Obsolescencia programada: cuando la tecnología tiene fecha de vencimiento

La obsolescencia programada es una acción de los fabricantes de determinados productos, especialmente tecnológicos, que dejan de tener vida útil y obligan a los usuarios a comprar nuevos. 

21 de Octubre de 2021 14:29

Obsolescencia programada. Por estos días, es un  término que solemos escuchar en distintos noticieros o leer en las redes. Pero, ¿qué es? Se trata de la acción intencional que hacen los fabricantes para que sus productos tecnológicos dejen de servir en un tiempo determinado.

Calculan  y planifican el tiempo de vida de sus productos, con el objetivo de reducir deliberadamente su utilidad y con ello obligar a las personas a comprar uno nuevo.

Algo falla a mediano plazo y sin razón aparente. En ocasiones es demasiado caro repararlos, otras veces es imposible encontrar la pieza de repuesto o fueron diseñados para no ser desmontados.

Esta práctica afecta a los consumidores de manera económica y de manera psicológica porque entran en un ciclo de comprar, usar y tirar hasta llegar a desear productos que no necesitamos.

Este sistema también presenta otros problemas como el aumento de residuos electrónicos que se generan con este ciclo.

No solo la tecnología entre en este mundo de la obsolescencia: productos de la industria alimenticia e indumentaria en general, entre otros, son los actores más apuntados en este mundo de consumo generalmente innecesario.

Utilizan diferentes tipos de obsolescencias para programar la muerte de sus productos: a veces son fallas irreparables o inexplicables, o sacan al mercado versiones nuevas de los equipos incitando a nuevas compras para estar a la moda.

 

Tipos de obsolescencia

+La obsolescencia programada propiamente dicha: prever una duración de vida reducida del producto.

+La obsolescencia indirecta: deriva de la imposibilidad de reparar un producto por falta de repuestos.

+La obsolescencia funcional por defecto: un componente falla y todo el dispositivo deja de funcionar.

+La obsolescencia por incompatibilidad, por ejemplo, cuando un programa informático deja de funcionar al actualizarse el sistema operativo.

+La obsolescencia psicológica, derivada de las campañas de publicidad. 

+La obsolescencia estética. Cuando un producto es reemplazado por cuestiones de moda o diseño.

+La obsolescencia por notificación, típica de las impresoras que convierten en obsoletos los cartuchos de tinta, previo aviso.

+La obsolescencia por caducidad reduce artificialmente la vida de un producto, por ejemplo en la industria alimentaria, acortando las fechas de caducidad o de consumo preferente aunque todavía sea perfectamente consumible sin riesgo alguno para la salud.

+La obsolescencia ecológica. Bajo el argumento «verde» se justifica el abandono de los dispositivos antiguos aún en perfecto estado, para promover la compra de nuevos productos bajo el argumento de que son menos agresivos al medio ambiente; aunque también promueven un aumento significativo de residuos que no pueden ser siempre adecuadamente eliminados. Esta última categoría está altamente relacionada con el greenwashing o lavado de cara «verde» empresarial.

 

Obsolescencia en la historia

El primer producto afectado por la obsolescencia programada fue la lámpara incandescente. Uno de los primeros prototipos Thomas Edison lleva funcionando desde el año 1901. Sin embargo, las bombillas que utilizamos hoy en día suelen durar, como mucho, uno o dos años.

Todo cambió cuando los fabricantes se aliaron para establecer una duración máxima de 1.000 horas de uso y penalizaba a los fabricantes que violaran la nueva norma. Luego, los integrantes de este cartel de fabricantes de focos,  fueron multados por desleales, pero la práctica no se detuvo y los focos se siguen quemando.

En nuestros tiempos, tenemos el escándalo notable del Ipod fabricado por Apple Computer. En su primera versión, su batería había sido diseñada para que durara solo 18 meses, suficiente tiempo para que los consumidores lo reemplazaran por el próximo modelo fabricado por la empresa.

Un grupo muy grande de consumidores presento una demanda ante los tribunales en Oakland, California y, a raíz de las investigaciones,  se descubrió que efectivamente Apple había hecho que las baterías de los Ipod se estropeen en ese periodo de tiempo.

Al realizarse el juicio, Apple garantizó que se harían baterías, para vender sin tener que comprar un Ipod y proporcionó 2 años de garantía, además tuvo que indemnizar a todas las personas.

Ejemplo actual más claro en la actualidad son los celulares. El 29% de las averías se producen entre los dos y los tres años, cuando ya no está vigente la garantía

Es casi imposible encontrar disponible un manual en las webs de los fabricantes para la sustitución de las piezas, explican. Parece que los fabricantes no tienen interés en proporcionar información clara.

Lo perverso  es el ataque por diferentes frentes, no solo diseñan la tecnología para que caduque en 2 años, sino que también actualizan constantemente los sistemas operativos, dejan fuera de la garantía a las partes que fallan frecuentemente, no proveen de manuales  para su reparación, no fabrican repuestos y, además, invierten en publicidad constante para sembrar la idea de la necesidad de cambiar nuestros productos.

Para atacar el problema de forma global se plantea una nueva visión circular para los aparatos electrónicos, también conocida como “producción de ciclo cerrado”. Consiste en ampliar la duración de los aparatos y contemplar procesos de reciclaje de los componentes que son valiosos pero peligrosos para la salud humana o el medio ambiente.

Se puede considerar aumentar los períodos de garantía para que los consumidores puedan acceder de manera fácil y gratuita a reparaciones que eviten la recompra.

Necesitamos estar protegidos con leyes que obliguen a los fabricantes o importadores a aclarar los tiempos de vida útil de los productos, brinden manuales para su reparación y por supuesto fabriquen los repuestos necesarios. Países como Francia o Alemania están trabajando sobre este fenómeno.

 Mientras tanto, desde nuestro pequeño lugar, intentemos no caer en la trampa y cuidemos nuestro bolsillo mientras colaboramos generando un menor volumen de basura tecnológica.