Menos basura y poca separación en origen: la difícil situación de la cooperativa Cura

Antes de la pandemia recibían 14 camiones de residuos por día, mientras que hoy procesan 28 por semana. Por ahora, la campaña de separación de residuos en origen sigue sin dar resultados.

El municipio relanzó meses atrás la campaña de separación de residuos en origen pero en el basural no ven cambios. Foto: archivo 0223

19 de Agosto de 2020 18:34

Martes y viernes, bolsas verdes con residuos reciclables; lunes, miércoles, jueves y sábados, bolsas negras con residuos orgánicos. Parece sencillo, pero hoy, a pesar del relanzamiento de la campaña de separación de residuos por parte del municipio, apenas tres de cada diez marplatenses realizan esta tareas en sus hogares, según un informe del Observatorio de la Ciudad de la Universidad Fasta. Esto se resiente en el trabajo de la cooperativa de recicladores Cura, que desde 2008 procesa los residuos del predio de disposición final en busca de material reutilizable. Según calculan, de cada camión con aproximadamente tres toneladas de residuos que se vuelca, sólo sirve el 20%. 

La cooperativa retomó su labor en el predio de disposición final de residuos sesenta días después de que se decretó la cuarentena por la pandemia de coronavirus y lo hace con un protocolo estricto: horario reducido, distanciamiento de dos metros entre cada operario, uso de barbijos o tapabocas y de alcohol en gel para la higiene personal. Además, de los 27 socios, cuatro se encuentran de licencia por pertenecer a grupos de riesgo y mantienen charlas individuales y grupales para concientizar sobre la prevención fuera del lugar de trabajo: tienen en claro que si se contagia uno, perjudica al resto. La basura que procesan también recibe un tratamiento especial: se la sanitiza y queda en reposo durante 72 horas antes de llegar a manos de los recicladores.

Daniel Figueroa, referente de Cura, precisó que antes de la pandemia recibían 14 camiones por día mientras que ahora son 28 por semana, lo que los obliga a implementar la modalidad de trabajo “rechazo cero”, es decir, no se pierde nada. “La basura que están mandando es poca, estamos mal”, reconoce el reciclador. En la misma línea, el presidente del Emsur, Sebastián D'Andrea, confirmó días atrás a 0223 Radio que desde el inicio del aislamiento la cantidad de residuos se redujo un 30%, en gran parte, producto del cierre de comercios gastronómicos.

Si bien a comienzos de junio, tras el desinterés en el tema por parte del gobierno de Carlos Arroyo, el municipio retomó la promoción de la separación de residuos en origen, los resultados aún no están a la vista. Al menos, así lo advierten quienes operan en el predio de disposición final de residuos. “Llega todo mezclado, la gente está acostumbrada a meter toda la basura en la bolsa negra, así que no nos queda otra que procesar todo”, dicen. 

La escasa separación de residuos y la poca cantidad de material que reciben por la pandemia se traduce en la pérdida del poder adquisitivo de cada trabajador, que ronda el 40%: antes, en promedio, cobraban 20 mil pesos mensuales y ahora apenas rozan los 12 mil. Esto lo complementan con lo que reciben por el programa “Hacemos futuro” del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación que apunta al desarrollo de las personas para que puedan insertarse en el mercado laboral, pero aún así resulta insuficiente. También se suma que los valores a los que comercializan cada producto varía constantemente. Hoy el kilo de plástico cotiza a 8 pesos, el de vidrio a 50 centavos y el de cartón a 1,50 pesos.

A su vez, el hecho de procesar todo el material que reciben también afecta al funcionamiento de las maquinarias: las cintas elevadoras, transportadoras y de rechazo fueron diseñadas para soportar bolsas de aproximadamente tres kilos, pero ahora cargan con las de residuos sólidos urbanos, que pesan entre ocho y diez kilos. “Cuando se rompe algo lo van arreglando sobre la marcha, pero la verdad es que necesitarían una reparación integral”, dice Figueroa, quien por estos días está gestionando que el municipio les entregue antióxido para evitar que se sigan deteriorando.

Otro de los reclamos del sector tiene que ver con la entrega de ropa de trabajo (borcegos, pantalón, camisa y campera) y ahora, particularmente, la entrega de guantes descartables y barbijos que, entienden, debería ser cubierta con la tasa de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (Girsu), una contraprestación que se cobra a los marplatenses y batanenses desde 2013 para la gestión sustentable del ambiente natural y urbano; y que, según afirmó en junio pasado D’Andrea, sólo en 2019 representó unos 14 millones pesos para las arcas de la Comuna. “Desde un lugar humano podrían dar una mano a los trabajadores que están ayudando a Mar del Plata a reducir el volumen del relleno sanitario, haciendo todo a pulmón”, pidió por último.