Estadísticas y silencios: la realidad de la violencia obstétrica y las cesáreas en Argentina

La violencia obstétrica es una de las violencias más comunes y más invisibilizadas que atraviesan las mujeres. Si bien en Argentina existe una ley que limita el exceso de cesáreas y garantiza un trato respetuoso y personalizado, aún sigue pasando. ¿Por qué es tan difícil que ocurra un parto respetado y humanizado?

La violencia obstétrica es una de las más comunes en la Argentina, a pesar de que existe una ley de Parto Humanizado.

21 de Febrero de 2024 08:44

Por Redacción 0223

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La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh) define a la violencia obstétrica como “todas las situaciones de tratamiento irrespetuoso, abusivo, negligente, o de denegación de tratamiento, durante el embarazo y la etapa previa, y durante el parto o postparto, en centros de salud públicos o privados”. Esto se ve en el aumento desmedido de cesáreas que supera lo sugerido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En Argentina la violencia obstétrica está a la orden del día y es más grave para las mujeres que han sufrido violencia de género, abusos, violaciones o mutilación genital. La agencia Antártica Press realizó un informe especial sobre el corte que padecen las niñas desde que nacen hasta los 15 años. Luego, esas mujeres atraviesan relaciones sexuales y partos dolorosos.

La pobreza, las situaciones de vulnerabilidad y de precariedad propician esta violencia. Son prácticas invasivas, cargadas de medicación sin justificación, de tratos deshumanizados y discriminatorios que causan daños en la mujer y que no respetan sus tiempos biológicos y psicológicos. A pesar de las regulaciones, es una actividad que se sigue tapando e, incluso, negando. 

¿Qué hace falta para tener partos respetados?

La violencia obstétrica ha sido definida legalmente en Argentina como una de las modalidades que asume la violencia contra las mujeres, expresadas en tratos deshumanizados y exceso de intervencionismo médico sobre sus procesos reproductivos y sus cuerpos”, explica el Centro Interdisciplinario en Metodología de las Ciencias Sociales (CIMeCS) de la Universidad Nacional La Plata.

Algunas de las prácticas que forman parte de la violencia obstétrica son: los controles rápidos y poco humanizados, los procedimientos clínicos sin el consentimiento del paciente, la negativa al ingreso de un acompañante en el trabajo de parto, no validar el dolor de la madre y privarla de analgésicos

Aumentan las cesáreas en Argentina sin el consentimiento de las madres.

En el informe ‘Se robaron mi parto’ del Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva de Colombia se registró el testimonio de 106 mujeres que reconocieron haber recibido tratos irrespetuosos y violentos durante el proceso de gestación, parto y postparto. Las mujeres colombianas no solo padecen esta violencia sino que, además, muchas son sobrevivientes de la mutilación genital. 

En 2009 se legisló la prohibición de la mutilación genital femenina en ese país. Sin embargo, se sigue practicando en la clandestinidad. “Sin una prohibición global, la ley parece tan solo una sugerencia”, sostienen los periodistas de Antártica Press. En otros lugares, como Kenia, las mujeres cruzan la frontera para que les realicen la mutilación a sus hijas en países que lo aprueban. 

Lo que hace falta para tener partos respetados es más información. Desde el 2004, la Argentina cuenta con la Ley 25.929 de Parto Humanizado. Esta reglamentación prevé que se respeten los tiempos biológicos y psicológicos de las mujeres; que cuenten con asesoría sobre las distintas intervenciones médicas y participen en la toma de decisiones.  Además, pueden elegir a la persona que estará presente durante el trabajo de parto y postparto; y recibir información sobre la salud del recién nacido. 

Falta más información y acompañamiento haciendo evidente la violencia obstétrica.

Más del doble

La tasa de cesáreas en Argentina ronda el 35%, según el último informe del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Es una cifra que aumenta 1% por año. Los especialistas sostienen que es una práctica que llegó para salvar vidas pero, al mismo tiempo, los índices arrojan que es un riesgo para las madres e hijos. Más aún cuando el porcentaje de cesáreas es más del doble del sugerido por la OMS, de acuerdo a la información brindada por el Hospital de Clínicas.

Desde el Centro Rosarino de Estudios Perinatales (CREP) explican que “hay muchas embarazadas y bebés que son innecesariamente expuestos a los riesgos asociados a las cesáreas”. Y señalan: “Cuando una cesárea tiene justificación clínica, su aplicación disminuye la morbi-mortalidad materna y perinatal. Pero cuando aumentan sin justificación clínica, también aumenta la morbimortalidad”.

Para proteger la salud de la madre y del bebe es vital que se reduzcan las “cesáreas innecesarias”, es decir las que se podrían evitar por carecer de contraindicaciones médicas. Con información de calidad y un acompañamiento constante por parte de los médicos, es factible la disminución de este índice. 

Derecho a elegir

Cada madre tiene su propia historia y como lo demuestra Antártica Press en cada una de sus investigaciones sobre el matrimonio infantil, trata de personas, migraciones o violencia de género, los partos no siempre son en las mejores condiciones. Por eso, tiene que respetarse el derecho a elegir cómo dar a luz y contar con toda la información y asesoramiento para que sea lo más respetuosa posible.