EEUU-China: protagonistas de un nuevo mundo bipolar

La guerra comercial entre EEUU y China ponen en vilo al mundo entero. ¿Cuáles puede ser sus alcances? América Latina (y Argentina) en la mira de las dos potencias. 

14 de Mayo de 2019 17:46

China y Estados Unidos terminaron la tregua acordada durante la Cumbre del G20 en Argentina y volvieron a la carga con un proceso de aumento de aranceles que mueve la estantería de las economías del planeta. Como no puede ser de otra manera, Argentina está expuesta a coletazos que ya pueden sentirse, por ejemplo, en la caída del precio de la soja más importante de los últimos doce años generando una pérdida de 3000 millones de dólares. 

La magnitud de la puja de las dos principales potencias globales se enmarcan en una disputa por la hegemonía global que se profundizó con el giro proteccionista de Estados Unidos con la llegada de Donald Trump a la presidencia y que, además del plano comercial, se traduce en la intención de aislar al gigante asiático de la regíon que está dispuesto a poner 3,67 billones de dólares en todo el mundo para garantizar su hegemonía.

Make American Great Again

Los 8 años de Barack Obama estuvieron signados por una disputa pacífica con China expresada en el escenario global. El Tratado Trans Pacífico (TTP) destinado a rodear a China para evitar su influencia en la arquitectura global pero sin un enfrentamiento directo. 

La llegada de Trump cambió la lógica al comenzar un proceso de crecimiento hacia adentro que tuvo (y tiene) como blanco principal a los productos chinos que generan una competencia desleal respectos a los locales, especialmente en el sector agropecuario y el acero. De esta manera, el gobierno norteamericano abandonó los acuerdos globales, entre ellos, el TTP, dejando el lugar vacío para que China se consolide como el país del libre comercio y la institucionalidad global. 

En ese marco es que el país comandado por Xi Jinping aceleró la puesta en funcionamiento de la nueva ruta de la seda o en inglés Belt and Road Initiative (La Iniciativa de la Franja y la Ruta -o BRI, por sus siglas en inglés-), y consiste suministrar fondos chinos para grandes proyectos de infraestructura en todo el mundo. La Nueva Ruta de la Seda tiene como objetivo vincular a China con Europa, Medio Oriente, África y ahora también América Latina. La lógica unilateral con la que Trump pretende llevara cabo la defensa de sus intereses en la región profundiza la tensión con los chinos.

 

Una nueva doctrina de Monroe

La Doctrina Monroe, sintetizada en la frase "América para los americanos" que fue retomada por Trump como sello de su gestión, fue elaborada por Jhon Quincy Adams y atribuida al presidente James Monroe en 1823. Establecía que cualquier intervención de los europeos en América sería vista como un acto de agresión que requeriría la intervención de los Estados Unidos de América. Lo que en los orígenes fue una lucha contra el colonialismo inglés luego se convirtió en la táctica para alejar a Reino Unido de sus viejas colonias y asegurarse el dominio del conjunto de América. Ahora, en pleno siglo XXI, Estados Unidos pretende hacer algo similar pero con China

Panamá, próximamente gobernado por el nacionalista Laurentino Cortizo, fue el primer país en sumarse a la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda. El país centroamericano, además, concentra especial interés de la Casa Blanca alrededor del siempre problemático Canal de Panamá y un relación de subordinación histórica

Uruguay, Ecuador, Venezuela, Chile, Uruguay, Bolivia, Costa Rica, Cuba y Perú fueron sumándose con rubricas que ya están traduciendo en proyectos e infraestructuras concretas. Cabe destacar que, mas allá de la ruta de la seda, China lleva invertido más de US$150.000 millones en los últimos 12 años. Esto es lo que Estados Unidos quiere frenar. ¿Como frenar semejante aluvión de inversiones?

Ante esta situación de avance, Estados Unidos está llevando a cabo una Doctrina Monroe del siglo XXI, tal como dijimos en una nota escrita en Resumen del Sur el 14 de noviembre de 2016, luego de la victoria de Donald Trump sobre Hilary Clinton. Allí sostuvimos: "Lo que se viene en la región es una nueva Doctrina de Monroe del siglo XXI en donde “América para los americanos” buscará aislar a la región de China pero de una manera más directa y unilateral.Si esta situación se diera, los países de la región están en problemas. “El supermercado del mundo” del que hablaban algunos presidentes sudamericanos parece volverse un poco más acotado. El mundo se cierra, y los que vinieron a proponer la vuelta al mundo se enteraron que cuando llegamos ya no había nadie. Si países como Chile, Colombia, Perú, Argentina y hace unos meses Brasil diseñaron una política económica basada en la lluvia de inversiones, endeudamiento y comercio multilateral, requerirá de una fuerte reconfiguración y análisis. ¿Abandonarán la relación con China para subordinarse a la estrategia americanista? Para esto es necesario menos ideología y mas inteligencia”.

La posibilidad de obra pública y asistencia financiera proveniente del gigante asiático produce un dilema entre las administraciones que decidieron alinearse con la Casa Blanca. En esa línea, Mauricio Macri se encuentra en una encrucijada, ya que, la buena relación con Trump le permitió alcanzar celeridad en la firma de los acuerdos de desembolso con el Fondo Monetario Internacional y el anuncio de un préstamo de 45 millones por 9 años para ampliar infraestructura logística mediante la Corporación para la Inversión Privada en el Extranjero (OPIC) seduce en un momento de necesidad extrema y un complicado proceso electoral a la vuelta de la esquina. Para que esto se concrete, el gobierno argentino debe correr a las empresas chinas (muchas de ellas involucradas no casualmente en la causa de los cuadernos) y, menor medida, rusas. No termina ahí, el 28 por ciento de las reservas del Banco Central son yuanes (18.895,3 millones, de los 67.797 que dice tener el BCRA) y el gigante asiático es el tercer destino de nuestras exportaciones y el segundo proveedor de nuestros bienes. Teniendo en cuenta que la intención de Estados Unidos de alinear a los propios parece ser cada vez más imperativo (el rol del Grupo de Lima en la crisis venezolana es un ejemplo contundente), la presión para que cada país defina sus prioridades será cada vez visible. ¿Cuánto tiempo podrá hacer equilibrio?

Nueva bipolaridad

Sin desmerecer el rol que tienen Rusia o la Unión Europea, no es incorrecto decir que la multiplicidad de disputas que protagonizan Estados Unidos y China configuran una nueva bipolaridad

Según un artículo publicado por Foreing Affairs Latinoamericano, las implicancias de este nuevo escenario internacional genera más volatilidad en los mercados, fuerte caída de la inversión extranjera directa, reducción de los flujos comerciales, retracción del PBI mundial y una inestabilidad de cualquier acuerdo entre potencias.

¿Cómo recibe Argentina este contexto global? Abierta al mundo, con una región desintegrada y sin estrategia de inserción en mundo que pide todo lo contrario. La obstinación por el libre comercio solo se explica desde de una visión anacrónica e hiper ideologizada de las relaciones internacionales.

Este es el contexto que rodea la disputa entre Estados Unidos y China que, como vemos, no solo está solo en el plano comerciales sino también en la intención de controlarla el flujo comercial en el Mar Meridional que China considera como propio y en la pelea por el 5G (quinta generación tecnológica para servicios de voz, datos y video móviles) que ya tiene involucrado a Estados Unidos, China y Europa y que pronto tendrá en su round en América Latina

Por lo pronto, independientemente de reivindicar cierta vocación industrialista de Estados Unidos y el convencimiento chino para estructurar nuevos polos de poder alternativo al anglosajón, si la región no construye anticuerpos colectivos deberá soportar la tormenta sin paraguas.