La octava maravilla

Selfie. Campazzo le "sacó" una cámara a un fotógrafo y terminó con una autofoto del equipo con la gente de fondo. Fiesta "milrayitas". (Fotos: Diego Berrutti)

2 de Mayo de 2014 00:19

No podía ser de otra manera. La serie entre los dos equipos marplatenses merecía un final así, con las dos hinchadas cantando orgullosas por sus equipos y con un partido vibrante, quizá no tan bien jugado, con muchos errores, pero sumamente emotivo. Y con una diferencia clave: la jerarquía. Porque Quilmes hizo una serie increíble, impensada para muchos, donde tenía todas las de perder. Pero Peñarol tiene un plantel diferente, armado para otra cosa y lo demostró en los momentos calientes. Con un Martín Leiva (15 puntos y 9 rebotes) clave para aprovechar su peso en la pintura, con Facundo Campazzo que pareció no brillar como en otras ocasiones, pero terminó con una planilla de 10 puntos, 9 rebotes y 9 asistencias, cerca otra vez del triple doble. Y con Franco Giorgetti, un jugador de rol que fue determinante para quebrar el partido y se convirtió en la figura de la noche, para que los del “Tulo” Rivero se lleven el triunfo por 80 a 70 y se metan en la semifinal de la Liga Nacional, donde espera por Boca o Gimnasia de Comodoro, que definirán el quinto juego en Buenos Aires.

El encuentro comenzó con un clima muy caliente en las tribunas, con mucho color y calor de ambos lados. Para no ser menos, los jugadores lo trasladaron adentro del campo de juego, sin mala intención, pero con mucha intensidad. Sin tanta defensa pero con buen goleo, Quilmes encontró por primera vez en la serie a un Walter Baxley muy activo, haciéndose cargo con efectividad de los primeros ataques, mientras Peñarol repartió el goleo entre sus hombres, pero le costaba mucho tomar tiros cómodos. Jugaba mejor el “tricolor”, que se hizo fuerte en defensa y efectivo en ataque para ponerse 14 a 7 (8 de Baxley) y lo obligó a Rivero al tiempo muerto, a falta de 3’38”. Un triple de Boccia al regreso del descanso, levantó a Peñarol que en dos minutos revirtió todo lo que había pasado en la primera parte del cuarto, defendió duro, recuperó y encontró el aro de afuera con Leo Gutiérrez que lo puso al frente por 16 a 14, con un parcial de 9-0. Ramella reacomodó las cosas en el banco, y a la vuelta Maxi Maciel clavó una “bomba” que le volvió a dar la delantera al “cervecero”. Una de las piezas que le han dado resultado al “tulo” en la serie son los ingresos de Isaac Sosa, y el boricua no le falló, en la primera que tocó metió un triple y llevó a su equipo arriba al primer descanso corto por la mínima: 18-19.

El arranque del segundo chico fue errático, con ofensivas confusas y pérdidas de Quilmes que le permitían correr a Peñarol. Igual, con un triple de Facundo Piñero, el “tricolor” igualó en 21. Los dos técnicos empezaban a mover el banco y rotar a los planteles. Los que saltaron a la cancha respondieron, Weigand se levantó desde afuera en la primera que recibió y Vildoza descontó con un gran doble, y luego con una penetración enorme que no pudo completar con la falta que le “robó” a Weigand y quedó abajo por la mínima (25-26). El partido se caldeó adentro, Marín protestó demás y recibió una técnica que fue aprovechada por el “milrayitas” para sacar cuatro de ventaja. Peñarol trataba de alejarse, pero Quilmes no se lo permitió y con un triple de Piñero y un doble lejano de Marín volvió a dejarle la respiración en la “nuca” (32-33). Con mucho empuje, trabajando y aprovechando sus momentos, el “tricolor” pasó al frente en el minuto final del cuarto  y sacó una luz (41-37) con un triple de Lucas Ortiz que levantó al pueblo “cervecero” y con el que se fueron al descanso largo después de otra gran defensa colectiva.

El complemento lo comenzaron erráticos, con Leiva empezando a prevalecer en la pintura y Marín abriendo el goleo en el cuarto para Quilmes con un triple. La clave de Peñarol estaba bajo las tablas con el pivote que marcó los primeros nueve puntos de su equipo, mientras que Quilmes mostraba mayores variantes, pero le costaba armar ofensivas claras. El primer punto de otro jugador que no fuera Leiva llegó a falta de 4’40” con un doble de Boccia que puso al frente al “milrayitas” por 48 a 47. Pero el “tricolor” seguía llevando el juego al desarrollo que más le convenía, mucha defensa, goleo bajo y efectividad de la línea para adelantarse por 3 (51-48) y obligar al tiempo muerto de Rivero, que no le gustaba nada lo que estaba viendo. Campazzo trataba de imponer su ritmo, pero chocaba con una muy buena marca de Vildoza. Leiva sumó su cuarta falta cuando restaban 2’42” para que se vaya el tercer cuarto y era una mala noticia para Peñarol, ya que el pivote había marcado 11 de los 15 puntos del equipo en el cuarto y se tuvo que ir a sentar. Lo positivo, que su reemplazante, Gabriel Fernández respondió con un triple que lo dejó abajo por la mínima (56-55). Igual, el exSelección Nacional también llegó a su cuarta infracción y los dos internos quedaban comprometidos. Quilmes le dio mucha ventaja porque marró cuatro libres seguidos y otra vez “Gaby” rompió de afuera. Una gran jugada colectiva le dio la delantera a Peñarol que se fue arriba al último descanso corto por 60 a 58.

Quedaban 10’ y era a todo o nada. Peñarol podía dar el golpe de nock out y meterse en las semifinales tras una serie durísima. Quilmes no se rendía así nomás y quería estirar la definición a un quinto juego el domingo. El “tricolor” apostó a la pintura con Romero aprovechando las cuatro faltas de Fernández y el pivote respondió. Lo mismo que Maciel, que clavó una bomba del costado que le dio ventaja de tres (67-64) a falta de 6’30”. El “Gaby” fue el primero en irse por cinco y quedaban 6’ en los que Leiva iba a tener que aguantar en la cornisa. Dentro de un partido normal, Campazzo apareció con un triple para poner a su equipo al frente 69 a 67. El partido se quebró, Leiva ganó en su pintura y Giorgetti pesó en la ajena, capturó un rebote para sacar ventaja, definió una contra perfecta para estirarla y facturó de la línea (67-74) la falta de Baxley que llegó a la cuarta, con 4’29” en el reloj. Quilmes se derrumbó. No sólo se nubló a la hora de atacar, sino que perdió infinidad de rebotes en su aro que lo terminaron de liquidar. El golpe letal se lo dio la figura del cuarto, el hombre que quebró el partido, Franco Giorgetti. Que después de una nueva ofensiva desaprovechada por Quilmes tiró un triple desde el costado y sacó una ventaja de 10 (77-67) que fue decisiva. 

El resto fue para disfrutar la fiesta de las tribunas. Porque Peñarol se dedicó a festejar la clasificación y el triunfo ante su clásico rival, mientras que los de Quilmes, más allá del dolor, de saber que se vienen todas las cargadas de los “primos”, mostraron orgullo y agradecimiento a sus jugadores, a un plantel que se armó para mitad de tabla y se metió entre los mejores ocho de la Liga Nacional, aplastó a Sionista en la Reclasificación y le jugó de igual a igual a uno de los máximos candidatos a quedarse con el certamen.

En definitiva, se dio la lógica. Por equipo, por presupuesto, Peñarol tenía un 80% de posibilidades de llevarse los cuartos de final y seguirá por su objetivo único de recuperar la corona que el año pasado le arrebató Regatas Corrientes. Dio un paso más el “milrayitas”, que ahora espera rival en la semifinal. Quilmes finalizó su temporada con la frente alta, en su regreso a la máxima categoría del básquet nacional. Con este espectáculo del básquet nacional, ganamos todos