La experiencia de un niño enfrenta a El matadero de Echeverría

Olvidate del matadero es una obra pensada desde el otro y por el otro. Para su mensaje elige a un joven aniñado que se atreve a responderle a Esteban Echeverría que lo ocurrido en el matadero estuvo lejos de ser un infierno, más bien una fiesta popular.

Misky tiene una extraña compulsión a la lectura sin entender mucho de lo que lee.

24 de Enero de 2023 08:24

El Matadero es un buen candidato a ser considerado uno de nuestros mejores relatos de ficción, y es sin duda el primero que vale la pena” sostiene Carlos Gamerro para agregar, “La ficción en Argentina nace, habría que decir, del intento de presentar el mundo del enemigo, del distinto, del otro (…).

En esa línea, casi inspirados por esa consigna, Pablo Finamore y Claudio Martínez Bel, con la supervisión dramatúrgica de Mauricio Kartun, crean Olvidate del matadero. Un unipersonal de cincuenta minutos donde la actuación de Finamone es sensacional.

La historia nos mete en la vida de don Esteban, cuando falta poco tiempo para su exilio. Misky, el protagonista, es el hijo de una criada de don Esteban. Es un ser inocente, despojado de maldad, que tiene una extraña compulsión a la lectura sin entender mucho de lo que lee. La suerte, y esa compulsión, lo llevan a encontrar y leer un original de don Esteban, titulado El Matadero. El patrón lo descubre y lo obliga a olvidarlo (“Olvidate de eso que leíste porque te hago meter preso en Montevideo”), pero él no puede y es ahí donde el conflicto entre la propia experiencia que vivió Misky se enfrenta a lo narrado por el autor de La cautiva.

“Ahí nosotros encontramos el conflicto que para nosotros es el motor, es el punto para empezar a tirar de la cuerda que hace hablar a este muchacho por su imposibilidad de olvidar todo lo que lee. Él lo recuerda todo, pero no entiende todo” dice Pablo Finamore, quien pone cuerpo y voz a Misky.

El espacio de la obra es indefinible (el público podrá imaginar el que quiera), la interlocutora del protagonista es su madre, quien ya falleció. Misky habla con ella luego de haber sido reprendido y castigado por don Esteban por leer su cuento. Misky se corta el dedo y ese hecho funcionará como alegoría final.

-Qué acierto contrarrestar la voz de El Matadero con Misky, no desde la teoría o desde otra narración, ni de una discusión o tipo de violencia…

-Sí, claro. Este muchacho no convencional, lo que se llamaba en otras épocas el opa del pueblo, después que le pasa este incidente con don Esteban se empieza a pregunta por qué debe olvidar y va  y se lo cuenta a su madre muerta.  Él compara todo el tiempo lo ocurrido aquel día en el matadero con lo leído. Nosotros lo metimos dentro de la historia de Echeverría. A toda esa mugre que se describe en el cuento, a toda esa sangre después de la faena, todo ese infierno, Misky lo ve como una fiesta popular. Ahí está lo que queríamos mostrar.

El contrapunto está bien claro. La cuestión empírica sobre lo que se vivió como un festejo (festejaban que había carne, la gente corría, los pibes jugaban con barro, el pueblo celebraba) provoca en el protagonista una gran inquietud. El personaje no tiene maldad, es pura inocencia; con su dedo sangrando, busca entonces una explicación a la violencia que se describe en lo que leyó. Pero la puesta se da en tono de comicidad, pero con un resultado teatralmente dramático. 

Echeverría hace una demonización del otro que es muy pesada para la vida: el otro siempre es el infierno. El Matadero está considerado el primer cuento argentino y Amalia de José Mármol se considera la primera novela argentina. Los dos demonizan a todo lo que es Federal y exaltan a todos los que son Unitarios. Y sabemos que no es tan así. Cuando los Unitarios estuvieron en el poder fueron iguales o peores que Rosas, fusilaron gente (a Dorrego, entre otros), existía el voto por galera (si no tenías galera no podías votar) por ejemplo. Nosotros damos vuelta todo. Para Misky toda la gente que estaba en el matadero era buena gente y lo prueba” enfatiza el actor.

Olvidate del matadero llevó siete meses de trabajo y cuarenta y tres versiones. Felipe Pigna asesoró en cuanto al costumbrismo de la época y el gran Mauricio Kartun trabajó con ellos en la dramaturgia: con la construcción del personaje y el formato del texto. Tanto director como actor coinciden en que “fue un placer” poder compartir ese trabajo con él.

Olvidate del matadero es una obra que no da silencios. Tiene algo de musicalidad por su construcción en forma de verso libre lo que hace de estructura para entrar en un ritmo pegadizo. Sentimos la velocidad con que las imágenes y las preguntas pasan por la cabeza de Misky.

-En definitiva el gran tema es siempre el “otro”. Viendo lo jugado y el compromiso de ustedes con la obra, ¿qué es el otro para ustedes?

- El otro es un igual a mí. Somos semejantes y la verdad es que la violencia y matarnos no nos conduce a nada más que a más violencia. Tenemos que encontrar los canales para poder dialogar y encontrar consensos. El sistema que tenemos para poder vivir en comunidad es la democracia, entonces tenemos que hacer que ella funcione y que se respeten las decisiones y, sobre todo, no demonizar al otro.

-¿Detrás de la inocencia de Misky está esa búsqueda?

- Hay una pregunta que se hace Misky que resume nuestra idea: ¿Cómo se hace para parar de sangrar? Ahí hay una alegoría sobre nuestra historia. Es la pregunta que queremos dejar también.

Olvidate del matadero es una obra que busca reflexionar, entre otras cosas, sobre los discursos en que se construye la realidad. Enfrente pararon a El Matadero de Esteban Echeverría y tan mal no les va.

(*) Olvidate del matadero se presenta durante enero y febrero en la sala Nachman del Teatro Auditorium, los martes a las 21.

 

Temas