Sexualidad y deporte: cómo se reafirman las masculinidades

El investigador posdoctoral del Conicet Santiago Navone analizó los discursos homofóbicos y masculinizantes que jugadores e hinchas reproducen todos los fines de semana en la cancha donde humillar es penetrar.

Imágenes: Archivo 0223 - Diego Berrutti.

29 de Septiembre de 2019 08:17

Allá por fines del siglo XVIII los ingleses fueron los encargados de escribir las leyes del deporte. Rápidamente, el fútbol, como la mayoría de los juegos, se transformó en un escenario social varonil de violencia, donde los arquetipos más clásicos de la masculindad quedan plasmados dentro y fuera de la cancha por jugadores, dirigentes, hinchas y hasta periodistas.

Facundo Imhoff, central de la Selección Argentina de vóley y flamante campeón de los Juegos Panamericanos Lima 2019, rompió con el molde y en julio pasado por primera vez hizo referencia a su orientación sexual que quiebra con los estereotipos. Esa que no corresponde con lo que te marcan de chico. De hecho, se convirtió en el primer jugador argentino de elite en hacerlo. El futbolista Matías Vargas, cuando todavía jugaba para Vélez, se preguntó: "26 equipos, 30 jugadores por plantel y solo en Primera: ¿vos decís que no hay ningún homosexual?".

En el Mundial de fútbol femenino de Francia 2019 que tuvo a la marplatense Milagros Menéndez como protagonista la sueca Magdalena Eriksson se acercó a la tribuna para festejar el triunfo 1-'0 sobre Canadá con su pareja, también futbolista, la danesa Pernille Herder. El pase a cuartos de final quedó retratado con un beso que dio que hablar. ¿Por qué esa imagen no se repite entre los hombres?. Sin ir muy lejos, los jugadores de la Selección de básquet, después de dar el batacazo ante Serbia para meterse entre los mejores cuatro del Mundial de China, festejaron en el vestuario al ritmo de "les rompimos / el culito".

En el verano 2018, aquí en Mar del Plata, en los estudios de televisión que TyC Sports monta en el Balneario B 12 de Punta Mogotes, Carlos Tevez lanzó una frase sobre su hijo que lo ubicó en el centro de la polémica. "A Lito lo llevo al barrio conmigo. Si no lo llevo a que le den un par de cachetazos, está ahí de doblar la muñeca", deslizó. Los periodistas que lo rodeaban se encargaron de darle el visto bueno al comentario del Apache con risas. "De ser frágil ante la adversidad", aportó Gastón Recondo.

Como hace más de 100 años atrás, hoy todos los actores se encargan de expresar sus masculinidades y de dejarlas bien marcadas con expresiones homofóbicas de todo tipo. En tiempos donde la lucha feminista pone en discusión los privilegios del hombre, es propicio (o se vuelve necesario) repensar la construcción de las masculinidades en el deporte, y en el fútbol como su principal referente. Pero, ¿qué se entiende cuando hablamos de masculinidades?

"La masculinidad es una pluralidad de experiencias determinadas por un contexto sociohistórico particular que se van organizando de acuerdo a la forma que se entiende de cumplir lo masculino y femenino de cada época. Son experiencias que están atadas a los avatares de cada sociedad, se interceptan muchos elementos", explicó el becario posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Mar del Plata Santiago Navone en declaraciones a 0223.

Enfrentamientos entre los jugadores de River y Boca en el Torneo de Verano 2016.

Esto quiere decir que no hay un solo patrón para expresar la masculinidad. No es lo mismo ser un varón rubio de clase alta que ser un varón transexual o pobre. "No siempre la masculinidad está vinculada a una corporalidad determinada", agregó. Para Navone, este concepto surge en las Old Schools que la clase inglesa alta, y también la criolla, instaló en Buenos Aires, donde la educación física se encargaba de reforzar estos aspectos en las escuelas. "La masculinidad fue uno de los símbolos que se lanzó junto con la nación y las razas", indicó.

En algún sentido, la homosexualidad viene a romper con los requisitos de masculinidad, pese a que existan hombres que tengan una orientación sexual del mismo género y de todas maneras reproduzcan el concepto. ¿Pero por qué es noticia un homosexual? "Imhoff rompe con la norma. Se atreve a romper el status quo del sentido común, pero siempre teniendo en cuenta que es una persona de clase alta que puede hacerlo", explicó el investigador del Conicet.

La masculinidad se posee, pero no alcanza con eso. Hay que demostrarla. ¿De qué manera? A los golpes. Siendo rudos y fuertes, tal como se puede interpretar de expresiones como las de Tevez. "De alguna manera, el deporte es una arena donde se disputan los significados de la masculinidad. Hay cierta tensión, son espacios donde se dirime lo masculino. El fútbol se juega lo hetero y se produce esta cuestión del enaltecimiento del sujeto masculino activo", resaltó.

En este contexto, los hinchas también se encargan de hacer su aporte con las clásicas canciones de aliento. Cada fin de semana, las tribunas argentinas se tiñen de prejuicios racistas, homofóbicos y misógenos. En mayo de 2017, hinchas de Independiente de Avellaneda colgaron un maniquí de mujer con la leyenda "puta violada" después ganarle 2-0 a Racing. "Dentro de las canciones de cancha, se da una reproducción entre lo gay y lo heterosexual. El contrincante siempre es un puto que hay que coger y no vencer. Esta relación entre el jugador y el contrincante, con la llegada de las barras, queda reforzada en esta idea de penetrar y humillar", sostuvo Navone.

“El fútbol es un mundo organizado de manera polar: de un lado están los machos, del otro los no-machos. Pero estos no son las mujeres, porque ellas no cuentan en este orden simbólico: los no-machos son aquellos que no son adultos –hijos nuestros– o son homosexuales –putos. Este orden implica, además de una homofobia recalcitrante, la organización de una retórica, donde humillar al otro consiste, básicamente, en penetrarlo por vía anal: ‘los cogimos/les rompimos el culo’. Esto da lugar a juegos divertidísimos: son machos que afirman su masculinidad manteniendo relaciones homosexuales (simbólicas). Pero eso sí: siempre activos” sostiene el sociólogo Pablo Alabarces en su texto Fútbol, violencia y política en la Argentina: ética, estética y retórica del aguante.

"Bianchelli puto", escribieron hinchas de Quilmes en las paredes del Polideportivo en mayo pasado por los malos resultados deportivos.

Retomando el concepto inicial, el sistema capitalista juega un papel fundamental para reproducir estos conceptos y estereotipos. "La profesionalización y mercantilización de los jugadores no se agota en las hinchadas. Las empresas buscaron recalcar la identidad masculina en los productos y en el merchandising que enlazan al deportista como un ser viril", afirmó Navone.

A pesar de haber logrado una (semi) profesionalización en el fútbol y en el básquet femenino, parece increíble que aún hoy existan espacios en el deporte a donde la mujer no tenga acceso. En el Club Universitario de Buenos Aires (Cuba) las mujeres socias no puede ingresar a la sede del barrio porteño de Palermo a hacer deporte. El fútbol o el rugby, por mencionar algunos, son estrictamente masculinizantes. Las mujeres que alguna vez practicaron estos deportes cargaron con la etiqueta de "marimachos" o lesbianas. En cambio un hombre que escapa a la norma, puede ser tildado de puto si juega al hockey.

"En la actualidad, el fútbol, más allá de la incorporación de la mujer, sigue siendo un deporte varonil que condensa como ningún otro los sentidos de la masculinidad, aunque ahora está teniendo cierta permeabilidad más rupturista. No descarto que vaya a cambiar, lo que era varonil o femenino ha ido variando a base de luchas y reinterpretaciones", precisó el historiador especializado en estudios de género.

Todos estos casos no hacen más que reproducir los valores de la masculinidad, como el machismo y el patriarcado, que obligan a los varones a exhibir determinadas prácticas en pos de reafirmarlos y demostrar que son machos de verdad. El desafío en este sentido es cuestionar estos discursos para deconstruir los mandatos de masculinidad hegemónica y romper el molde.

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