El poder de los halcones

Con el riesgo de desaparecer de la escena, Juan Guaidó se alineó con Estados Unidos y Colombia, el ala más dura a la hora de pensar una transición ordenada en Venezuela. El rol de la región y una oportunidad que el chavismo no debería desaprovechar.  

26 de Febrero de 2019 18:31

Se cumplió un mes de la autoproclamación de Juan Guaidó como presidente encargado de  Venezuela. La estrategia del titular de la Asamblea Nacional de mostrarse como defensor de la constitución y constructor de puentes de diálogo con integrantes y aliados del gobierno de Nicolás Maduro se desvaneció luego del intento fallido del últimos sábado de ingresar camiones de ayuda humanitaria de la USAID (Agencia estatal de los EEUU) por la frontera del Estado de Rohaima en Brasil y, especialmente, con Colombia en Cúcuta.

Guaidó puso un pleno  y depositó el fin de la presidencia de Nicolás Maduro en la posibilidad de que lo que algunos denominaron como “invasión humanitaria”. Eso no sucedió, la táctica de presión de la oposición no prosperó y Maduro, que se mueve como pez en el agua en contextos de pelea, terminó colocándose como el ganador de la jornada. Desde ya que la idea de un Maduro victorioso es discutible dado que su poder y continuidad dependen de la lealtad de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas que no contó con deserciones que, si bien fueron más de 300, no es lo suficientemente relevante como para erosionar el vínculo con el Jefe de Estado ni mucho menos para restarle poder a los militares venezolanos.

 

Lo que se vio el sábado en Cúcuta fue la conducción material de la Casa Blanca en un intento de derrocamiento. Marco Rubio, senador republicano del Estado de Florida, estuvo cuerpo presente supervisando cada movimiento y, al frustrarse la estrategia, publicó de forma tan clara como irresponsable una foto del ex presidente de Libia Muamar Gadafi en los momentos previos a su asesinato a manos de la OTAN. Este fue, ni más ni menos que una declaración de guerra y una amenaza directa para Maduro. Rubio, Mike Pence, el Secretario de Estado Micke Pompeo y al asesor en Seguridad Nacional Jhon Bolton están tratando la situación en Venezuela como si fuera un país de Medio Oriente, propio de la escuela de cuadros del partido republicano de los Estados Unidos. 

 

Lejos de correrse del vuelo de los halcones de la guerra, Juan Guaidó planteó que tienen que barajarse  “todas las opciones” para terminar con “el régimen de Maduro”. Dos días después, el Grupo de Lima se reunió en Bogotá y muestra fisuras entre los que descartan abiertamente una intervención externa y los que, jugando a la ambigüedad, la avalan. Chile, Perú y Brasil se manifestaron en contra pero la foto de Guaidó fue con Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos e Iván Duque, mandatario colombiano, el ala más dura en este conflicto. Lo que demuestra  Guaidó es que ante la posibilidad de moderarse y desaparecer de la escena política, eligió radicalizarse. Sin lugar a dudas, el mejor escenario para Nicolás Maduro.

 

En ese marco, el diezmado  Grupo de Lima queda desdibujado y sin rol para construir un mecanismo de contención y diálogo, tal vez porque es un espacio que nació para condenar y hostigar. "El Grupo de Lima debería descartar completamente la opción militar en Venezuela. El derecho internacional no permite el uso de la fuerza en este caso. En particular, no se cumplen los requisitos jurídicos de la ´responsabilidad de proteger´". dijo José Miguel Vivanco, Human Rights Watch, una organización que viene denunciando la crisis humanitaria que vive Venezuela.

Finalmente, firmaron un documento conjunto rechazando la intervención (lamentablemente tuvo que ser necesario hacerlo) y pidieron más presión y condena de parte de la Comunidad Internacional.

Son cada vez más voces las que no quieren quedar pegados a una aventura belicista, incluido la Unión Europea, China y Rusia, sectores a los que Guaidó tenía esperanzas de enamorar, sobre todo a los últimos dos. 

Entonces, si nadie quiere jugar a la guerra, la pregunta es si podrá robustecerse el Grupo de Contacto de Internacional y el mecanismo de Montevideo que tienen diferencias en cuanto la convocatoria a elecciones pero está integrado por México, Uruguay y la Union Europea que, sumado al Vaticano y las Naciones Unidas, podrían hacer las veces de mediadores de una mesa que pongan un poco de racionalidad al asunto.

Estados Unidos buscará debatir más sanciones al país bolivariano en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas donde se topará con el rechazo de China y Rusia y, seguramente la intención de mediación de Francia y Reino Unido. Es imposible que una acción directa contra Venezuela sea avalada en ámbitos multilaterales, pero la Casa Blanca ha dado muestras de unilateralidad si lo considera necesario.

Por eso, ahora el chavismo tiene la posibilidad de avalar a otros actores que hasta el momento solo fueron acusados de imperialistas. En efecto, pensar que del asedio internacional se puede salir con el apoyo de Bolivia y Cuba, es no tener la dimensión de las posibilidades que se le están presentando en la coyuntura y, lo más grave, demostraría muy poca voluntad de resolver una crisis que se carcome la calidad de vida de los venezolanos todos los días. Sin ir más lejos, según la consultora Interlaces, la inflación de la canasta básica en enero fue de 296,14 por ciento y el desabastecimiento de 52, 40.

Maduro dio señales en su discurso público del sábado cuando rompió relaciones con Colombia, fustigó a Estados Unidos pero fue moderado con la Unión Europea y Brasil. Si el chavismo decide radicalizarse en espejo a Guaidó y la Casa Blanca, el escenario puede tornarse aún mas grave, la intervención militar se vuelve una posibilidad concreta y las elecciones un horizonte cada vez más lejano de alcanzar. Si la puja es entre Diosdado Cabello y Marco Rubio, será imposible alcanzar una estabilidad duradera.

De esta manera, la experiencia socialdemócrata y moderada de Guaidó se desvaneció como arena entre los dedos. Ahora el dirigente opositor está en manos del ala más dura y radical de la Casa Blanca y Colombia y puede quedar detenido cuando retorne al país. Esto lo puede convertir en un nuevo Leopoldo López pero no lo aleja de cualquier posibilidad de gobierno de transición bajo su liderazgo. 

Ahora la llave para que Venezuela no se convierta en Libia para ser, al menos algo parecido a Túnez (transición democrática ordenada), la tienen los que generaron las condiciones para la guerra y llevar al lobo a la puerta del gallinero, pero sacarle poder a los halcones no será nada sencillo.