La increíble historia de Mujer Bonita, la comedia romántica que conquistó al mundo

La producción de la película tuvo detalles fortuitos y otros dramáticos que llevaron a Julia Roberts y a Richard Gere a protagonizar una película que todos aman desde hace 32 años.

15 de Enero de 2023 08:22

La vida de Julia Roberts cambió para siempre el 23 de febrero de 1990. Ella sabía lo que podía significar en su incipiente carrera el esperado estreno de su primer protagónico en el cine, con Richard Gere al lado, en una historia de amor que iba a romper muchos corazones. La vida de Julia Roberts había cambiado otro día, unos meses antes, cuando viajó hasta la casa del actor para convencerlo, cara a cara, de que aceptara filmar la película junto a ella, una joven de 21 años poco conocida como figura femenina. La vida de la estrella de “Mujer Bonita” había empezado a cambiar en realidad el 18 de julio de 1989, cuando la actriz elegida por delante de ella para ese papel fue asesinada por un fanático. O mucho antes, el 25 de agosto de 1985, cuando el femicida había cambiado de víctima porque la chica a la que pensaba enamorar falleció en un accidente de avión y necesitaba una nueva loca obsesión para su mente enferma.

El éxito de “Mujer Bonita”, una de las comedias románticas más queridas en todo el planeta, había empezado mal, con un guión escrito por un fracasado autor de películas ninjas, y atravesó muchos cambios -incluido el perfecto final e increíbles y dramáticas historias- hasta que se convirtió en una cinta súper taquillera y premiada que llevó a la cima a Julia Roberts, relanzó la carrera de Richard Gere y volvió a meter en la lista de hits al tema que finalmente le dio nombre a la película, 25 años después de que fuera editado.

La película, que no podría haber tenido otro nombre, en realidad se iba a llamar “3.000”, la cifra que le paga el protagonista a la prostituta callejera por acompañarlo una semana. Así lo había decidido el autor, Jonathan Frederick Lawton, un joven con una severa dislexia que le había complicado la vida escolar y que hacía años escribía guiones buscando que alguna productora le diera trabajo. Hasta finales de los 80, no le habían aceptado ni uno solo.

Todo cambió cuando dejó de lado sus historias de ninjas y se puso a escribir algo más oscuro y dramático. Basándose en las experiencias que había vivido al mudarse a un barrio complicado de Los Ángeles, entre prostitutas, proxenetas, narcotraficantes, drogadictos y vagabundos, se inspiró y escribió la historia de Vivian Ward, una prostituta con serios problemas con las drogas que es contratada por un rico hombre de negocios, Edward Lewis, por una semana. Su idea era mostrar el mundo de los negocios y el contraste con la pobreza, y pensaba en un final triste y hasta con la protagonista muerta por una letal sobredosis.

El guión fue aceptado por el prestigioso Instituto Sundance que fundó Robert Redford y luego comprado por una compañía para llevarlo al cine. Pero allí sufrió el primer gran giro fortuito del destino. La productora quebró, y los derechos de la película cayeron en Disney. Entonces surgió el primer gran problema: el final no era feliz, y a muchos no les cerraba. En la historia original, Edward abandona a Vivian después de pagarle lo acordado y la empuja de su auto arrojándole el dinero. Luego ella viaja en colectivo con su amiga a gastarse la plata fácil durante unas vacaciones en Disney. Será feliz durante esos días, aunque no como lo sería junto al hombre del que se había enamorado en esa semana de trabajo inolvidable.

El final de cuento de hadas se originó por culpa de Julia Roberts. Pero antes de que su encanto y la química con Richard Gere impulsaran al director a tocar el cierre de la película, hubo más giros del destino, algunos fortuitos, otros dramáticos, que pusieron a la joven de 21 años frente al papel de su vida.

El primero fue que la actriz elegida, Molly Ringwald, se bajó del proyecto. En la lista le seguía Rebecca Schaeffer, que estaba audicionando para un importante papel que todas las actrices jóvenes buscaban ese año: el de la hija de Michael Corleone en “El Padrino 3”. Rebecca tenía la misma edad que Julia (nacieron con apenas nueve días de diferencia), pero sumaba más experiencia y tres años en una serie de TV popular, lo que la hacía más potable para el rol de Vivian y para protagonizar una producción millonaria.

Rebecca Schaeffer era la protagonista elegida, pero la asesinó un fanático cuando estaban por darle el papel.

Pero no llegó ni a ensayar. En julio de 1989 un joven obsesionado con ella desde que la había visto cuatro años antes en la serie “Mi hermana Sam” viajó de Arizona hasta su departamento en Los Ángeles y la asesinó a balazos. Impulsada por su máximo sueño, Rebecca encontró la muerte. Es que el portero eléctrico no funcionaba, y al escuchar los insistentes golpes en la puerta la abrió sonriente, pensando que era la persona que ella esperaba, la encargada de acercarle el guión de “El Padrino 3”, y no otra vez el joven de 19 años trastornado que la había ido a ver un par de horas antes para declararle su amor.

De esa casualidad fatal se aprovechó Robert John Bardo, que se había fijado en Rebecca luego de que su primera enferma obsesión, Samantha Smith, una niña que se hizo famosa en Estados Unidos en 1983, a los 10 años, por enviarle una carta al presidente de la Unión Soviética, Mikhail Gorbachov, murió en un accidente de avión en 1985. Bardo vio entonces a Rebecca en la TV junto a la protagonista de “Mork y Mindy” y posó sobre ella toda su locura.

Meg Ryan fue una de las Vivian posibles. Venía de brillar en "Cuando Harry conoció a Sally"

El femicidio de Schaeffer cambió las leyes en California (el femicida había descubierto donde vivía a través de los registros del automotor, cosa que se prohibió) e hizo que los productores pensaran en una larga lista de actrices jóvenes pero consagradas o con mayor experiencia en Hollywood para el papel de Vivian. Algunas (entre ellas Meg Ryan, Daryl Hannah, Jodie Foster, Helen Hunt, Diane Lane, Brooke Shields, Sarah Jessica Parker) rechazaron la propuesta por creer que el rol principal era humillante para las mujeres.

A Jennifer Connelly, Winona Ryder, Drew Barrymore y Uma Thurman las rebotaron en las audiciones porque eran muy jóvenes para ponerse en la piel de una prostituta. Michelle Pfeiffer hasta llegó a ensayar escenas junto a Al Pacino, el galán elegido, pero a ninguno de los dos les cerró del todo la película. Sólo quedaba Julia.

Julia Roberts en “Magnolias de Acero”, que le valió una nominación al Oscar y audicionar para “Mujer Bonita”.

Roberts tenía la edad y el encanto, y venía de destacarse en “Magnolias de Acero”, con un Globo de Oro y una nominación al Oscar por ese gran papel de reparto. Parecía poco para que la pusieran al lado de Richard Gere en una inversión de 14 millones de dólares. Y al actor, ya una estrella aunque con flojos papeles en los últimos años, tampoco le cerraba la película que le ofrecían, y para la que habían pensado antes en John Travolta, Christopher Reeve, Denzel Washington y hasta en Sylvester Stallone.

El nuevo giro del destino a favor de Julia no tuvo nada de casual. Fue ella misma la que lo generó. Después de audicionar junto a Pacino por tres días, supo que el protagonista de “El Padrino” se había bajado y los nuevos productores, los de Disney, estaban dispuestos a confiar en ella si lograban entusiasmar a Gere. Aunque tampoco estaba muy a gusto con la historia, no tenía tiempo que perder.

Decidida a no sufrir un nuevo rechazo y a quedarse sin el trabajo, viajó hasta Nueva York para convencerlo cara a cara de que aceptara actuar junto a ella. Cuando el nuevo director, Garry Marshall, llamó al actor para saber su respuesta final, Julia estaba con él y le escribió en un pequeño papel autoadhesivo “Por favor, aceptá”.

La respuesta del actor ya la conocemos. Richard quedó encantado con Julia, al igual que Marshall. La química entre ellos fue inmediata y traspasaba la pantalla ya desde los ensayos. Fue eso que vio entre los protagonistas lo que llevó al director, responsable de los retoques en el guión, a edulcorar la historia y hacerla mucho menos sórdida y más romántica e inspiradora, y a cambiar el final por el que todos vimos, el que los termina uniendo para siempre.

Faltaba la música, y cuando eligieron el tema “Oh, Pretty Woman” para la banda de sonido, la película ya tenía nuevo nombre. Las canciones elegidas (con “It Must Have Been Love”, de Roxette, a la cabeza) fueron un golazo y se vendieron millones de discos, pero fue el tema de Roy Orbison uno de los tantos secretos de su éxito.

La canción tenía ya 25 años, y ninguno de sus dos protagonistas vivía. La mujer en la que se inspiró el cantante, su primera esposa, murió dos años después de editada la canción, en 1966, cuando se accidentó con su moto. Orbison, que poco después de enviudar sufrió un incendió en su casa en el que fallecieron dos de sus tres hijos, murió apenas meses antes del estreno de “Mujer Bonita”, a los 52 años.

La música, la historia, el nuevo final y los actores se combinaron para recaudar más de 500 millones de dólares, ganar premios y nominaciones (Julia sumó un Globo de Oro y fue candidata al Oscar) y fanáticos en todo el mundo durante más de 30 años. Roberts se convertiría en una estrella, en la sonrisa más admirada de Hollywood y en la actriz mejor paga del mundo tras meter un éxito tras otro, incluido “Novia Fugitiva”, otra vez junto a Richard Gere.

El galán relanzó su carrera y los medios volvieron a hablar de sus dotes como actor y sex simbol y no solo de su polémico noviazgo con la supermodelo Cindy Crawford, a la que llevaría al altar al año siguiente. Aunque esa historia no fue un cuento de hadas ni tuvo el final perfecto de “Mujer Bonita”.