"El castillo" llega a la Competencia Latinoamericana

El film de Martín Benchimol se proyectará los días sábado a las 10:30 y a las 19:30 y domingo a las 16:30 respectivamente en la Sala Aldrey 5. 

4 de Noviembre de 2023 10:03

Por Redacción 0223

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En Competencia Latinoamericana en el Festival de Mar del Plata se presenta con funciones el sábado 4 a las 10:30 y a las 19:30 y el domingo 5 a las 16:30 en la sala Aldrey 5 El Castillo, documental de Martín Benchimol.

El film viene de un intenso recorrido por festivales de todo el mundo y se estrenará en salas de las provincias a partir del 30 de noviembre y luego, el 7 de diciembre en la Sala Lugones y en Cacodelphia (y simultáneas).

"El Castillo" narra la historia de Justina que, luego de trabajar como empleada doméstica toda su vida, hereda de su antigua empleadora una enorme mansión en medio de la pampa argentina. La única condición es que jamás la venda. En este moderno cuento de hadas, Justina y su hija Alexia enfrentarán los desafíos de mantener viva esa promesa.

- En otras entrevistas contaste que encontraste el castillo de casualidad y que el proceso de escritura fue bastante especial. ¿Cómo fue ese proceso? ¿Qué tanto se respetó a la hora del rodaje?

- Empecé escribiendo la vida de Justina y Alexia en narrativa, como si fuese un relato (también era plena pandemia y necesitaba hacer algo), y ahí decidí que la película iba a estar en el presente de las protagonistas: una madre e hija a punto de separarse. Desde ya que había otras tramas: la promesa de Justina de cuidar el castillo, su novio a la distancia, la relación con la familia de la ex dueña. Pero decidí que el corazón de la película se concentre en el vínculo madre-hija. Obviamente el guion se fue modificando, incluso durante el rodaje mismo. El texto era una guía para que el relato tuviera una forma más o menos de cuento, pero en concreto era una herramienta para tener disparadores en rodaje. La idea era generar las condiciones para que Justina y Alexia pusieran en escena su vínculo dentro del juego que les proponía la película.

- "El castillo", se torna una crítica social eficiente. ¿Qué es lo que querías evidenciar con esta historia?

- La historia de Justina es una grieta, un error en el sistema. Creo que la película habla de las enormes contradicciones de nuestro sistema de clases, y sobre cómo la herencia define fuertemente la pertenencia a una clase social. Digo la herencia en un sentido amplio, como todo lo heredado. Lo material y lo simbólico. Por eso veo que es tan visceral la pertenencia de clase, porque está vinculada a algo muy primario. El asunto es que leemos la pertenencia de clase en términos de ranking. No hay distintas clases sociales, hay mejores y peores. Veo ahora, en medio de la campaña presidencial, que muchas personas hacen malabares dialécticos para explicar una postura política que está impulsada por el rechazo a formar parte de “lo popular”. Creo que, mientras sigamos despreciando lo que se entiende como popular, el entramado social difícilmente tenga forma de red. 

- La locación no solo parece de ensueño para habitarla, sino que también debe haberlo sido al momento de filmarla. ¿Cuáles fueron las decisiones que tuvieron que tomar a la hora de retratar un espacio tan avasallante?

- Cuando decidí ubicar la película en el presente estaba renunciando a contar en detalle el pasado de Justina en relación con esa casa y la antigua dueña. Entonces empecé a imaginar las escenas haciendo participar al castillo como una presencia que observa y opina de lo que sucede. Como si la antigua dueña viviese aún en la casa. Eso me llevó a alejar un poco la cámara, ampliar los encuadres, e incluir los retratos de la antigua dueña y su familia, como los guardianes de las escenas. A veces me resultaba difícil sostener estos encuadres lejanos, porque yo me siento mucho más cerca de las protagonistas que la posición de cámara. Pero estábamos jugando a encarnar esa mirada que recoge la inmensidad del espacio, lo sórdido del aislamiento y lo abrumador de la vida de dos personas en esa casa inmensa. De ahí la decisión de no sacar la cámara fuera de los límites del territorio. Alexia puede salir a hacer las compras, o puede irse a Buenos Aires, pero la cámara siempre se queda en la casa, porque es parte de ella.