Reinventarse para sobrellevar la crisis, el desafío de los trabajadores de la economía popular

Por la crisis del coronavirus y la falta de empleo formal, en Mar del Plata cada vez más gente inicia microemprendimientos; mientras que los que ya los tenían, debieron reformularlos para subsistir.

Los emprendedores locales, obligados a rebuscárselas para surfear la crisis. Foto: archivo 0223.

25 de Septiembre de 2020 08:09

Desde que empezó a trabajar, Emanuela Garay (32) -mamá de dos chicos de 8 y 5 años y una beba 8 meses- lo hizo en el rubro de la gastronomía, tanto de camarera como en la limpieza de distintos restaurantes, balnearios y hoteles. Sin embargo, con el inicio de la cuarentena y la interrupción de la actividad, quedó desocupada y se vio obligada a reinventarse para tener un ingreso con el cual mantener su hogar. Así fue cómo se asoció a una amiga, Laura Orbaiceta, con quien empezó a confeccionar desde cortinas hasta cuellos con capucha, carpas para chicos hasta cuchas de perros y almohadillas térmicas. El inicio no fue fácil: ambas invirtieron el IFE en la compra de telas, cierres, cordones e hilos y comenzaron a ofrecer sus productos a familiares y conocidos. Luego, siempre a través de sus redes sociales, buscaron ampliar su clientela y ya están trabajando en la creación de bolsos materos para el día de la madre.

En menos de un año, Gabriela Espinosa (45) debió reformular su emprendimiento textil dos veces. Primero, en agosto del año pasado, cuando se le comenzó a dificultar la venta de tejidos ante el aumento exorbitante de los hilos que, necesariamente, se trasladaba al costo final de cada prenda. Entonces, hizo un curso de diseño gráfico y arrancó a hacer sublimados con una plancha industrial que le prestaban en el Movimiento Evita. “Siempre fui autodidacta, así que cada cosa que me pedían, buscaba un tutorial en Youtube y lo hacía”, dice. Hasta que a mediados de abril, en pleno aislamiento social, preventivo y obligatorio, no tuvo más opción que rearmar su negocio: nadie compraba tazas, remeras o cubre cuadernos y Gabriela, que recién se había mudado, necesitaba pagar el alquiler y los servicios de su casa. Entonces empezó a comercializar tapabocas sublimados, que en ese momento era uno de los productos más buscados. “Una amiga me prestó una máquina, otra me enseñó cómo coserlos”, asegura. A cambio del préstamo de la plancha, fabricó barbijos a las cocineras de los comedores populares que tiene el movimiento social en distintos barrios. Hoy, gracias a su microemprendimiento NG sublimados vive, dentro de todo, tranquila.

El 26% de desocupación que este miércoles informó el Instituto Nacional de Estadística y Censo (Indec) no es más que la confirmación de lo que desde hace tiempo se siente en las calles de Mar del Plata: a los que no tenían trabajo se suman los que lo perdieron por la crisis del coronavirus y los que lo conservan, hacen malabares para sostenerlo. Así lo confirmó Valeria Castaño, integrante de la mesa promotora de la Unión de trabajadores y trabajadoras de la economía popular a nivel local, quien advirtió que, aunque no se sabe con precisión cuántas personas reúne el sector en el Partido de General Pueyrredon, notan que cada vez son las más las personas que tenían un empleo formal y la necesidad los llevó a lanzar microemprendimientos -la mayoría, ligados a la elaboración de comidas-, mientras que los que ya los tenían, debieron reformularlos para subsistir. “La gente está tratando de reinventarse todo el tiempo porque, hoy por hoy, nadie tiene plata y lo poco que tienen lo invierten en alimentarse, no hay lugar para otras compras”, razonó.

“Estamos complicados. Muchos se están manejando con ventas por redes sociales y después acuerdan un punto de entrega”, explicó y reparó en que allí aparece otro inconveniente: una gran parte de los emprendedores no tienen acceso a la conectividad. En su caso particular, se dedica a la confección de indumentaria para hombres, mujeres y niños y apela a sostener la comercialización de sus productos a través del boca a boca, por lo que pasa gran parte del día fuera de su casa. 

La pandemia perjudicó, sobre todo, a los adultos mayores y a aquellas personas que integran los grupos de riesgo. Esto quedó en evidencia cuando se reactivó la Feria de trabajadores de la economía popular que hasta antes de la pandemia funcionaba en el centro de la ciudad. En los pocos días que pudieron funcionar -justo antes de que se desatara el pico de contagios en el distrito-, de los 160 puesteros que había originalmente, apenas una veintena pudo salir a la calle. “La pandemia nos aisló y quienes están en los grupos de riesgo quedaron a la deriva. Tratamos de asistirlos con alimentos o, incluso, ayudarlos a vender sus producciones, pero el panorama es igualmente complejo”, dijo Castaño.

Según el último informe del Indec, en apenas tres meses se perdieron 32 mil puestos de trabajo en todo General Pueyrredon, lo que arroja un total de 65 mil personas desempleadas. Con estos números, Mar del Plata se ubica en la cima del ranking de desocupación -por debajo se posicionan Ushuaia - Río Grande (22%) y Gran Santa Fe (20,3%)- y ese porcentaje duplica la media nacional, que es del 13,1%.

De acuerdo a los datos oficiales, de las 250 mil personas activas en la ciudad, 98 mil tienen problemas de trabajo: 65 mil están desocupadas, 10 mil están ocupadas pero demandan un empleo y otras 23 mil se encuentran subocupadas.