Peatonal San Martín, un paseo resistido por los marplatenses que atrapa a los turistas

El aroma a pochoclo, los músicos callejeros y los diferentes promotores son sólo algunos de sus ingredientes. En una recorrida por sus cuadras, 0223 se propuso saber porqué los turistas la eligen más que los marplatenses.

27 de Enero de 2019 08:09

Mientras se escucha el charango de un joven que toca What a wonderful world a cambio de alguna propina, una madre le compra a su hijo un helado combinado de Mc Donald’s y una pareja de abuelos busca boletos con descuento para ir a Sierras de los Padres en las clásicas oficinas que se ubican en el medio de la peatonal San Martín de Mar del Plata.

Las siete cuadras que componen el paseo -entre la Catedral neogótica y la playa Popular- son de lo más variadas y pueden encontrarse desde vidrios templados para celulares a precios populares hasta prendas de vestir de las mejores marcas. Y en épocas de verano, como ésta, es más habitual encontrar turistas que marplatenses. 0223 lo recorrió para saber por qué es un imán para los visitantes y un lugar resistido por los locales. 

Entre los lugares para descansar en la peatonal, los asientos que bordean la fuente ubicada en la intersección con calle San Luis, lideran el podio. Ahí pueden distinguirse fácilmente marplatenses de turistas. Los locales no se quitan las mochilas y se sientan con los pies listos para salir después de tomar una bocanada de aire fresco. En cambio, los visitantes desembolsan un arsenal de cosas para disfrutar de una buena merienda.

 

Anita, Nacho y Nelly llegaron de San Juan, y mientras toman mate en uno de esos bancos al costado de los pocos chorros de agua que tira la que alguna vez fue una fuente con luces de colores, cuentan que es la tercera vez que vienen a Mar del Plata. “La elegimos para volver porque disfrutamos muchos del mar”, explican y opinan que las calles del centro se ven “un poco” sucias a la noche por los folletos que la gente tira, pero “a la mañana amanece limpia”.

Entre la marea de gente que camina por la peatonal, incluso se lo puede distinguir a la distancia. Es el que camina rápido, habla por celular y le dice con sequedad a las chicas que reparten muestras gratis: "Soy de acá".

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Una torre de monitoreo de la Policía Bonaerense custodia a los turistas en el comienzo de la peatonal, un payaso le ofrece un globo con helio metalizado de Peppa Pig a unos nenes que pasan por al lado -también hay de los Minions, SpiderMan y Mickey- y mientras tanto promotoras de diferentes marcas regalan productos exclusivos de verano.

 

Aunque algunos comerciantes afirman que esta no es la mejor temporada de Mar del Plata, la peatonal San Martín está llena y se escuchan tonadas de argentinos de todas partes.

Delia y Diego son de Corrientes y vienen a la ciudad por lo general cada 2 años o “siempre que se puede”. “Nos gusta la playa”, cuentan y el hombre señala que le sorprende cómo impactó la crisis económica en los comercios. “Vemos mucha gente en los negocios, pero no hay que esperar para que te atiendan", dice.

 

La mayor cantidad de turistas pueden encontrarse en la fila de las boleterías del cine Ambassador, sobre calle Córboba, o en las mesas de la Fonte D’Oro que están colocadas sobre la peatonal. Entre familias que esperan impacientes a que los camareros le lleven la orden, vendedores ambulantes tratan de anotar alguna compra.

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“El arte no es efímero”, cita el cartel que una estatua viviente colocó en la caja para los billetes. Vestido de lo que parece ser un personaje de la mitología un poco extravagante saluda a una nena que se acerca.

La música y la pintura son otras dos ramas artísticas presentes en San Martín. Las guitarras y los violines le compiten a los bombos de un reclamo gremial en el que trabajadores precarizados aprovechan la temporada para visibilizar su situación. Y los tradicionales cuadros de aerosol esperan que alguien se los lleve para decorar su casa.

El sol se siente fuerte al mediodía, pero después de una típica lluvia de verano cambia la temperatura, el viento corre fresco y el aroma a pochoclo invade la mayoría de las esquinas donde se ubican los carritos. Uno de los más antiguos es el de “El Mono”.

 

Daniel es el encargado de llevar adelante por este tiempo el negocio que su familia inició hace unos 60 años y explica que “la temporada va muy bien" y que "los marplatenses no tienen por qué quejarse como lo hacen siempre".“Hay mucha gente, y consume, aunque busca barato”, dice. En el carrito que es ahora manejado por la quinta generación se pueden conseguir los “mejores pochoclos de la ciudad” realizados con una fórmula “distinta y secreta como la de la Coca Cola”. “Tenemos clientes de invierno y de verano que vienen de hace años”, afirma y cuenta que ahora vienen los que antes eran chicos con sus propios hijos.

Trabajadores de tickets para espectáculos son de los que protestan: "Arrancó muy mal el año, ahora empezó a mover un poquito". "Estamos en la misma cantidad de ventas que el año pasado", reclaman y dicen que "la gente pregunta, pero quieren más descuento del que se le ofrece y encima pagan con tarjeta".

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En invierno, la mayoría de los días, San Martín está vacía. A menos que sea fin de semana largo, Semana Santa o día de la primavera -aunque ya ni siquiera eso-. La postal del mar que aparece al final de la peatonal mientras se disuelven los negocios es tapada por la rutina de los que viajan cada mañana a trabajar en el 511, el 532 o cualquiera de los colectivos que paran frente al Casino Central. Porque si la peatonal fuera un smartphone viviría con la batería al 100% durante el verano, después de Pascua empezaría a descargarse hasta llegar a noviembre cuando se le activaría el modo ahorro de energía y, como si se le enchufara el cargador con la llegada del primer turista, todas las funciones volverían a trabajar otra vez.

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