Fobia escolar o el temor de compartir con los pares

No es uno de los temas de agenda pero genera la preocupación de muchos en el ámbito educativo. Son numerosos los casos en los que chicos y chicas de primaria y secundaria se resisten a ir a la escuela, y la cifra puede aumentar. Consultar a profesionales, la clave para evitar consecuencias.

2 de Octubre de 2022 20:01

Se conoce como fobia a aquel temor que sienten determinadas personas a situaciones que, no sólo no son peligrosas, sino que tampoco la mayoría encuentra molestas.

Un caso particular de fobia es la “fobia escolar”. Es decir, supone que una niña o un niño experimentan un fuerte temor ante el hecho de asistir al colegio. Este repercute fuertemente en cualquier estudiante, tanto en su rendimiento académico como en sus relaciones sociales.

Si uno busca motivos, los últimos estudios sobre el tema indican que existen dos tipos de ansiedad que pueden provocarlo. Una es la ansiedad provocada por la separación con sus figuras de apego (madre, padre, hermanos, etcétera) y la segunda, una ansiedad social, provocada por el temor a la exposición pública o grupal. Son dos cuestiones de base que hoy en día se exploran fuertemente porque pueden subyacer al hecho de que un chico o una chica, en algún momento, se niegue a ir a la escuela.

Frida Bokser es licenciada en Psicología (MP 46.489) y trabaja sobre muchos de los tantos casos que hoy se dan en Mar del Plata. Ante la consulta de 0223 sobre cómo se manifiesta esta negación, ella sostiene enfáticamente: “Una es diciéndolo, que es la mejor forma. No quiere ir a la escuela porque tiene miedo y lo dice. Pero la mayoría de las veces esto no ocurre. Entonces el cuerpo comienza a manifestar síntomas. Le duele la cabeza muchas veces, o vómitos, diarrea y hasta pueden levantar temperatura. Una de las cosas que les suele pasar a los chicos cuando tienen ansiedades es que hacen mucho pis. Muchas veces me dicen las maestras que salen mucho al baño y puede ser que esté un poco ansioso. Salir le sirve para poder volver. Todo depende de cómo se esté manifestando. En general, lo que hacen los padres cuando un chico no quiere ir por estar descompuesto, es decirle que no vaya. Pero lo importantes es controlar y tener en cuenta si esto ya pasó antes o con qué regularidad le pasa”.

-¿Cómo es la intervención del profesional? ¿Hay algún tipo de tratamiento o terapia, está bien llamarlo así?

-Nosotros hacemos distintos tipos de intervenciones. Yo, particularmente, hago algo siempre con la familia y voy a las escuelas a ver y preguntar a los docentes qué observaron ellos también. Porque no se responde igual en la escuela que en la casa, ni los docentes a los padres y madres. Los adultos lo primero que tienen que adoptar es una actitud comprensiva con lo que les pasa. No desestimar, porque solamente el que lo padece sabe lo que sufre ante determinadas situaciones. Entonces, eso ya genera que los niveles de ansiedad bajen. Si se desestiman vemos que eso sube y encima no se sienten comprendidos. Después se trabaja con estrategias para que se pueda entender qué pasa y se pueda procesar. Se trabaja mucho con la respiración, es una estrategia básica y se puede aplicar en todos lados y de forma sencilla, sobre todo después de identificar en qué situaciones específicas les genera miedo: si es en toda el aula, en una clase en particular. Hay que ver que si es algo muy puntual ya no es ansiedad, entonces hay que ver otras cosas. Por ejemplo, cómo está cognitivamente. Por ahí tiene algún problema de aprendizaje en algunas de las áreas o si tiene alguna situación de bullying dentro del aula.

Siempre la emoción que subyace es la del miedo. Ante la emoción se interrelacionan distintos aspectos como pensamiento, conducta, ambiente o cuerpo. Por ejemplo: en la escuela se piensa en que no se puede dar la lección, en que no se sabe nada o en que sus compañeros se van a reír y eso provoca miedo. El cuerpo reacciona: sudor, dolor de estómagos, palpitaciones, ganas de ir al baño, entre otras, y la conducta es negarse a concurrir a la escuela, a ese ambiente. Aunque, por supuesto que esto es una generalidad, no todos reaccionan iguales, pero vale como ejemplo para ver cómo se reacciona).

Lo que vale también para reconocer qué se necesita para identificarlo y tratarlo en un trabajo en conjunto entre padres, escuela, docentes y profesionales. Hoy en día, los números de casos han crecido y muchas escuelas se han actualizado ante la situación. Pero aún muchas no. Sin embargo también se trabaja en la casa. No se desestima ninguna situación. La ansiedad puede surgir en la escuela, pero también en su hogar. La ansiedad social puede afectar a los y las jóvenes mayores de ocho años y en más chicos de esa edad, se pone el foco e otros aspectos.

-Durante todo ese proceso no se asiste a la escuela y son acompañados por docentes domiciliarios – hospitalarios de la Escuela Especial 508 “Madre Teresa De Calcuta". ¿Cómo es ese regreso? ¿Hay tiempo promedio?

-El regreso tiene que ser lo antes posible. Lo primero que se hace es ver si se pudo trabajar sobre las cuestiones de los miedos, los pensamientos y se pacta con la familia y el o la propia estudiante el regreso y sostener la decisión y tratar de no ir a buscarlos en una primera instancia. Generalmente se acuerda con la escuela de base volver solo una hora. En secundario se elige la hora que más le gusta. Si hablamos de un caso muy severo, lo mejor es que vuelva acompañado; preferiblemente, por alguien de afuera. Por ejemplo su docente domiciliario, para que de pronto actúe como contenedor en una situación determinada y le recuerde lo que hay que hacer ante una situación complicada.

Andrea es profesora del nivel primario y secundario de la Escuela Especial 508 y en los últimos años ha acompañado a estudiantes que padecen la fobia de ir a la escuela (hoy cuenta con cuatro estudiantes). Para la generalidad de los casos, ella especifica que “Lo primero es el vínculo, pensar que sin vínculo no hay aprendizaje. Después vamos viendo las propias características: si ese chico focaliza la mirada, si habla, si no lo hace; vamos indagando durante el acompañamiento. Vamos por el camino que ese chico nos indica y ya, cuando está establecido el vínculo, comenzamos con las preguntas sobre qué le pasa, qué siente; si no es muy difícil. Generalmente hay una pared, pero también tenemos buenos resultados. Pasado el tiempo y cuando uno ya generó cierta confianza, pueden hablar. Se largan a hablar”.

En cuanto al regreso, la docente especifica que, cuando se pauta el regreso, “es un reingreso paulatino y progresivo". "En general, son acompañados por la o el docente con quien ha generado el vínculo. Puede ser un día a la semana, que no esté las cuatro horas, pero se trata de trabajar con la escuela de nivel. Ese es el objetivo principal, que el o ella puedan estar en la escuela. Que vuelva a la escuela. Y siempre en forma paulatina, no es fácil ni rápido", explica.

-¿Suelen tener problemas cognitivos o sólo es una cuestión del intercambio con otros pares?

-Lo cognitivo va de la mano con su incapacidad para sociabilizar y para tener un aprendizaje social. Los chicos van a la escuela a aprender lo importante de aprender con otros. Ellos no la tienen. No obstante, hay chicos que pese a esto no tienen una dificultad desde lo intelectual. Digamos, varía en eso, el aprendizaje con todos.

La licenciada Frida Bokser agrega con respecto a esto que, “un problema de ansiedad así tiene que ser superado en unos meses. Si no se supera es porque responde a otras características. ¿Es probable que un chico con problemas de ansiedad tenga menor rendimiento en la escuela? Sí, porque está tan pendiente de lo que sucede en el entorno que genera una baja en el rendimiento. Por lo menos durante un tiempo. Pero en general de base no hay un problema cognitivo. Entonces, si no ha pasado mucho tiempo de ausencia, no lleva demasiado tiempo el trabajo. Ahora, si te vienen a ver después de dos años que no va a la escuela, se vuelve más difícil, pero no imposible. Hay que trabajar muy de a poquito, uno como profesional tiene que armase de paciencia y no querer apurar los progresos y las metas”.

Todas las partes coinciden en que la situación es indistinta en los establecimientos públicos y privados. También en que hay escuelas muy comprometidas, donde se trabaja en conjunto, y otras donde no tanto. El estudiante en dicha situación sigue perteneciendo a la escuela de nivel y el principal objetivo es que vuelva a ella.

Andrea pone énfasis y busca la mejor forma de transmitir lo feliz del último día del acompañamiento de esa trayectoria: “Es hermoso. Es el momento más lindo, porque vos ves los frutos del trabajo de todos. De una familia, de una escuela de nivel, de la domiciliaria y del chico pudiendo estar de la escuela, sociabilizando, compartiendo y aprendiendo como debe ser. El trabajo domiciliario en la casa es muy solitario. Pierde a sus pares, los recreos, los intercambios. Y ver a esos chicos que están jugando en los recreos, que los compañeros se acercan, es maravilloso”.

Si el trabajo es con niños o niñas menores de ocho años, se hace en forma conjunta con la familia y con la escuela. Y siempre es importante destacar que cuanto más se tarde en volver a la escuela, más se incrementarán los síntomas y por lo tanto más larga y dificultosa será su reincorporación a la escuela.

Decíamos que la situación es cada vez más frecuente y se da en forma indistinta en colegios de gestión privada y pública. Sin estadísticas confirmadas, muchos reafirman que hay necesidad de poner este tema sobre la mesa. “Hoy, quizás, lo que solo se ve es que algunos chicos o chicas tienen algunas dificultades de adaptación a la escuela, sobre todo después de la pandemia, pero eso es una cosa. Otra cosa es encontrarnos con las ansiedades, que se descomponen, que se niegan sistemáticamente a ir a la escuela, y a algunos les está costando mucho, estuvieron mucho tiempo en sus casas, a pesar que 2021 fue de modalidad mixta” sostiene  Frida Bokser, buscando que se ponga atención sobre esta situación que, por ejemplo, de los más de 180 matriculados de la Escuela Especial 508, aproximadamente 15, de primaria y secundaria, están bajo este tratamiento.

Cuando hablamos de fobias estamos haciendo referencia a un miedo irracional y desmesurado. Por lo general responden a un estímulo específico. En el caso de la llamada “fobia escolar”, hay algunos desacuerdos respecto a su clasificación como una entidad independiente o si responde a otro tipo de problemática. Lo prioritario es determinar si se trata de un problema de ansiedad o el temor se incluye en otro tipo de otra categoría diagnóstica.

Lo que se identifica como “fobia escolar” se reconoce como aquella instancia donde se niega sistemáticamente a concurrir a la escuela. El trabajo es, luego, determinar si esa negativa se debe a una ansiedad por separación, miedo o ansiedad ante la posibilidad de separarse de sus figuras de apego. Este miedo no es acorde a la edad evolutiva. O, por otro lado, una ansiedad social, es decir, un miedo o una ansiedad ante situaciones sociales, por ejemplo, hablar en público. Para aquellas o aquellos que lo padecen, cuanto más se evita lo temido, más se realimentan los temores y más se van limitando con el objetivo de escapar a la situación u objeto temido.

Bokser cierra: “Hay que estar atentos a cualquier cambio que se manifieste como, por ejemplo, negarse sistemáticamente a ir a la escuela, o que sea recurrente que cada vez que tiene que ir a la escuela se descompone, tiene fiebre,  llora, o no se quiere levantar, o muchas veces pide que lo vayan a buscar seguido. Si pasa una vez, pasa dos veces y esto sigue sucediendo, lo mejor es consultar a profesionales lo antes posible para poder trabajarlo. Porque esa chica o chico de primaria o secundaria la está pasando muy mal realmente. Por las razones que sean, pero la está pasando muy mal”.

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