Un día en el Cefepra, el centro de avanzada donde entrenan los pilotos
0223 recorrió el lugar donde se entrenan los pilotos de Aerolíneas Argentinas. Posee simuladores de última tecnología, que recrean cualquier aeropuerto, distintas condiciones climáticas y hasta 400 fallas.
¿Quién no soñó alguna vez con ser piloto de avión? La posibilidad de viajar por todo el mundo –y que te paguen muy bien por eso-, el respeto que imponen, la adrenalina que implica controlar una nave de cientos de toneladas, hacen que todos, en algún momento de su vida, sueñen con sentarse en la cabina de un avión y empujar la palanca para despegar.
0223 pudo hacerlo. No teman, nadie resultó herido ni mucho menos. La experiencia fue en uno de los simuladores que Aerolíneas Argentinas tiene en el Centro de Formación y Entrenamiento de Pilotos de la República Argentina (Cefepra). Los simuladores, fabricados por la empresa Flight Safety Internacional, fueron adquiridos por 75 millones de pesos, y son la principal inversión de los casi 125 millones que demandó la construcción y equipamiento del edificio completo de Cefepra, de casi 4000 metros cuadrados.
Por esas asombrosas máquinas pasan diariamente 400 personas que se capacitan. “Está todo el tiempo en funcionamiento. Si venís un día a las 3 de la mañana vas a ver que hay pilotos entrenando”, le dice a 0223 Pablo Fernández Fayolle director del Cefepra.
Los simuladores son unos enormes cubos que están sostenidos sobre unos brazos que combinan la hidráulica y la energía eléctrica. A simple vista, poco atractivos, pero lo mejor está en su interior. Una plataforma se despliega y permite acceder a la cabina. En el interior de cada simulador se pueden apreciar las réplicas exactas de la cabina de cada modelo de avión, que utilizan Aerolíneas Argentinas y Austral.
Perillas, botones, palancas, luces, pantallas, todo se presenta inentendible al sentarse en la cabina del capitán de la nave. Detrás de la réplica, hay otro sillón con una pantalla que utiliza el instructor de vuelo. “Desde ahí, el instructor puede establecer la condición climática que quiera o generar hasta 400 fallas para ver cómo lo resuelve el piloto”, dice Fernández Fayolle.
Y cuando dice la que quiera es la que quiera. Por el “vidrio” del avión la pared blanca que existe del otro lado ya no existe. Ahora se puede ver el aeropuerto de Ezeiza. Ahora ya no se puede, porque el instructor decidió que haya niebla. Ahora se despeja, pero la nieve alrededor dificulta el despegue. Mejor un día soleada. Con sólo apretar un botón se puede elegir cualquier aeropuerto del mundo y modificar las condiciones climáticas.
El avión despega y la sensación en el estómago que siente cualquier persona que se sube a un avión es exactamente idéntica. Dobla (un poco brusco, por cierto) y la primera reacción es agarrarse de lo que uno tiene la lado. Las risas alrededor son lógicas: ese inmenso cubo está completamente quieto. “Si hace esas maniobras con el sistema de movimiento activo terminamos todos contra el vidrio”, aclaran con una sonrisa.
Además del avance tecnológico, esta inversión millonaria que realizó la aerolínea de bandera para incorporar los simuladores le permitió dejar de derrochar millones de dólares al año. “Cuando la empresa fue estatizada había más de 15 convenios con distintos aeropuertos del mundo. Los pilotos se iban un mes a Singapur, por ejemplo, con sus familias, para realizar estas prácticas”, explican a este medio.
Hoy, el Cefepra no sólo sirve para mantener entrenados a los pilotos de Aerolíneas y Austral, sino que también es un modelo de negocio. Aerolíneas de otros puntos del mundo pagan miles de dólares para que sus pilotos se entrenen en la institución de Ezeiza.
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