Liam Neeson: la trágica muerte de su esposa hirió para siempre al héroe de Hollywood

La vida de la estrella de Hollywood quedó marcada para siempre en 2009, cuando su esposa, la actriz Natasha Richardson, tuvo un accidente esquiando del que no pudo recuperarse. Neeson intentó superarlo sumergiéndose en el trabajo y en el vino, poniéndose en la piel del héroe rescatador en varias de sus películas.

Liam Neeson y Natasha Richardson, una historia de amor con un final trágico e inesperado.

16 de Diciembre de 2022 19:50

Apenas atendió esa maldita llamada, Liam Neeson supo que su vida iba a cambiar para siempre. Y de una manera dramática, indeseable. Esa tarde, su esposa lo había llamado para contarle con una sonrisa en los labios que en una de sus clases de esquí para principiantes había rodado por la nieve canadiense. Liam terminó la charla preocupado, aunque el tono alegre de su esposa le trajo algo de calma. Pero unas horas después recibió a su celular esa otra llamada, la que dejaría su corazón herido por siempre.

La historia de amor entre Liam Neeson y Natasha Richardson había nacido 16 años antes. Fue un amor prohibido, imposible, un fuego intenso que los envolvió en su calor desde el principio. El actor irlandés ya era una estrella, pero estaba por encarar el proyecto que le daría fama, prestigio y una nominación al Oscar. Ella era una premiada figura de teatro y cine que llevaba la actuación en las venas, una pasión heredada de su padre, el cineasta Tony Richardson, y su madre, la actriz Vanessa Redgrave, una de las más reconocidas en Gran Bretaña.

Los caminos de Neeson y Richardson se unieron sobre el escenario para protagonizar un clásico teatral en Broadway: Anna Christie. Recién comenzaba 1993, y el flechazo fue total. Aunque no era sencillo transformarlo en algo más. Ella tenía 30 años, estaba en plena separación de su esposo, el productor Robert Fox, luego de apenas dos años de matrimonio. Él tenía 41, y un largo historial amoroso, con varias famosas incluidas (Helen Mirren, con quien convivió cuatro años, Julia Roberts, Barbra Streisand, Sinéad O´Connor), y un pasado de picaflor que no le sumaba mucho a la hora de prometer amor eterno.

Su última conquista estelar era Brooke Shields. La protagonista de “La Laguna Azul” hasta había escuchado a Neeson pidiéndole matrimonio unos meses antes, luego de una ruptura que le dio paso a un segundo intento, con propuesta de casamiento y todo. Pero la joven Brooke ya sabía que su relación estaba terminada, y se animó a regalarle un vaticinio que se cumpliría como un mantra el día en que decidió terminar su relación: “Te conozco, y sé que te vas a enamorar de tu nueva compañera de teatro”, le dijo cuando Liam estaba por empezar los ensayos con Natasha. Y no falló en nada.

Liam Neeson y Natasha Richardson se enamoraron en una obra de teatro.

Las dos estrellas tuvieron que contener sus impulsos y ocultar sus sentimientos durante los meses que duró la obra. En marzo de aquel año, Liam cambió el teatro por el cine y se fue bien lejos. Su destino durante unos meses fue Polonia, donde filmaría “La Lista de Schlindler” con Steven Spielberg. En pleno rodaje, Liam no se olvidó de Natasha. Y le envió una carta de feliz cumpleaños el 11 de mayo. Fue el gesto que la actriz británica esperaba para lanzarse al hermoso abismo del amor pasional.

Ya divorciada, Natasha se tomó un avión y le cayó por sorpresa a Neeson en Polonia, decidida a concretar ese sentimiento que la atravesaba como un flechazo. En plena primavera europea, ese amor que ya no era prohibido se convirtió en un romance que los llevaría a ser una de las parejas de Hollywood más envidiadas. En 1994 se casaron mientras Liam se convertía en una figura mundial tras el éxito de “La Lista de Schlinder”, el film ganador de siete Premios Oscar. La fama de Liam vino con más de un pan bajo el brazo. El mismo año de su boda, la feliz pareja estrenaría su primera película conjunta: “Una mujer llamada Nell”. En junio de 1995 nació Michael, que seguiría los pasos de sus padres, y al año siguiente la familia se agrandó con la llegada de Daniel.

Liam y Natasha lo tenían todo. Sus carreras seguían en ascenso y su familia era más de lo que habían soñado. Celebraron 15 años juntos mientras Neeson filmaba una película que impulsaría su estrellato en todo el mundo y que sería un presagio de la tragedia. El 18 de septiembre de 2008 se estrenó en Argentina “Búsqueda Implacable”. En la primera parte de lo que sería una trilogía que rompió las taquillas, Neeson se ponía en la piel de un héroe de acción que salvaba la vida de su hija, secuestrada por una red europea de trata. En la segunda parte, haría lo mismo con su esposa, pero en el último capítulo de la saga no podría evitar su muerte. Antes de que su icónico personaje del agente Mills sufriera la pérdida del amor de su vida, Neeson sentiría ese golpe insoportable en la realidad, exactamente seis meses después de ese primer estreno.

Liam y Natasha se casaron al año de conocerse y enseguida formaron una familia.

En marzo de 2009, el actor debía viajar a Canadá para filmar “Chloe” junto a Julianne Moore y Amanda Seyfried . El viaje de trabajo iba a ser aprovechado para para que Natasha y su hijo Michael, de 13 años, lo acompañaran a disfrutar de la nieve en el final del invierno canadiense. El plan era irse unos días a Quebec y tomar clases de esquí mientras Neeson filmaba en Toronto.

En una de sus primeras clases, Natasha perdió el control en una bajada y rodó por un acantilado sobre la nieve firme. El golpe de su cabeza sobre la nieve fue muy fuerte, pero la actriz parecía haberlo asimilado bien. Recibió los primeros auxilios y decidió no ser internada en el hospital para que le realizaran los controles de rutina que su instructor creía necesarios.

Ya en el hotel, Natasha llamó a su esposo y le contó, divertida, que había rodado sobre la nieve. Un par de horas después, su mente y su vida entraron en un cono de sombras del que no podría salir. Cuando se descompuso en su habitación y perdió el conocimiento, la llevaron de urgencia al hospital. Fue la asistente de Neeson la que le hizo al actor aquella otra llamada que anticiparía la tragedia.

Aunque se tomó un vuelo privado lo más rápido que pudo, en pleno viaje el avión se desvió de su destino. Las noticias no eran buenas. A Natasha la estaban trasladando a otra ciudad, a un hotel de mayor complejidad porque su cuadro era gravísimo. Cuando Neeson llegó, las enfermeras lo reconocieron y lo guiaron hasta la habitación donde estaba su esposa. Allí recibió el mazazo. El médico a cargo decidió darle el diagnóstico fatal sin rodeos y le mostró las tomografías que acababan de hacerle. Liam, que por su trabajo y su pasado en el boxeo y las artes marciales sabía ver esos estudios, supo al instante por las imágenes que el daño era irremediable: su esposa tenía muerte cerebral.

Partido por el dolor, entendiendo que el desenlace ya estaba en sus propias manos, Neeson recordó aquel pacto que habían hecho con su esposa hacía nueve años cuando fue él quien tuvo un accidente y el pronóstico inicial había sido alarmante. Liam manejaba su moto por una ruta cuando un ciervo se cruzó en su camino y terminó cayendo por un barranco. Fue internado con fracturas y un mal diagnóstico. Con los meses, logró recuperarse. Natasha siempre estuvo a su lado y los dos juraron que si uno de ellos afrontaba una situación de salud irreversible, no iban a estirar el final de la persona amada gracias a las máquinas de un hospital.

Cumpliendo aquella promesa, Liam decidió trasladar a Natasha a un hospital en Nueva York para que fuera despedida por sus seres más queridos. Antes, entró a verla, se acercó a su rostro y le contó lo que iba a ocurrir en las siguientes horas, las últimas que pasaría con vida: "Te amo, cariño, pero no vas a volver de esto. Te golpeaste la cabeza. No sé si podés escucharme, pero esto es lo que pasará. Te llevaré de regreso a Nueva York, y vendrán la familia y nuestros amigos". Y así pasó.

El funeral de su esposa fue en Nueva York, rodeados de amigos.

Antes de desconectarla, Liam aprobó la donación de sus órganos, su corazón, sus riñones y su hígado para salvar tres vidas. Pero eso pequeño consuelo no ayudó a afrontar esa terrible pérdida. Mientras se convertía en un héroe salvador de su familia con los nuevos capítulos de “Búsqueda Implacable” y en varias de sus películas en la última década, el actor irlandés cayó en las trampas del alcohol. El vino y el trabajo eran sus armas para esconder su tristeza de los ojos de sus hijos. Pero ellos estaban sufriendo sus propios infiernos, y Michael, ya adolescente, se refugiaba en las drogas.

Ambos salieron de esas sombras gracias al cine. Y se reunieron en la pantalla en 2020 en el filme “Made in Italy”, con una trama nada ajena para Liam y Michael, que ya se había cambiado el apellido a Richardson en honor a su madre: la historia de un padre que junto a su hijo, del que estaba distanciado, viaja a la Toscana italiana para restaurar y vender una villa en ruinas que había pertenecido a su esposa fallecida. Mientras restauran minuciosamente la villa, también comenzarán a reparar su relación.

La carrera de Neeson jamás se detuvo. Lejos de la pantalla grande, claro, todo resulta un poco más doloroso. "Hay momentos, ahora, en nuestra residencia de Nueva York, en los que escucho que se abre la puerta. Ella siempre dejaba caer las llaves en la mesa y una parte de mí espera que me diga. ¿Hola?. Cada vez que escucho que se abre la puerta sigo pensando que voy a escucharla y, entonces, el dolor me golpea”, contó.

Hace unos años, ante un aniversario de la muerte de Natasha, escribió en sus redes sociales: "Dicen que lo más difícil del mundo es perder a alguien a quien amas. Ella era mi todo. Esos 16 años de ser su esposo me enseñaron a amar incondicionalmente. Tenemos que detenernos y estar agradecidos por nuestros cónyuges. Porque, un día, cuando levantes la vista de tu teléfono, ya no estarán allí. Lo que realmente aprendí sobre todo lo que ocurrió es a vivir y amar todos los días como si fuera el último. Porque, algún día, lo será".