Soja, transgénesis y Monsanto

El valor nutricional del grano de soja y la versatilidad de productos que se pueden obtener a partir de él se contradicen con la controversia económica y ecológica que genera su producción agrícola. ¿Por qué la denominamos transgénica y cuál es el rol de la Multinacional?

22 de Agosto de 2015 09:25

Por Redacción 0223

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Por el licenciado Joaquín Pérez Escalante

 

Propiedades nutricionales del grano de soja

El grano de soja está compuesto en un 20% de aceite, 40% de proteína, 25% de hidratos de carbono, 10% de agua y 5% de cenizas. Estos valores reflejan que reúne a la mayoría de los nutrientes que el cuerpo humano requiere para sus necesidades metabólicas (además de reunirlos, se encuentran en cantidades equilibradas). Sin embargo, hay un detalle fundamental que hace a la soja tan importante: la composición de sus proteínas.

Las proteínas del cuerpo humano están constituidas por 22 aminoácidos diferentes. 12 de ellos pueden  ser producidos por el propio cuerpo humano. Los otros 10 deben ser ingeridos a través de los alimentos y reciben el nombre de “esenciales”. Los 10 aminoácidos esenciales están presentes principalmente en las carnes, los huevos, los lácteos y las leguminosas. La leguminosa más conocida para los argentinos es ni más ni menos que la soja. La soja aporta  aminoácidos del tipo esencial, y es un perfecto sustituto de las carnes y los productos de origen animal. Pero cuidado: 2 de estos aminoácidos esenciales (metionina y triptófano) se encuentran en bajo porcentaje por lo que se recomienda complementar el consumo de soja con cereales para así no tener ningún déficit en la “síntesis proteica” (producción corporal de proteínas).

Las proteínas son los componentes estructurales de los tejidos y órganos y forman también las enzimas, responsables de muchas reacciones del metabolismo humano. Por lo antes citado, la soja puede ser un alimento clave para la dieta humana, no solo por ser nutricionalmente balanceado, sino por aportar proteínas de alto valor biológico. Y es clave en los nuevos movimientos vegetarianos-veganos, ya que ingerida junto con cereales frutas y verduras puede hacer que las personas lleven una dieta sana sin necesidad de consumir ningún producto de origen animal. Hoy en día, a partir del grano de soja, podemos encontrar una gama de productos inmensa que va desde harinas, aceites, milanesas, salchichas, leches, yogurts, quesos, barritas de cereal, jugos de fruta, galletitas, aderezos, mayonesas, entre otras, todas libres de proteínas y grasas animales para el beneficio moral y nutricional de estas personas.

 

La Argentina sojera

La Argentina, con 48 millones de toneladas por año, es actualmente el tercer productor mundial de soja, detrás de los Estados Unidos y Brasil. Pero ¿cuáles son los factores que llevan a que el cultivo tome tanta preponderancia en el territorio nacional?

Si bien la soja tuvo sus inicios a mediados del siglo XX, fue a partir de los años 90 que el cultivo comenzó a tener ese papel preponderante que hoy todos conocemos. En principio es una especie vegetal que se adapta bastante bien a un amplio rango de condiciones climáticas. También se ha desarrollado en los últimos años el llamado “cultivo de segunda”, es decir realizar dos ciclos productivos en un año (trigo-soja). Pero encontramos un aspecto clave del año 1996 que lo coloca en el escenario actual de la controversia ecológica y económica.

A través de modificaciones genéticas (implantación de un gen de resistencia a herbicidas) la planta de soja podía seguir creciendo después de una aplicación de agroquímico donde ninguna otra especie vegetal podía hacerlo. La empresa que logró semejante hito fue, ni más ni menos, que la multinacional Monsanto.

En lo referente al escenario productivo, el cultivo de soja comenzó poco a poco a sustituir otras especies históricas argentinas como el trigo y el maíz. También reemplazó pasturas destinadas a engorde animal y llegó a promover aún más los “feed lot” (engorde a corral) de vacunos que antes se nutrían casi exclusivamente en las pasturas reemplazadas hoy por el nuevo cultivo. El tipo de siembra, “siembra directa” (sin la rotación mecánica convencional de los suelos) y la aplicación del herbicida glifosato suponían un manejo agrícola bastante sencillo del ciclo productivo.

Algunos bosques y montes nativos o implantados pasaron entonces a ser un territorio seductor para la explotación de la soja. Todo esto sumado a una fuerte demanda mundial, hizo que el cultivo en Argentina pasara a fines del año 2006 a representar el 50% del territorio nacional sembrado.

Cabe destacar que el principal importador es el gigante asiático China (quien tracciona fuertemente el precio internacional), y el destino principal es la suplementación animal de pollos y cerdos allí criados. En los últimos años, y reconociendo la oportunidad económica del valor agregado al grano de soja, nuestro país comenzó a producir harinas y aceites y exportarlos como tales agregando un valor diferenciado.

 

Transgénesis y Monsanto

Seguro más de un lector se sorprenda al leer esto: el 95% de la soja producida en Argentina es transgénica. Por lo tanto un 95% de la soja consumida en nuestra mesa es de origen transgénico. Pero, ¿qué es la transgénesis y por qué la soja fue sometida a este tratamiento? La respuesta está en la gigante Monsanto. La multinacional a principios de los años 90 era una empresa productora de agroquímicos. Hoy en día es uno de los mayores productores mundiales de semillas y paquetes tecnológicos.

En 1996 patentó en los Estado Unidos una soja genéticamente modificada denominada RR. Esta soja es resistente ni más ni menos que al herbicida que Monsanto comercializa bajo el nombre de “Round up” (formulación herbicida que contiene como principal ingrediente activo al glifosato). Claramente nacía así un negocio multimillonario, la producción mundial de semillas de soja transgénicas RR resistentes al herbicida comercializado por ellos mismos.

La siembra directa y el Glifosato fueron herramientas importantes para la expansión masiva del cultivo en nuestro país. Hoy en día, Monsanto y sus licenciatarias luchan en Sudamérica por cobrarle a los productores un canon a la producción de su variedad genética, cuestión que aún no está legislada en nuestro país para este caso, pero se lucha desde la empresa para que las exportadoras al acopiar el grano determinen la transgénesis del mismo y asignen así a la multinacional su tasa por el uso de la patente.

 

Consumo de alimentos genéticamente modificados (AGM)

Son varios los estudios científicos que intentan establecer los efectos o beneficios que puede acarrear el consumo de AGM. En principio los organismos genéticamente modificados fueron concebidos para facilitar de alguna manera aspectos prácticos de la agricultura, como por ejemplo mayor resistencia de un cultivo a enfermedades, mayor tolerancia a temperaturas extremas, etc.

Sin embargo, hoy en día la transgénesis se utiliza para elevar el valor nutritivo de ciertos alimentos, y hay una especial búsqueda (a través de la biotecnología) de aumentar el porcentaje, dentro del alimento, de aquellas sustancias que posean efectos benéficos para la salud. Por ejemplo, existe un arroz transgénico, llamado “arroz dorado”, que tiene incorporados 7 genes de distintos vegetales, que le confieren un mayor contenido de betacaroteno y de hierro, útiles para la prevención y manejo de la anemia y ceguera, patologías que son endémicas en algunas zonas del mundo. Con 300 gramos de ese arroz se logra cubrir el 50% de los requerimientos diarios de vitamina A y el 50% de hierro en adultos.

Si hablamos de posibles efectos adversos suele señalarse en varios estudios el desarrollo de alergias, la resistencia a los antibióticos, la pérdida o modificación del valor nutricional de los alimentos, la presencia de compuestos tóxicos, la aparición de enfermedades nuevas y no tratables, además del daño a las especies silvestres de plantas. Producir alimentos genéticamente modificados es una tecnología relativamente nueva y está en constante investigación, es por ello que se pueden leer muchos fundamentos a su favor y muchos otros en su contra, quizá con algunos años más de investigación, logremos establecer parámetros más uniformes respecto a su consumo.

 

Preguntas frecuentes

¿Está mal que los productores argentinos produzcan soja? La respuesta es no, hoy en día es el cultivo más rentable y que más demanda mundial posee. Además de ser una de las principales atribuciones a la renta nacional a través de las retenciones a su exportación.

¿La soja que consumimos en Argentina es transgénica? Sí, lo es en su gran mayoría. Pero nació en Europa hace algunos años la obligación de certificar con un sello de calidad aquellos productos que estén libres de transgénicos. Como toda cuestión cultural traída de afuera, será cuestión de tiempo para que se pueda implementar en Argentina. En Brasil un 20% de la producción total de soja no es transgénica y se creó un mercado alrededor de ella para quienes preferían no incorporar este tipo de alimentos a su dieta.

¿Cómo se puede equilibrar la producción nacional de soja respecto a otros cultivos y explotaciones? Es rol y obligación del Estado promover y subsidiar cultivos históricos argentinos como el trigo, maíz y girasol a fin de hacerlos competitivos frente a la soja. Es una cuestión de políticas públicas estatales y no de la decisión de pequeños y medianos productores.

¿Sería conveniente renunciar a la gran demanda extranjera que existe? De ninguna manera, pero lo que Argentina exporta es principalmente grano de soja para suplementación animal. Existe hoy día la gran oportunidad económica de disminuir la comercialización de soja como comoditie y empezar a darle valor agregado en origen. Es decir, industrialmente transformarla en aceite, harinas y pellets (suplemento animal) a fin de elevar el valor de la producción nacional, situación que ya está ocurriendo en nuestro país.

¿Habrá en Argentina una producción no transgénica para consumidores que así lo prefieran? En principio todo cultivo orgánico o ecológico eleva los costos de producción. También es el caso para una soja libre de OGM (organismos genéticamente modificados). Si existe un mercado dispuesto a pagar de más por este tipo de producto seguramente comiencen en Argentina su producción.

¿Cómo nos afecta el glifosato? El glifosato es un herbicida de amplio espectro, es decir elimina varias especies vegetales denominadas “malezas”. Pero es de baja residualidad. ¿Qué quiere decir esto? Que permanece poco tiempo en el ambiente. Es exclusiva responsabilidad del productor utilizarlo adecuadamente, lejos de cursos naturales de agua y en su dosificación recomendada. Problemas asociados a su uso parten básicamente de un incorrecto manejo agrícola del mismo.