Dos familias, el mismo drama: endeudarse para adoptar un hijo

Stella Maris y Rubén iniciaron una colecta para reunir los casi 140 mil pesos que deben pagar para finalizar la adopción de su hijo de 10 años. Por su parte, Fidela, adoptante monoparental de dos hermanos de 9 y 4 años, estima que necesita cerca de un millón de pesos para que le den la tenencia definitiva de los chicos. "Es como comprar un hijo pero con el sello de la justicia", advierten.

Rubén y Stella Maris junto al pequeño Alexis; Fidela y sus hijos en navidad. "El Estado debería hacerse cargo de estas cosas para que sea todo más sencillo", sostienen.

18 de Enero de 2021 18:34

 

Stella Maris Rodríguez Sorichetti (40) siempre quiso ser madre. Por eso, incluso antes de conocer a su pareja, Rubén Ramos (43), ya estaba inscripta en el Registro Central de Aspirantes a Guarda con Fines de Adopción. Con la llegada de Rubén a su vida, en mayo de 2018, los planes no sólo se mantuvieron en pie, sino que él enseguida se sumó a ellos. Unos meses más tarde, en julio de ese mismo año, llegó el llamado tan esperado: el Juzgado de Familia 3 de Mar del Plata los citó y, luego de solicitarles todos los requisitos de rigor (estudios médicos y entrevistas psicológicas, entre otros), les informó sobre la posibilidad de conocer a un nene alojado en un hogar de la localidad de Balcarce. Así fue como, en agosto, comenzó la vinculación con Alexis (10), el primer hijo del matrimonio

El proceso fue, dentro de todo, rápido: el 28 de septiembre la justicia decretó el egreso del chiquito de la institución y los tres comenzaron a compartir la casa que la familia tenía en ese entonces en Villa Gesell. En ese momento, Alexis llegó acompañado por Francisco (14), su hermano mayor, aunque más tarde él prefirió continuar institucionalizado porque conserva la esperanza de poder revincularse alguna vez con su madre biológica. “Él sabe que esta siempre va a ser su casa y nos quiere mucho y, como nosotros también lo queremos y buscamos lo mejor para él, respetamos su decisión y la acompañamos”, contó Stella Maris a 0223. Tal fue la comprensión de la situación por parte de la mujer y su esposo que, para que los hermanos se mantuvieran en contacto permanente, en mayo del año pasado decidieron mudarse a Mar del Plata para que Francisco, internado en un hogar de Batán, pudiera pasar los fines de semanas, fiestas de fin de año y vacaciones con ellos. 

"Los hogares están llenos de chicos que buscan una familia, debería ser más sencillo", sostuvo Rubén, papá de Alexis (10) 

En octubre del ‘18, el Juzgado de Familia 3 le otorgó a la flamante familia la guarda provisoria por un plazo de seis meses y, al final de ese período, debían solicitar la guarda permanente con fines preadoptivos. Fue recién cuando se enteraron, primero, que debían contratar a un abogado particular, y luego, que iban a necesitar sumas de dinero tan importantes para afrontar los costos de los trámites que no tendrían más opción que pedir ayuda a familiares y amigos para poder solventarlos. “Sólo para arrancar, tuvimos que desembolsar 30 mil pesos”, advirtió la mujer que, al igual que su esposo, es empleada de un correo privado.

En agosto del año pasado, con la sentencia favorable para la guarda de Alexis, los Ramos estuvieron en condiciones de iniciar el juicio para la adopción definitiva. Eso sí, antes debían pagar las costas del proceso, impuestos  y la suma de 40 JUS (una unidad arancelaria de la Corte Suprema que equivale a 2180 pesos cada una, pero su valor varía cuatro veces al año), lo que sumaba un total de 102 mil pesos. Si bien los números fueron un baldazo de agua fría, no dejaron que nada empañara la alegría de saber que su hijo estaba cada vez más cerca de llevar su mismo apellido y juntaron peso sobre peso para que el juicio de adopción comenzara dentro de los tiempos previstos por la ley. 

El 20 de diciembre último, la jueza de Familia Amalia Dorado le otorgó a la familia Ramos la adopción plena del nene pero, además, en su sentencia los conmina a desembolsar el dinero correspondiente a 40 JUS, un 20% de aportes a la sede judicial, impuestos por aproximadamente 12 mil pesos e Ingresos Brutos, entre otros ítems; lo que arroja un total de 138 mil pesos. “En noviembre terminamos de devolver lo que nos habían prestado y ahora vamos a tener que salir a pedir de nuevo”, advirtió Stella Maris, quien, si bien tiene en claro que su hijo “no tiene precio”, aseguró que desconocían por completo que debían abonar estos costos. “Como somos personas solventes, nos mandaron a buscar un abogado particular y tenemos que pagar todo. El tema es que si no fuéramos solventes, tampoco nos permitirían adoptar”, reparó.  

Los papás de Alexis iniciaron una colecta para poder juntar el dinero que le pide la justicia por el trámite de adopción.

De este último trámite depende que Alexis pueda llevar el apellido de sus padres y hermanos adoptivos (otros dos chicos de 9 y 12 años, hijos de Rubén), el gran anhelo del menor de cara al inicio de clases, en marzo próximo. “En su momento tuve la posibilidad de irme al norte y comprar un chico pero elegí hacer las cosas como corresponden porque el día de mañana no iba a poder mirarlo a la cara. Ahora siento que la única diferencia es que lo ‘compré’ pero con un papel de la justicia”, lamentó la mujer, que en las últimas horas inició una colecta para recaudar fondos para que Alexis pueda tener su nuevo DNI. 

Si bien el nene está al tanto del estado de su adopción, sus papás no lo hacen partícipes de la cuestión económica. Sin embargo, y no sin pudor, decidieron hacer público lo que están atravesando para que el tema sea revisado por las autoridades y, en el futuro, otras familias no deban pasar por lo mismo. “Cuando sacamos a Alexis del hogar, otro nene se me prendió del pantalón y me pidió que lo fuera a buscar a él también. Los hogares están llenos de chicos que necesitan una familia y hay miles de padres esperando por ellos. El Estado debería hacerse cargo de estas cosas para que sea todo más sencillo”, reflexionó Rubén, por su parte.

El caso de Fidela Alzorena (41) es aún más complejo: en marzo de 2018 comenzó con el proceso de adopción monoparental de dos hermanitos pero le iniciaron dos expedientes por separado en lugar de uno, por lo que los montos que necesita para cerrar el trámite se duplican. A eso se suma que la abuela biológica de los chicos denunció que no le permitían tener contacto con los chicos -Paul (9) y Lucas (4)-, lo que dio lugar al comienzo de otro juicio de cuyas costas Fidela también deberá hacerse cargo porque la otra mujer no es solvente

Fidela es maestra de Educación Especial de la escuela 513 de Mar del Plata, en donde tiene dos cargos: uno como titular y el otro en calidad de suplente. Al mismo tiempo, vende zapatillas por internet, organiza bingos y hasta rifas por Lotería Nacional. Es que, para poder seguir adelante con las adopciones de los chicos que se tramitan en el Juzgado de Familia 2 de esta ciudad, calcula que necesita juntar cerca de un millón de pesos. Mientras tanto -dijo a 0223-, vive con el corazón en la boca por miedo a que alguien se los pueda quitar. “Cuando conocí a Paul, en el Patronato de Balcarce, tenía seis años y él mismo me contó que tenía otro hermanito. Lo informé a la justicia y ellos decidieron que estuvieran juntos. No tenían vacunas, documentos, nada”, recordó. Hoy ambos están escolarizados en establecimientos públicos y la suspensión de clases presenciales le permitió a Fidela estar con ellos las 24 horas.

Fidela junto a sus hijos de 9 y 4 años. "A pesar de la burocracia, soy feliz porque estoy con ellos", dice.

La docente tiene la guarda provisoria de Paul y Lucas desde marzo de 2018. Una vez cumplido ese lapso de tiempo (180 días) debía continuar el proceso judicial pero la cuestión económica se lo impidió. En consecuencia, los plazos continúan dilatándose y, a la par, varía el valor de las JUS; por lo es consciente de que necesitará cada vez más dinero para finalizar las gestiones. Por ahora, con su salario de maestra alcanza a pagarle los honorarios en cuotas al abogado que debió contratar.

Al igual que Stella Maris y Rubén, Fidela se negó a realizar transacciones económicas para ser madre. “Un hijo no es una mercadería y yo, como docente y como madre, no puedo enseñarle eso a mis propios hijos”, enfatizó. No obstante, como los Ramos, dijo tener la sensación de que debe “comprar” a sus hijos ante la Justicia. “La única diferencia, es que te ponen un sello”, graficó. 

A la espera de que “algo cambie” y adoptar en Argentina no sea tan dificultoso o inaccesible, la mujer aseguró no haberse arrepentido de haber iniciado este largo camino. “Más allá de la burocracia, yo soy feliz porque estoy con ellos”, subrayó.

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