Mario Negri: "Alberto es un calentón pero tiene que entender que es esclavo de todo lo que ya dijo"

La inflación, el caso Nisman y los balances de gestión de Alberto Fernández y Axel Kicillof fueron algunos de los ejes sobre los que reflexionó el referente del radicalismo en un mano a mano con 0223.

18 de Enero de 2020 18:11

Con un suéter azul y ajustado, con dedos entrecruzados que se reflejan sobre el vidrio de un amplio escritorio con un gesto de seguridad y firmeza, y con la lengua astuta y digna de un caudillo político que no se retracta y sabe de sentencias contundentes y punzantes, Mario Negri se presta a hablar largo y tendido en la presidencia del Concejo Deliberante de Mar de Plata.

El diputado nacional es una de las máximas figuras que sostiene el radicalismo y Juntos por el Cambio. Desde su rol como opositor, no evita en ningún momento las críticas férreas al kirchnerismo pero a veces elige la prudencia y conserva espacio para hacer algunas concesiones: dice que todavía es prematuro para trazar diagnósticos de gestión aunque al mismo tiempo no deja de señalar errores y de poner la vista en otras alarmas.

A Alberto Fernández, por ejemplo, lo tilda de "calentón", le achaca la contradicciones con su reciente pasado y advierte que en sus primeros pasos como presidente no es capaz de mostrar un "rumbo" para el país mientras que con el gobernador Axel Kicillof es más lapidario y le pide que comience a administrar la Provincia de Buenos Aires sin los sesgos ideológicos de una "asamblea estudiantil".

El presidente del bloque de diputados nacionales de la Unión Cívica Radical (UCR) y del interbloque Juntos por el Cambio sostiene sus cuestionamientos en un mano a mano con 0223, después de una recorrida por municipios de la Costa Atlántica afines al macrismo, como Pinamar y Madariaga, y que encontró a Mar del Plata como destino final.

Negri también celebra y ve con "alegría" la preponderancia del radicalismo dentro de la ciudad: destaca figuras locales para el partido centenario como el presidente del Concejo Deliberante, Ariel Martínez Bordaisco, el legislador Maxi Abad, y la concejala Vilma Baragiola, y considera que el voto que dieron los marplatenses para garantizar la continuidad en "La Feliz" de Juntos por el Cambio a través del liderazgo de Guillermo Montenegro es un "crédito abierto que no hay que defraudar".

"Espero que no sea así y creo que no va a ser así. Saludo mucho el diálogo en el radicalismo, en Cambiemos, independientemente de nuestros matices y diferencias. Cuando la gente me para en la calle siempre me dice dos cosas: no se dividan y defiéndannos. Tenemos que procurar honrar eso y el radicalismo ahí tiene una enorme responsabilidad", asegura.

En la extensa entrevista que le concedió a este medio, el diputado tampoco evita la autocrítica por los endémicos y elevados índices inflacionarios y lanza una advertencia por la Justicia y el futuro de la causa que intenta esclarecer cómo fueron los últimos minutos de vida de Alberto Nisman, al cumplirse este sábado cinco años de su muerte:

-¿Cómo vio a Mar del Plata y a la Provincia en esta visita?

-Está espectacular Mar del Plata; veo mucha gente. Pero estando en la costa inevitablemente uno deja de hacer lo que hace con sus responsabilidades: conversar con la gente y los dirigentes. Recorrí Madariaga, también estuve con el intendente de Pinamar y este jueves fue una jornada bastante intensa en Mar del Plata junto a legisladores nacionales y provinciales después de un enero muy caliente en la Provincia de Buenos Aires en términos parlamentarios, que gracias a Dios culminó de manera más o menos aceptable aunque no como hubiera querido Cambiemos; por lo menos se logró un avance sustancial frente a la presión impositiva y la inequidad de aplicación de la misma por parte de las ideas del gobernador. A Kicillof lo conozco mucho del Congreso pero acá se ha pegado un chichón; a lo mejor, después aprende y no tiene otro pero el tema es que lo que él quería lo tenían que pagar todos los bonaerenses con su bolsillo.

 

-En términos económicos, sin embargo, la Provincia sigue caliente... Kicillof ya dijo que no puede pagar la deuda que vence ahora en el cierre de enero, ¿Le preocupa? ¿Cómo analiza esta situación?

-Puede haber dificultades pero no es bueno no contar toda la verdad porque la verdad sale y en este caso salió antes de las 24 horas. Los 800 millones de dólares que tomó en el 2011 Daniel Scioli son los que producen ahora el vencimiento en el 2020, el 2021 y el 2022; ahí no tuvo nada que ver la administración de María Eugenia Vidal. Eso no quiere decir que la Provincia no tenga deudas pero, en el peor de los casos, termina con la misma deuda. No me parece serio mentir y creo que se está jugando con fuego con eso porque la Argentina está atravesando una situación muy vulnerable de falta de confianza por sus antecedentes y la negociación debería encararse en los mejores términos. Al final, ese amague de no pagar y de otra serie de cosas produjeron la caída de los bonos. Buenos Aires es muy complejo, es como varios países al mismo tiempo y hay que manejarse con un poco más de prudencia.

-Y esta imposibilidad de encontrar recursos para afrontar la deuda y los fuertes cruces que tuvo con la oposición durante el debate de la Ley Impositiva, ¿Siente que son un reflejo de que a Kicillof se le está desbordando la gestión?

-Siempre hay margen para corregir y en buena hora. Uno siempre tiene que procurar que al Gobierno le vaya bien para que le vaya bien a la gente. A Axel, quizás, lo veo muy cargado de ideología, muy en modo de asamblea estudiantil pero creo que los bonaerenses ya se van a encargar de recordarle que Buenos Aires es más complejo que un asamblea.

-¿Y qué evaluación hace de Alberto Fernández?

-Es poco tiempo para evaluar una gestión. Hay que ver si estamos en presencia de un gobierno bifronte, y esto que se entienda bien: el presidente es Alberto Fernández pero nadie puede desconocer que el liderazgo político, por primera vez en toda la historia del peronismo, también está en la vicepresidenta, la misma que gobernó la década que ella llama ‘ganada’ y que para nosotros fue la década desperdiciada. Muchísimos ministros bonaerenses cuando hablan hacen referencia al liderazgo de Cristina y eso no sucedió antes. Esto es una nueva experiencia. No sé dónde va a terminar pero espero que eso no le traiga problemas a los argentinos.

-Bueno, Alberto ya dijo públicamente que le consulta todos los temas de gestión a Cristina...

-Que hablen no me parece mal; si no hubiera diálogo, sería incorrecto. Pero sí creo que el presidente se enoja cuando uno le recuerda cosas y tiene que calmarse porque es medio calentón. Hay que entender que cada uno es esclavo de lo que dice: Alberto caracterizó la gestión de Cristina en la última etapa como ‘patética” y puede equivocarse o cambiar de idea pero tiene que reconocer que él la caracterizó así en su momento.

Ahora hay un orden de prioridades en el Gobierno y nosotros queremos ayudar a resolverlos como el tema del plazo de la deuda porque sabemos que es muy corto el nivel de endeudamiento y lo que hay que pagar. Esa es la llamada 'misión Guzmán' y me parece positiva.  También me parece bien que se busque un acuerdo de precios y salarios pero no hay que enamorarse de los congelamientos. Hay que tener cuidado, y más en manos del peronismo porque es tentador. Después eso se paga en algún momento. No me parece mal que se intente mover el consumo pero ahí hay también una contradicción en el Gobierno: se quiere incentivar el consumo pero el Gobierno se mandó un impuestazo de 9 mil millones de dólares con la Ley de Emergencia y fue únicamente por el lado de los jubilados, sectores medios y el campo pero por el lado del gasto no se ve lo que hizo todavía.

Creo que Alberto se equivocó; tenemos toda la predisposición de colaborar. El Congreso tardó 16 años en recuperar sus facultades después de la emergencia que pidió Duhalde en la crisis del 2001. Ahora, todas las facultades pasaron otra vez bajo la discrecionalidad del Presidente y hoy tiene más poder que en la época de Rosas. Todas las políticas las maneja solamente el Ejecutivo y eso es peligroso.

Y ahora también le tenemos que decir chau al federalismo. Con el Gobierno de Macri, las provincias habían vuelto a recuperar lo que era inimaginable. Kicillof tiene derecho a enojarse y quejarse pero la verdad es que Vidal se animó a hacer lo que ningún peronista se animó a hacerle a algún gobierno peronista: recuperar 65 mil millones de pesos para el fondo del conurbano. Acá, todos cacareaban como un gallo pero con Cristina se inclinaban. Macri les devolvió los fondos a todas las provincias y había un concepto distinto de la redistribución de los fondos que hoy lo veo en peligro.

-Este miércoles se conoció el dato de la inflación, que fue el más alto en casi tres décadas ¿Tiene preocupación por la posibilidad de que las políticas del kichnerismo la final sostengan otro escenario similar para este 2020?

-Tenemos una mirada de mucha preocupación pero no solo para este año. Nosotros también nos equivocamos. El Gobierno tuvo una sobreexpectativa de bajar la inflación de manera rápida. Macri pensaba que la inflación era un potro fácil de domar y hay muchas razones que llevan a la inflación. La Argentina tiene una cultura inflacionaria y el Gobierno evidentemente no pudo resolverlo. Pero no fue distinto a lo que le pasó a otros gobiernos: la inflación le hizo goles a los radicales, a los peronistas y a este mismo Gobierno. En la medida que la política no se ponga de acuerdo, la inflación va a ser casi una deuda moral para la Argentina. Hace falta pautar una política en el tiempo y generar un acuerdo genuino de precios y salarios y bajar los impuestos para frenar la presión tributaria, sin abandonar los motores de la producción. En la Argentina, la riqueza está bajo tierra y los problemas están arriba: Vaca Muerta, el campo, el conocimiento y la tecnología son datos muy importantes para nosotros. No tenemos que perder el rumbo pero a este Gobierno no le veo el rumbo todavía: en qué lugar del mundo nos vamos a ubicar, de qué manera; hasta ahora sólo veo mucha marcha y contramarcha.

-El Gobierno ya mostró algunos cortocircuitos: hubo cruces públicos entre los ministros de Seguridad de Nación y Provincia y también a algunos les sorprendió la falta de respaldo del ministro de Economía Martín Guzman a Kicillof para saldar su vencimiento de deuda ¿Le preocupan estos desencuentros en tan poco tiempo?

-Es que eso tiene que ver con el Gobierno bifronte. La verdad que Cristina la lleva fácil…

-¿Por qué?

-Porque el Gobierno lo tiene que llevar Alberto Fernández y ella ahora no opina de economía a pesar de que hizo mucho mal con la economía cuando gobernó pero sí se encarga celosamente de tomar todos los vínculos de poder con la Justicia.

-¿Teme que haya otro fuerte avance sobre la Justicia?

-Sí, me preocupa muchísimo. Pero el tema de seguridad también. Me parece que intentar darse el lujo de meter a la ideología como prioridad de la discusión entre los ministros de seguridad de la Provincia y la Nación es altamente peligroso: ahí puede ganar la muerte si la discusión se entretiene. El presidente debe liderar la política de seguridad y debe decir hacia dónde va porque no puede haber modelos de seguridad distintos en Buenos Aires y en el país. Ha sido de una enorme irresponsabilidad instalar ese debate como si estuvieran en una asamblea universitaria mientras la gente no sabe si llega a la casa.

Y con lo de la deuda de Kicillof, ahí me parece que también hay algo de 'acting'. Creo que el Gobierno intenta armar un relato pero es difícil darle forma porque en la década ganada venían del 2001 y ahora ya estamos muy lejos de eso. Se dejó un superávit energético, a ellos les quedaron las mismas reservas que dejaron…

-Bueno, pero también hay una herencia fuerte de Macri...

-Y pero todos dejan herencias: por las que dejó el kirchnerismo, todavía algunos están presos. Pero todo es difícil porque la Justicia es lenta y debe resolver causas importantes. Es difícil armar un relato sobre el endeudamiento porque Cristina también dejo 254 mil millones de dólares de deuda. Nosotros lo aumentamos para financiarnos. Creo que por ahí nos va la cosa. Les está llevando mucho tiempo imaginar cómo nos paran como enemigos y cómo nos hacen cargo del pasado en vez de poner la energía al servicio de salir hacia adelante.

-Se cumplen cinco años de la muerte del fiscal Alberto Nisman. Y hoy la causa parece estar otra vez a flor de piel en gran parte de la sociedad ¿Cree que con el Gobierno de Alberto Fernández finalmente se va a poder conocer la verdad de la muerte?

-Lo que tenemos que impedir que el Ejecutivo se meta dentro de la cama grande de la Justicia. Eso es incitar a la impunidad, sin ninguna duda. En la piel de los argentinos hay dos temas muy sensibles: Venezuela y la causa Amia. En la Argentina había dos políticas de Estado: una es defender la democracia y que no haya más golpes de Estado y después todos estábamos de acuerdo en la causa Amia. Pero Argentina, con Cristina, rompió con esto último. Me parece una falta de pudor total de que como saben que con la Justicia no se pueden meter en este tema porque hay bases sólidas para determinar el homicidio, se metan con el muerto y lo traten de desacreditar como lo hicieron antes. Parece el canal Volver... Cuál es la razón por la que las primeras palabras de la ministra de Seguridad estuvieron vinculadas con la causa Nisman en vez de hablar de la cantidad de muertos y de asaltos que hay en Argentina. Cuál es la obsesión, qué les preocupa; por qué quieren embarrar la causa y que no haya juicio y no se sepa nada de la investigación. Si de verdad no quieren eso, no tienen que molestar y dejar que actúe la Justicia.