A 35 años de la noticia argentina más insólita: un caniche cayó de un piso 13 y "mató" a 3 vecinos

El fatídico hecho sucedió el 21 de octubre de 1988 en el barrio porteño de Caballito. La increíble secuencia recorrió el mundo y ocupa un lugar especial en el anaquel de las crónicas periodísticas más recordadas por los lectores. 

La foto del caniche es ilustrativa.

18 de Octubre de 2023 10:26

Hace 35 años se publicó una crónica que de seguro tendría un lugar especialmente reservado en el álbum de recortes de diarios en el colecciona noticias raras el ferretero taciturno que interpreta Ricardo Darín en "Un cuento chino", como la de la vaca que cayó de un avión y mató a la mujer del inmigrante que, accidentalmente, aloja en su casa, en la película dirigida por Sebastián Borensztein.

El suceso periodístico en cuestión ocurrió el 21 de octubre de 1988, en el barrio porteño de Caballito, y es una de las informaciones más insólitas que se han difundido en la historia argentina reciente. La rareza de la situación -en la que las trágicas muertes de tres personas derivaron directa e indirectamente de la caída de un caniche- también estuvo signada por un guiño del destino: el fatídico 13. 

En diferentes culturas y religiones, ese número está relacionado a las desgracias y a la mala suerte. Judás, que traicionó a Jesús, era el decimotercer comensal de la Última Cena; Cristo fue crucificado un viernes 13; en el libro bíblico del Apocaliísis, se narra la profecía de la llegada del anticristo en el capítulo XIII; según la Kabbalah, una de las corrientes espirituales judías más populares, existen 13 espíritus malignos; la caída del Imperio Romano en Constantinopla se produjo un martes 13; en las leyendas escandinavas, Loki, considerado el espíritu del mal, fue el invitado número 13 en una cena de dioses; en la Quiniela, el 13 significa "la yeta"; y en el tarot, la carta número 13 ilustra la muerte y desgracia eterna.

El edificio del que cayó el perro está en avenida Rivadavia y Morelos.

En este caso, el 13 fue el número del piso del que se precipitó "Cachy" desde un balcón hacia la calle, en caída libre. El accidente desencadenó la muerte de tres vecinos que nada tenían que ver entre sí, pero a quienes la fatalidad los unió en su último día, en la esquina de avenida Rivadavia y Morelos.

Las crónicas de la época detallan que, por la vereda de abajo del edificio en el que el perro vivía junto a la familia Montoya, caminaba Marta Espina, una jubilada de 75 años que iba a hacer las compras muñida de la típica y colorida bolsa de loneta de poliester a rayas que se usaban en aquel tiempo para hacer los mandados. En su andar apacible, intempestivamente fue noqueada por el cuerpo de "Cachy", que la derribó de un golpe seco, produciendo las muertes instantáneas tanto de la mujer como del caniche. 

La noticia estuvo en tapa de los principales diarios de la época.

Fue tan rápida la secuencia que terminó con la vida de Espina, que los transeúntes de esa concurrida arteria comercial se acercaron hasta el cuerpo de la mujer sin saber qué había ocasionado su desplome en plena vía pública. Los primeros en llegar sortearon su incredulidad para intentar -sin éxito- reanimarla. Pero en pocos segundos, la dramática escena se llenó de curiosos en busca de un poco de morbo. 

De alguno de esos dos grupos formaba parte Edith Solá, de 46 años, quien en su afán de ir hasta donde yacía tendida Espina cruzó distraída la avenida Rivadavia y fue atropellada por un colectivo de la línea 55. Ni siquiera el estridente color rojo del interno 15 advirtió a la mujer del peligro inminente que corría su vida, cuyo paso presuroso no le dio tiempo de frenar al chofer. Falleció también en el acto, bajo las ruedas del ómnibus. 

El interno 15 de la línea 55 atropelló a la segunda víctima fatal. Foto ilustrativa.

Pero el "efecto mariposa" que comenzó con la caída al vacío de "Cachy" deparaba una última consecuencia devastadora. Un hombre, cuyo nombre no trascendió, presenció la increíble secuencia y su corazón no soportó tantas emociones fuertes. Sufrió un infarto ahí mismo, convirtiéndose en la tercera víctima involuntaria del perro y de la irresponsabilidad de la familia Montoya, que no aseguró correctamente el perímetro del balcón. 

El testigo devenido en infortunado protagonista fue asistido con premura por el personal médico que arribó al lugar alertado por los vecinos. Peso a los esfuerzos por salvarle la vida, su deceso se constató en la ambulancia, camino al hospital.

La crónica fue replicada por la agencia internacional de noticias Reuters.

Los tintes surrealistas del suceso no sólo quedaron impregnados en la memoria de todos los porteños mayores de 45 años, sino que se replicaron en toda la Argentina y hasta llamaron la atención de agencias de noticias y medios internacionales, que llevaron la crónica hasta los rincones más recónditos del mundo, en los que, tal vez, un taciturno ferretero chino que, accidentalmente, alojó en su casa a un inmigrante argentino que perdió a su esposa por la caída de un caniche recortó de un diario para pegarla en el álbum en el que coleccionaba noticias raras.