Pablo Castro: “Hay una cuestión de pérdida muy grande de lo que fuiste y de lo que había alrededor de tu vida”

El consumo problemático desde la visión del psicoanálisis. ¿Qué lleva a que alguien consuma drogas? ¿Es por placer o dolor? Cómo responde el psicoanálisis a esta realidad que genera tantas muertes directa e indirectamente en nuestra país.

En Trainspotting se ve como, en un primer momento, quien consume se está divirtiendo, pero después viene una situación de pérdida absoluta.

15 de Marzo de 2023 08:57

Si uno busca el origen etimológico de la palabra "adicción" vemos que comparte raíz con addictus, que significa en latín "apegado". Para adicción, la traducción del latín es algo así como "sumisión a un dueño o a un amo" (era la forma en que se denominaban a los esclavos con que se pagaban deudas). Pensando su origen en estos tiempos, uno podría pensar que muchos y muchas mantienen ese amo o ese dueño, perdiendo libertad, pero que ya no es otra persona, sino una sustancia, una droga, el alcohol, entre otros. La pregunta es ¿por qué necesitamos ese amo? ¿Por qué algunos o algunas lo necesitan y otros no?

Pablo Castro es psicólogo (MP 46847) y trabaja en el centro de promoción social de la Asociación Integradora de Personas con Padecimientos Psíquico (Aipe). Desde su lugar nos explica que “desde el psicoanálisis se suele pensar que el sujeto está atravesado por cuestiones inconscientes y que todas las conductas que hacemos tienen una motivación inconsciente y, por lo tanto, las desconocemos. De esto surge la pregunta sobre qué nos pasa frente al dolor; qué hacemos cuando algo nos duele. Ese dolor no es solamente físico, orgánico, puede ser un dolor emocional también, los que son pensados desde el psicoanálisis bajo una figura del “quitapenas”. El "quitapenas" como una sustancia externa que viene a aliviar algún dolor. Podemos decir que hay determinados dolores que una persona no adicta puede soportar y una persona no adicta no puede soportar. Otras lecturas hablan sobre pensar las adicciones más del lado de las recompensas. Es decir, cómo el cerebro aprende a recibir una recompensa de algo que le dio determinado placer haberlo consumido. Nosotros no lo pensamos como algo que te da placer, sino como aquello que quita o permite ocultar un dolor. Hablamos de un mecanismo de cancelación, cancelar un dolor. Y lo que vemos en alguien, cuando está en situación de consumo problemático (como se lo denomina ahora), es que no encuentran mucha satisfacción, sino por el contrario, encuentran situaciones traumáticas, torturantes. Eso está muy bien representado en la película Trainspotting. Ahí se ve como, en un primer momento, quien consume se está divirtiendo, pero después viene una situación de pérdida absoluta y ahí no hay placer posible”.

-Pienso en la dimensión de ese dolor del que no se puede hablar ni soportar, pero también en cómo es que algunos pueden y otros no pueden hacerlo…

-Imaginemos una situación de duelo. Sentís ese de dolor por la pérdida de alguien muy querido, pero podés hablar sobre él, llorás, hablás, compartís recuerdos, entonces hay un dolor del cual el sujeto puede hablar y transita el duelo. Uno podría decir que hablamos de una salida “saludable” del duelo. Ahora bien, si esa persona no puede hablar, directamente se lo calla todo. Uno diría que está más cerca de la necesidad de algo, un placebo, un quitapenas para aliviar o esconder ese dolor.

-Y ¿en qué momento se convierte en algo voluntario? ¿Se puede decir así?

-En psicoanálisis es un gran debate la voluntad. No sabemos hasta adonde estamos condenados, a veces, a ciertos demonios que nos manejan la vida inconsciente. Freud decía que el "yo", lo que podemos representar de nosotros mismos, tiene tres amos: los amos de los impulsos del puro placer absoluto, los amos de los mandatos de las leyes de las legalidades y el amo de la realidad. El mundo externo nos presenta ciertos mandatos que nos terminan manejando un poco la vida. Uno diría que la voluntad siempre está como puesta en jaque, pero bueno. También es cierto que cuando uno puede empezar a ponerle palabras a este dolor, hay un alivio. Poder hablar de lo que te pasa, encontrar ciertos espacios para conversar, tener un espacio para hablar de esos dolores genera un alivio ahí. Entonces, lo que se llama el consumo problemático va a empezar a disminuir. Cuando pasa a ser algo inmanejable y cuando ya desaparece ese falso paraíso artificial se convierte en algo nefasto. Algo que deja de ser placer y ya entramos en el ámbito patológico con necesidad de tratamiento.

El psicólogo Pablo Castro nos cuenta cómo responde el psicoanálisis a la adicción.

-¿Se considera una enfermedad o cómo lo entienden ustedes?

-Hablar de patología es siempre muy complejo y difícil en estas cuestiones porque depende de algo muy subjetivo, muy individual. Por eso se opta por hablar de “consumo problemático”. A este lo podemos analogar con ciertas patologías, sobre todo cuando ya escapan al control y se tornan inmanejables. Uno diría que el consumo es problemático cuando ese consumo suma conductas en su vida que lo van llevando a diferentes dificultades, donde lo alejan y va disminuyendo su entorno social.

-¿Cómo se comporta el cerebro, la psiquis de alguien, bajo el efecto de las drogas?

-Obviamente tiene distintos efectos y estos dependen de la sustancia en cuestión. Uno podría pensar en las más conocidas y decir que la cocaína exalta al sujeto, lo hace sentir todopoderoso, y en la marihuana es al revés y se tiende a la relajación del cerebro y de la actividad, inclusive. Después el LCD genera distorsión del juicio crítico de la realidad, hay ciertas alucinaciones mayoritariamente visuales y después hay muchas cuestiones de cada sujeto. ¿Viste el libro de Stevenson, "El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde"? Él no se trasforma en otro, no aparece la otra cara de la moneda, sino que hay una total despersonalización, aparece otra persona distinta. Por eso muchos dicen que lo necesitan para tener relaciones sexuales, para animarse a algo, para enfrentar algo. Es un ejemplo como el del que consume cocaína por ejemplo.

-Es decir que tenés aquello que no podés decir como dolor y ahora el consumo…

-Totalmente. Y volvemos a Trainspotting, si querés, porque recuerdo una escena donde el pibe que empieza a consumir tiene una vida normal, una casa cómoda, sus vínculos y después lo vemos en la casa que está toda vacía, no hay más que mugre y está solo. Hay una cuestión de pérdida muy grande de lo que fuiste y de lo que había alrededor de tu vida.

-¿Hablan de una cura, es algo que se sana? ¿Uno convive con esa sombra? ¿Cómo lo piensan?

-Es muy difícil generalizarlo. Sabemos que cuando hay cuestiones adictivas, justamente porque no hay palabras, porque la persona en cuestión tiende a no hablar, lo que no se habla se actúa. Se saca por medio de conductas que generalmente son complicadas para sí mismo. Hay diversos tratamientos y, puntualmente dentro del psicoanálisis, hablamos de singularidad. Hacer generalizaciones es complejo. Sí podríamos decir que una persona que está en estas condiciones de adicción tiene muchas dificultades, hay una vulnerabilidad psíquica muy grande y hay muchas cosas a emparchar y a remendar. Los tratamientos van a ser largos, muchas veces se va a tender a que el sujeto pueda reemplazar o sustituir algo de la adicción por algo que no sea tan destructivo. Hay un capítulo de Los Simpson donde Barney, que es alcohólico, deja de tomar cerveza y al final del capítulo se la pasa tomando café. Eso es un mecanismo de sustitución, se sustituye algo por algo más socialmente aceptable y que no te deje tan expuesto a la pérdida de control de vos mismo. A veces no son tan directas, pero se tiende a que el sujeto pueda engancharse con alguna entidad deportiva o algo que lo apasione. Por eso funcionan en muchos casos ciertos mecanismos religiosos. El sujeto vuelca toda su conducta, que estaba en el consumo de sustancias, a consumir otras cuestiones que tienen que ver con la fe, la religión. Pero sobre todo, lo que solucionará el tema, lo fundamental, es que pueda hablar de los dolores más profundos y más difícil de procesar. Ese será el gran cambio. No estoy diciendo que hay una cura instantánea y definitiva, pero hay una disminución del impulso a salir corriendo a tomar alguna sustancia. Se juega mucho en esa relación con la sustancia casi amorosa, ella empieza a ocupar un lugar muy importante en la vida de la persona que consume, por eso ir incorporando otras cuestiones por fuera de la sustancia es muy difícil, no es nada sencillo para ellos.

Las estadísticas que reflejan la mortalidad relacionada al consumo de sustancias psicoactivas para el año 2019, según el Observatorio argentino de drogas del Sedronar, indican que alcanzaron el 17,3% de las muertes en total. Fueron 5524 fallecimientos, de los cuales 97,5% fueron por causas indirectas y el 2,5% restante fueron por causas directas. Ese total se puede discriminar de la siguiente forma: 85,1 % por tabaco; 0,2 % por sustancias de uso indebido; 0,8 % por estupefacientes y el 13,9% por alcohol.

Al ser mencionada en diferentes oportunidades por Pablo Castro, traigo Trainspotting para el final. En una de las escenas más impactantes, uno de los protagonistas dice: “Y aquí estaba, rodeado de mi familia y mis supuestos amigos; y nunca me había sentido tan solo”. Reconocer la realidad que golpea y atropella, a veces, es lo más complejo de la situación. No solo por el reconocimiento del dolor, sino también por el asumir que solo no se puede, por esa invulnerabilidad de la psiquis que impide que te abras y compartas con todos aquellos que te rodean.

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