Día de la Mujer: ¿Se dice feliz día?

8 de Marzo de 2023 10:47

Cada 8 de marzo se conmemora el día de la Mujer Trabajadora, fecha establecida en 1975 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con el objetivo de disminuir las desigualdades que surgen a partir del género. ¿Pero es un “feliz día”? ¿Por qué no se celebra un día del hombre? ¿Por qué a tantas mujeres aún les avergüenza proclamarse “feministas”?  

Son muchas las personas que aún en 2023 siguen creyendo que hablar de feminismo es hablar de superioridad cuando, en realidad, es hablar de igualdad. El feminismo es un movimiento social que pide para la mujer el reconocimiento de unas capacidades y derechos que tradicionalmente han estado reservados solo para los varones. Involucrarse en esta lucha hoy sigue siendo sólo para valientes pero es justamente lo que queremos dejar de ser. Florencia Freijo, politóloga y escritora feminista es una de esas mujeres que, hace años, se anima a levantar la voz aun sabiendo los costos que esto conlleva. La autora de los libros “Maleducadas”, “Solas” y “Decididas” habló en exclusiva para 0223

-No, no es un feliz día por eso decimos que es una conmemoración. Es un día para recordar la lucha de los derechos de las mujeres que es histórica que es incluso anterior a las huelgas y conquistas que hemos logrado en materia de derechos humanos. No es un día feliz porque los índices nos hablan de una profunda desigualdad en el desarrollo económico, educativo y social de las mujeres respecto a los varones. Y esto sigue siendo así porque muchas personas niegan esta desigualdad. Por eso el 8 de marzo se vuelve un día muy importante de concientización, de trabajos en las escuelas y rever los datos. Porque si no sabemos lo que está pasando, los esfuerzos no pueden ser mancomunados y esa sería la única manera de conquistar una equidad real. 

-Son muchos los varones que los 8M se preguntan por qué no tienen un día del hombre. ¿Qué les responderías? 

-Primero que sí lo tienen, es en noviembre, pero creo que no lo saben porque nunca han tenido que luchar por sus derechos como varones. Que no lo sepan habla mucho de la falta de necesidad que tienen de luchar por ser respetados como varones. En ningún lugar del mundo son discriminados por ser varones. Sí, pueden sufrir otras discriminaciones transversales. Por ejemplo, hay una desigualdad enorme entre un varón en situación de pobreza y una mujer en una situación de riqueza. Sin embargo, estructuralmente, las mujeres siempre han estado en una situación de vulnerabilidad, así que estaría bueno que nos acompañen en esta lucha como aliados. 

¿Te acordás de ese día en el que te reconociste feminista? 

-No hubo un día puntual en el que me haya reconocido feminista. Desde muy temprana edad lo soy. Y eso hizo que pudiera desarrollar este trabajo con tanta convicción porque realmente recuerdo tener 12 años y enojarme porque me trataban distinto respecto a los varones y a mis deseos. Y ver que mis compañeras no se enojaran con el hecho de que nos trataran distinto. He tenido una madre muy feminista, con sus limitaciones culturales y de aprendizajes pero me ha enseñado a alzar la voz y a no tener miedo por hacerlo. Y desde muy chica pude identificar las violencias que había sufrido, teniendo un padre ausente, con la Justicia que era injusta con mi mamá, la mirada social. Todo eso me pesó desde muy temprana edad y por eso fue muy natural comenzar la universidad y estar interesada en los temas relacionados a los derechos de las mujeres. No hubo un día inaugural pero sin dudas, hubo una reafirmación en el 2015 con el Movimiento Ni Una Menos. 

-¿Por qué crees que a tantas mujeres les avergüenza proclamarse feministas? 

-La palabra feminismo surge de Alejandro Dumas. “Feminist” se les decía a los varones que por tener tuberculosis se le feminizaban los rasgos y esto era visto como algo ridículo. Por eso, cuando las feministas comienzan a luchar eran como mujeres que querían hacer de hombre, el proceso contrario a lo que pasaba con el síntoma de la tuberculosis en varones. Entonces, ya de base, nuestra etiqueta tiene una raíz basada en el desprestigio social. En cada una de las luchas hubo procesos sociales para desalentarnos, desprestigiarnos y mirarnos como esas malas mujeres que querían ocupar el rol de los hombres. Lo que yo le digo a las mujeres es que no hay un derecho que no tengan que no haya sido conquistado por el feminismo. Es muy ingrato con el movimiento que nos haya dado tanto y le demos tan poco apoyo. Se suele escuchar “Donde están las feministas, por qué no se pronuncian” como si tuviéramos una especie de deuda social, en realidad la deuda la tiene la sociedad con nosotras. 

El avance del empoderamiento de la mujer ha hecho del feminismo el día a día de muchas mujeres y lo convirtió en el movimiento político por excelencia. La política concretamente funciona como una herramienta para transformar la realidad, y eso es exactamente lo que empezó a suceder hace algunos años en nuestro país.  

En Argentina, el feminismo logró legalizar el aborto, es decir, las mujeres ya no deben morir por la clandestinidad; se logró el cupo laboral travesti-trans en el sector público. También vimos reflejada la ley de paridad parlamentaria, es decir, las listas electorales tienen que tener hombres y mujeres en partes iguales y la proporción de diputadas electas pasó, en promedio, de 35% a 44%. Por su parte, el Presupuesto 2022 con Perspectiva de Género y Diversidad contempló más de $2 billones de pesos para la implementación  políticas de género que se destinaron a 14 ministerios. Lo que equivale a alrededor del 3,4% del Producto Bruto Interno (PBI) y que tuvieron como ejes el fortalecimiento de la infraestructura de cuidados y la inclusión de mujeres y diversidades en sectores estratégicos de la economía. El Presupuesto 2023 contempla más de $4 billones para políticas con perspectiva de género en las distintas áreas del Gobierno. Esto significa un aumento nominal de 106% con respecto a 2012 y representa más del 14% del presupuesto general previsto para este año.  

Avanzamos pero todavía queda mucho por hacer. Por ejemplo, sólo el 4% de las mujeres que trabajan ocupan cargos de dirección o jefatura mientras que entre los varones, el porcentaje es el doble. Las mujeres continúan mostrando una baja participación en el mercado laboral, con mayor propensión a empleos precarios, y están en clara desventaja en la pirámide de ingresos. Actualmente, se calcula que hay una diferencia salarial del 30% en nuestro país, según un estudio de Barraud. La desigualdad de género en el ámbito laboral se incrementó el último año y según el Foro Económico Mundial (WEF),  a este ritmo, habrá que esperar 257 años para lograr la paridad.  

Según datos del Indec, por cada 100 pesos que gana en promedio un varón, una mujer gana 79. Una de las razones es que las mujeres se insertan principalmente en sectores vinculados al cuidado donde hay una presencia de empleo informal e ingresos laborales más bajos. De hecho, el servicio doméstico es la rama de ocupación con mayor índice de feminización en la Argentina. Un 97% son mujeres. Y esto también se ve reflejado en casa. Mientras que 5 de cada 10 varones realizan tareas del hogar, 8 de cada 10 mujeres lo hacen. Sin ir más lejos, en pandemia 3 de cada 4 hogares declararon que las tareas de apoyo escolar estuvieron a cargo de las mujeres. 

¿Por qué exigimos igualdad? La escritora francesa Virgine Despentes dice que la feminidad es el arte de ser esclavo. Existen mandamientos tácitos en esta sociedad en los que aprendimos a sentir vergüenza por nuestro propio cuerpo, culpa por no poder con todo, ansiedad por la mirada aprobatoria ajena. Hay violencia y maltrato psicológico naturalizado en los imperativos que atraviesan la vida doméstica, sexual, familiar y social de las mujeres. 

La expresión más cruel de esta sociedad patriarcal se refleja en los relevamientos de víctimas de femicidios. En lo que va de 2023 se produjeron 39 femicidios y 93 intentos, según un informe del Observatorio Mumalá. 1 femicidio cada 36 horas en la Argentina. 26 niños, niñas y adolescentes se quedaron sin madre. Fueron en total 68 las muertes violentas de mujeres, travestis y trans. El 66% de los femicidios fue cometido en la vivienda de la víctima, en un 65% fue por su pareja o ex. El  13% de ellas había denunciado a su agresor. Sólo el 13% se había animado a denunciar a su agresor. Todas las que denunciaron tenían medidas de restricción de acercamiento y el 25% tenía un botón antipánico.  

Un día como hoy cabe aclarar que el enemigo no es el hombre, es el orden patriarcal. Esto lo explica muy bien la filósofa y escritora Rita Segato cuando dice “no queremos un feminismo del enemigo”. El feminismo no puede y no debe construir a los hombres como sus enemigos “naturales”. El enemigo es el orden patriarcal, que a veces está encarnado por mujeres. Y destaca constantemente que queremos igualdad, es decir, que la mujer del futuro, no se convierta en el hombre que estamos dejando atrás. 

Un día para reflexionar.

 

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