Radiografía de la oposición venezolana

Hace 20 años que la oposición venezolana tiene dificultades para llevar  a cabo una estrategia exitosa, ¿por qué?

7 de Mayo de 2019 17:50

Desde que el chavismo rompió la hegemonía del pacto de punto fijo que gobernó durante 40 años, Venezuela se caracterizó por sus dificultades para poder articular una estrategia que resulte efectiva para devolverle el poder. 

Durante los 12 años de Hugo Chávez, con el precio del barril de petróleo superando los 100 dólares, un proceso inclusión social en marcha y mejora de indices de pobreza y empleo, la oposición pasó de defender un golpe de estado en 2002 hasta no presentar candidaturas para las legislativas en 2010 regalando la mayoría total y absoluta en la Asamblea Nacional. 

La muerte de Chávez y el inicio del proceso de Nicolás Maduro vino acompañado de un fenomenal deterioro económico y social provocado por la caída de los precios del petróleo y presiones y sanciones de Estados Unidos. Durante la campaña electoral de 2012, se conformó la Mesa de Unidad Democrática que nucleó a todas las fuerzas opositoras, desde las mas reaccionarias hasta las que tienen un perfil socialdemócrata. 

En ese marco, el dirigente de Primero Justicia Henrique Capriles supo ser la síntesis de ese espacio que, luego de la insólita elecciones legislativa de 2010, optó por diputar democráticamente las presidenciales y perdió con Chávez por 11 puntos. No obstante, el proceso electoral abierto por el fallecimiento del líder bolivariano mostró un giro interesante de Capriles quien decidió disputar el capital simbólico chavista, prometió mantener los principales logros del gobierno, bautizó "Simón Bolívar" a su comando de campaña e incluso llego a decirle a Maduro, “Nicolás, tu no eres Chávez” casi en una reivindicación al comandante. 

Capriles quedó muy cerca de la victoria al perder por un punto con el heredero de Chávez. Luego de la derrota, la MUD viró nuevamente de estrategia para darle centralidad a la pata radicalizada de la derecha de la mano de Leopoldo Lopez, referente de Voluntad Popular, Maria Corina Machado (Vente Venezuela) y Antonio Ledezma, ex alcalde de Caracas que fueron artífices de dos iniciativas abiertamente destituyentes: las guarimbas que se llevaron la vida de 43 personas y un comunicado denominado “la salida” que buscó sacar del poder al recientemente electo presidente. El resultado de esto no fue el mejor dado que dos de los tres mencionados terminaron detenidos por conspiración e instigación a la violencia. 

Luego del fracaso de la vía insurreccional, se volvió al camino democrático, esta vez, con éxito. En un contexto de fuerte descontento de la sociedad con el gobierno, la oposición arrasó en los comicios y le arrebató la mayoría al oficialismo por primera vez desde la reforma constitucional del 99. En enero de 2016, Henri Ramos Allup, referente de Acción Democrática, se convirtió en el presidente del poder legislativo. Aquí pasaron dos cosas, la oposición se quedó con la conducción de un poder institucional e inició  un proceso que provocó nuevas movilizaciones con dos reclamos de fondo: referéndum revocatorio y constituyente para “cambiar al régimen de raíz”. Nuevamente fracasó.

2017 comenzó con muertes y movilizaciones. En este caso, coincidió con un profundo giro autoritario del gobierno de Maduro que terminó de romper relaciones con lo que quedaba de chavismo critico. La entonces Fiscal General Luisa Ortega Díaz, de muy bueno vinculo con el gobierno de Hugo Chávez, calificó de “ruptura de orden democrático” a la decisión del Tribunal Supremo de Justicia de cerrar la Asamblea Nacional por no acatar una orden judicial y dejar a tres diputados que presuntamente fueron incluidos mediante fraude electoral. Esa decisión le costó su puesto y el exilio. 

Esta etapa de disputa frontal de los poderes del estado y nuevas movilizaciones violentas coinciden con la presidencia de Julio Borges (Primero Justicia) demostraron tres cuestiones claves: la dependencia de Maduro de las Fuerzas Armadas, la vuelta al camino insurreccional opositor y una fuerte erosión democrática del pais. 

La oposición quedó desarticulada gracias a la audacia táctica del chavismo en convocar a la Asamblea Nacional Constituyente y dar comienzo a un proceso electoral, cuestionable, pero electoral al fin, que desorientó a la MUD. Sin capacidad de movilización y con un marcado hartazgo entre sus seguidores, los principales dirigentes se debatieron entre continuar la mesa de dialogo con el gobierno, participar de las elecciones o quemar todos los papeles y desconocer todo tipo de institucionalidad. De esta manera, el sector representado por Ramos Allup participó, y ganó, varias regiones en las elecciones para gobernador, incluso fueron a juramentar a la “ilegitima” Asamblea Nacional Constituyente, pero optaron por la abstención en las presidenciales sin contar que Henri Falcon decidió presentarse. Este proceso tuvo a Omar Barboza al mando del poder legislativo casi como testigo de un chavismo revitalizado y ganando elecciones. 

Aquí llegamos al 2019, con el desconocido Juan Guaidó, de Voluntad Popular, que luego se convertiría en el “presidente encargado” en un acto de asunción realizado en una plaza pública. 

Este recorrido nos trajo a un momento en el que la derecha retomó la opción radicalizada con un elemento interesante. Ninguno de los dirigentes más importantes de la otrora Mesa de Unidad Democrática ha sido demasiado enfático en la defensa de la cruzada que el compañero de Leopoldo López está llevando a cabo. 

Si navegamos en las redes, nos encontramos con una absoluta dispersión. Todos hablan de Maduro en términos de usurpador y denuncian los abusos de poder de las fuerzas de seguridad pero llama la atención que  teniendo en cuenta la magnitud de lo que se está poniendo en juego en Venezuela ninguno de los que están en el pais hayan decidido mostrarse con Guaidó durante la puesta en funcionamiento de la fase final del Operativo Libertad. 

“Nos enteramos por los medios, Henri estaba en el exterior”, dijo una persona del entorno de Henri Falcon, referente de Progresistas y candidato a presidente en la última elección presidencial, consultado para esta columna. "La dirigencia liderada por Guaidó es muy cerrada. Voluntad Popular y Corina Machado siempre han tenido como lema "calle o nada" alejados de toda posibilidad de negociación y diálogo", contó la misma fuente quien además criticó que "toda aquel que no se sume al mecanismo de presión de calentar la calle es acusado de colaboracionista y cómplice del chavismo".

Todos los caminos conducen a que la suerte de Juan Guaidó está atada a los movimiento geopolíticos. Tal vez, uno de los principales problemas de origen de esta oposición venezolana es ir a la velocidad que Estados Unidos le imprime a la disputa con el chavismo. Esto hizo que los mismos dirigentes de hoy apoyaran el golpe a Chávez en 2002 y apretara el acelerador en 2014 y 2017 cuando el camino elegido fue la violencia. 

Esta dependencia norteamericana hace que Maduro construya su legitimidad interna aún con un pueblo deteriorado en su calidad de vida y siga siendo sostenido por China y Rusia, no por afinidad ideológica sino por necesidad económica. 

Mientras eso se resuelve en el escenario global, no sería extraño que nuevamente algunos dirigentes esperen el cambio de dirección en la Asamblea para materializar la caída de un desgastado Guaidó y construir una nuevo liderazgo. 2014, 2017 y 2019 fueron años de "calentar la calle". El año que viene hay elecciones legislativas, ¿volverán a cambiar la estrategia?