Barrenderas: cómo es ser mujer en esta profesión

Paola, Ayelén y Brenda se ocupan a diario de mantener limpios cuatro focos neurálgicos de Mar del Plata. Sus experiencias en las calles.

11 de Julio de 2022 18:04

Por Redacción 0223

PARA 0223

Desde hace poco más de un mes, una cuadrilla conformada por 15 barrenderas recorre distintos puntos de Mar del Plata reforzando los servicios de limpieza de la ciudad. En esta oportunidad, el municipio decidió formar un equipo integrado únicamente por mujeres que se encargan de hacer el barrido y saneamiento de cordones y esquinas, recolección de residuos y cambio de bolsas en los tachos de basura para que no desborden en sectores altamente turísticos de la ciudad. Ambos servicios son esenciales para evitar el anegamiento de los pluviales.

Paola tiene 37 años, es madre soltera de dos hijos y hace más de un mes que agradece cada día su nuevo trabajo. No tiene muy en claro por qué la seleccionaron a ella entre tantas postulantes pero sabe muy bien que esta es una gran oportunidad y la piensa aprovechar demostrando fácticamente que la higiene de la vía pública está cambiando de manera radical. “Algo que mucha gente no sabe es que nosotras separamos la basura y es muy importante que las personas aprendan a separar la basura desde casa así colaboran con nosotras y con el medioambiente“, explica Paola.

Con una prestación que va de lunes a sábados de 13 a 19, el circuito de las barrenderas se despliega en cuatro focos neurálgicos como son: el microcentro, recorriendo la Peatonal San Martín y Rivadavia desde Mitre hasta la costa; el paseo costero desde Punta Iglesias hasta el Torreón del Monje; las calles Güemes y Olavarría desde Alberti hasta Peña y la zona de la estación ferroautomotora, por San Juan de 9 de julio a Colón. “Tenemos un equipo completo de trabajo de muy buena calidad, pero a veces sentimos que se nos impregna el olor a basura así que llegamos a tu casa y directo a bañarnos”.

 

Ayelén, barrendera de 22 años, confiesa que este es su primer trabajo. “Siempre fue un rubro con muchos hombres y se necesitaban más mujeres. Nosotras somos muy detallistas y eso marca mucho la diferencia. Por eso, tanta gente nos frena para felicitarnos y decirnos que las calles están muchísimo más limpias. La gente está feliz con nosotras” dice Ayelen. Sin embargo, hace unas semanas atrás fueron escrachadas en redes sociales cuando una persona compartió un video de ellas comiendo algo. “Frenamos un minuto a tomar algo y mucha gente se ofende porque en ese momento no estamos trabajando pero tenemos el derecho a frenar e ingerir algo. Somos seres humanos tambien”.

Brenda tiene 21 años, estudia para ser acompañante terapéutico y es otra de las barrenderas que fue seleccionada. Se la ve maquillada y muy bien peinada y confiesa que le gusta arreglarse para ir a trabajar. ”Me gusta verme bien para venir a trabajar”.

Más allá de los avances logrados en materia de género, el hecho de ser mujer sigue pesando en un mundo donde prima la desigualdad y ellas no quedan exentas. “Los hombres nos dicen piropos todo el tiempo como por ejemplo “Qué ganas de ser basura para que me levantes”. Pasan, te lo dicen y siguen de largo. Esto no le pasa a los hombres. No veo a las mujeres capaces de piropearlos a ellos. Las mujeres se bancan mucho más los comentarios”. El “piropo” hoy en día es más conocido como “acoso callejero” y lejos de dejar de existir, sigue presente en las calles. El “piropo”, en realidad, se trata de una opinión cosificadora donde el hombre trata de mostrar su poder sobre la mujer. El “piropo” es un momento en el que una persona puede opinar en público sobre una mujer, sin su consentimiento, evaluarla, cosificarla y encima se le exige que agradezca. Sin embargo, esto no es un halago ni un favor hacia la mujer, es una imposición del hombre que nace de su ego y la cultura del piropo, no es otra que la cultura de la violación, donde no se registra el deseo de la mujer. Es por esta razón, que es necesario terminar con estos abusos definitiva y radicalmente.