El Emisario: entre saberes legítimos y saberes elididos...
18 de Abril de 2008 18:37
Por Redacción 0223
PARA 0223
El Emisario submarino habría sido proyectado como necesario alrededor de mediados de la década de 1930, aunque distintos factores motivaron su postergación. El Emisario submarino habría sido proyectado como necesario alrededor de mediados de la década de 1930, aunque distintos factores motivaron su postergación.
A comienzos de la década de 1980, la contaminación del mar marplatense se habría construido socialmente como un “problema”, cuya “solución” recaía, nuevamente, en la construcción de un Emisrio submarino. Sin embargo, esta recomendación habría emanado del INCYTH, contradiciendo los resultados de otros estudios sobre la contaminación marina, pero provenientes de técnicos locales.
Resultados diferentes y pujas de saberes sobre un mismo “problema”, de los que la población es excluida, y sobre el que los que “saben”, “deciden” que la solución es la construcción de un dispositivo técnico.
A mediados de 1984, se argumentaba que el emisario tendría 4 kms. a un costo de U$S 4 millones por kilómetro, soslayando otros proyectos y saberes. Pero esta decisión requería el resguardo del saber técnico universal, por lo que se realiza en la ciudad el Seminario Internacional sobre disposición de efeluentes residuales en comunidades costeras”, en el que se asumieron como válidas para esta ciudad, las experiencias internacionales basadas en el esquema Planta-Emisario.
Pero sería recién el 19 de marzo de 1999 que se promovería la licitación de la obra, que demandaría dos años y un presupuesto de $ 45.000.000. Previo a la adjudicación, se habrían sucedido distintas observaciones a la propuesta técnica, por lo que el proyecto queda detenido hasta febrero del 2000, momento en que es “destrabado”, e iniciándose las “obras” en abril de ese año.
A diciembre 2001, momento en que la empresa habría paralizado y abandonado el proyecto, la sociedad marplatense había pagado $ 11.000.000. Sólo por la excavación, la provisión de tuberías y algunas obras en tierra. Luego de dos años, el resarcimiento económico de la empresa hacia el municipio fue el estipulado en el pliego de licitación, es decir, el depósito de garantía consistente en $ 2.000.000.
Pero siempre se trata de la obra y de encontrar algún mecanismo de financiamiento para concretarla; donde la soberbia de los que deciden y la indefensión de la población se conjugan en rotundos fracasos técnicos. “Fracasos” que sanean con “no obras” no precisamente la ciudad...
De nuevo, estamos frente a acciones, decisiones y consecuencias que se ocultan tras las “obras”, junto a la información y conocimientos que deberían ser apropiables por la sociedad en su conjunto.
AUTOR / FUENTE: Ana Nuñez
A comienzos de la década de 1980, la contaminación del mar marplatense se habría construido socialmente como un “problema”, cuya “solución” recaía, nuevamente, en la construcción de un Emisrio submarino. Sin embargo, esta recomendación habría emanado del INCYTH, contradiciendo los resultados de otros estudios sobre la contaminación marina, pero provenientes de técnicos locales.
Resultados diferentes y pujas de saberes sobre un mismo “problema”, de los que la población es excluida, y sobre el que los que “saben”, “deciden” que la solución es la construcción de un dispositivo técnico.
A mediados de 1984, se argumentaba que el emisario tendría 4 kms. a un costo de U$S 4 millones por kilómetro, soslayando otros proyectos y saberes. Pero esta decisión requería el resguardo del saber técnico universal, por lo que se realiza en la ciudad el Seminario Internacional sobre disposición de efeluentes residuales en comunidades costeras”, en el que se asumieron como válidas para esta ciudad, las experiencias internacionales basadas en el esquema Planta-Emisario.
Pero sería recién el 19 de marzo de 1999 que se promovería la licitación de la obra, que demandaría dos años y un presupuesto de $ 45.000.000. Previo a la adjudicación, se habrían sucedido distintas observaciones a la propuesta técnica, por lo que el proyecto queda detenido hasta febrero del 2000, momento en que es “destrabado”, e iniciándose las “obras” en abril de ese año.
A diciembre 2001, momento en que la empresa habría paralizado y abandonado el proyecto, la sociedad marplatense había pagado $ 11.000.000. Sólo por la excavación, la provisión de tuberías y algunas obras en tierra. Luego de dos años, el resarcimiento económico de la empresa hacia el municipio fue el estipulado en el pliego de licitación, es decir, el depósito de garantía consistente en $ 2.000.000.
Pero siempre se trata de la obra y de encontrar algún mecanismo de financiamiento para concretarla; donde la soberbia de los que deciden y la indefensión de la población se conjugan en rotundos fracasos técnicos. “Fracasos” que sanean con “no obras” no precisamente la ciudad...
De nuevo, estamos frente a acciones, decisiones y consecuencias que se ocultan tras las “obras”, junto a la información y conocimientos que deberían ser apropiables por la sociedad en su conjunto.
AUTOR / FUENTE: Ana Nuñez
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