Salta, hasta los pueblos más alejados de esa provincia.
El 9 de agosto se celebraron las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (Paso) en todo el país, y mientras comenzaban a abrirse las puertas de las cientos de escuelas marplatenses donde se desarrollarían los comicios, Mauro Rizzi y su compañera Paz Rodríguez Niell de la sección Política del diario, se habían levantado muy temprano para no perder ni un detalle de las elecciones en Chiyayoc. Ese es el nombre de la única escuela que se encuentra en la cima de un cerro a más de 3 mil metros de altura y más de siete horas de Iruya, la ciudad salteña más cercana.
“¡Qué locura de patriotismo!”, resume Rizzi el sentimiento que le aflora cuando recuerda a las 33 personas que votaron aquel domingo en las Paso. Sus viviendas están separadas de la escuela por kilómetros. “Tenés una familia a dos horas de viaje, otra a siete”, explica.
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- Tengo una locura, es un viaje de más de 8 horas a lomo de mula en Salta, ¿te animás?
- ¿Cuándo?
- Tendríamos que salir el jueves que viene. Pensalo.
- No, no tengo nada que pensar, ¡vamos!
Un diálogo de pocas palabras definió la experiencia que ambos apasionados del periodismo vivirían días después. Rizzi cortó el teléfono y lo más pronto que pudo, pidió autorización a su jefe. Apenas estuvo el sí, comenzaron a planearlo todo.
El objetivo era seguir las urnas “desde que salen hasta que vuelven”. “No tenés aire, vas caminando por una baldosa de 40 centímetros”, cuenta el fotoperiodista. El sendero es completamente vertical, es por ese motivo que muchas personas mueren por “desbarrancadas”.
Es complejo sacar fotos en esas condiciones, pero Rizzi sostiene que, si bien le costó llegar por el gran esfuerzo físico, el peligro nunca cruzó por su cabeza. “Estás deslumbrado, porque el paisaje es único”, afirma y agrega: “Era la inconciencia de sacar fotos lo que te mantenía vivo”.
“Lo único que yo pensaba en todo el viaje era qué buena historia para contarle a mis hijos y mis nietos”, cuenta. “Qué bueno que estoy acá, estaba todo el tiempo disfrutando”, añade y explica que la sensación de gratificación fue similar a la de viajes anteriores a Malvinas o a la Antártida.
Dos mulas, dos caballos, dos vaquéanos y un personal del Correo, más ellos dos formaban el grupo de escalada. Llegaron el viernes. “Estuvimos dos días arriba, cubrimos desde que se armó la mesa hasta que cerró la urna”, dice.
El momento de bajar era clave, porque a las 18 cerraban las elecciones y esos votos debían ser incluidos en el escrutinio provisorio. “Muchos gendarmes bajan corriendo”, detalla Rizzi. Además, no había linternas para todos, por lo que él tuvo que bajar más temprano, cuando aún había luz del sol y su compañera Paz volvió más tarde con las fuerzas de seguridad.
“Hago esto desde los 23 y todavía no se me fueron las mariposas”
Mauro Rizzi tiene 49 años y trabaja para el diario La Nación hace 19 años, siempre desde Mar del Plata. Si bien nació en Buenos Aires, llegó a “La Feliz” cuando tenía apenas 5 meses junto a sus padres, y desde ese momento nunca más quiso irse. “Es la mejor ciudad del mundo”, opina.
A cada lugar que le toca ir para fotografiar, lo hace “con las mismas ganas de hacer y descubrir”, porque desde que supo que quería realizar esta profesión continúa “enamorado”.
Muchas veces lo llaman para dar charlas sobre fotoperiodismo y es cuando aprovecha para contagiar su pasión y explicar que lo que nunca debe faltar es “la curiosidad de un niño, para nunca perder la capacidad de deslumbrarse”.
El martes recibirá por segunda vez un premio por su labor. Fue cuando desde la sección de Fotografía del diario, en Buenos Aires, les pidieron a todos que “empiecen otra vez a participar” que a él se le ocurrió este trabajo. “No me gusta concursar”, confiesa, pero cuenta que esta vez fue diferente y añade: “Todos los días cuando voy con mis fotos al diario, ese es mi placer, ver mi trabajo en el lugar donde quiero”.
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