¡Populista será tu madre! (II)

Mauricio Macri utiliza cada vez con más frecuencia el término populismo par achacarle todos los males del continente. 

Mauricio Macri utiliza cada vez con mayor frecuencia la palabra “populismo”.

Mauricio Macri utiliza cada vez con mayor frecuencia la palabra “populismo”. Lo hace con intención de señalar o identificar a un enemigo que representa todos los males que pueden provenir de una forma de hacer política o de una manera de ver y habitar ideológicamente el mundo. 

El pasado 4 de marzo -en Guatemala- Macri realizó su primera disertación en el exterior después de haber dejado la Presidencia y compartió panel con ex presidentes de la derecha regional. En ese ámbito, dijo que “el populismo es más peligroso que el coronavirus” y que “para lograr la unidad del continente americano debe lucharse contra los peligros del populismo". 

Dos meses después, en un encuentro del InterAmerican Institute of Democracy que se desarrolló en Miami, Macri volvió a la carga: “El populismo que azota a mi país debilita el sistema institucional, cercena la libertad de expresión y ataca la independencia judicial”. A su regreso a la Argentina, en una Noche de la nieta de Mirtha Legrand –que pareció muy planificada por cierto-, el ex presidente dijo: “Creo que el populismo nos hace mal, es la resignación y necesitamos una sana rebeldía. Hoy vivimos un ataque a las libertades y a la democracia”.

En un primer momento, lo que dijo en marzo –en Guatemala- me pareció  forzado. Sin embargo, ante la insistencia, empecé a pensar que había una intención deliberada de Macri, pero que ese objetivo no se limitaba a él. 

Hasta entonces, para mí, la palabra populismo no tenía mayores registros y me pregunté por qué en todos estos años no había pensado sobre esto.

Hasta el “populismo de Macri” esa palabra no había ingresado a mi diccionario político, como sí estaban las nociones de lo “popular”, “lo nacional y popular” o “lo nacional, popular y latinoamericano” tal como lo trabajamos desde la militancia político-estudiantil desde principios de los 80 hasta la actualidad.

Adentrándome en esa línea, recordé una mención de la palabra “populismo” en una Conferencia de Alain Rouquié, en un Congreso al que asistí en la Universidad del Litoral. Busqué la fecha: septiembre de 2017 en el III Congreso de Extensión Universitaria de AUGM. Con la actitud de quien vive el sindicalismo, formado en Biología, Bioquímica y Biología Molecular y algo de ciencias duras, pero es un lego de las ciencias sociales, busqué un poco del historial del conferencista al que se le otorgaba un Doctorado Honoris Causa: Alain Rouquié. Así supe que se trataba de un politólogo francés que, con su mirada eurocéntrica, había intentado conocer y describir con bastante detalle algunos aspectos de la política y los movimientos sociales latinoamericanos, con especial detalle sobre Perón y el peronismo. Me generó curiosidad conocer de primera mano cómo nos ven. Para sorpresa de varios de los que lo habían invitado, en su disertación se despachó contra la idea y uso de la palabra populismo y agregó, “el término es una categoría o definición que no tiene relevancia en las Ciencias Políticas”.

En la previa al último 24 de marzo, preparando el discurso para el acto por del Día de la Memoria en la Universidad de Mar del Plata se me reactivaron algunas ideas: ¿Por qué Macri se muestra como combatiente del populismo? ¿Por qué los personajes como Guaidó y sus seguidores hacen lo mismo? ¿Por qué en la CNN aparecieron frecuentes citas sobre la idea de populismo? ¿Intentan imponer una noción de “populismo” para descalificar una forma ser, ejercer y habitar la política?

Busqué un poco más (no mucho) y encontré que un argentino, Ernesto Laclau, trabajó desde la Ciencia Política la categoría de populismo y llegó en 2005 a condensar sus ideas en “La razón populista”. Con algo de lectura de esos textos, sus críticos y consultas a colegas de disciplinas “sociales” concluí al menos tres cosas: 

1- Que el término populismo resulta extremadamente polisémico y su uso está plagado de subjetividades
2- Que en Ciencia Política -al decir y entender de sus académicos- los conceptos elaborados por Laclau sobre el populismo constituyen un aporte que encuentra adherentes, pero también detractores
3- Que lo que Macri dice que es el populismo poco tiene que ver con lo que la academia, incluido Laclau, trabajan como categoría y concepto. Es más, muchos afirman que Donald Trump o el propio Mauricio Macri, pueden encuadrarse como populistas (hay muchas citas, pongo una Populistas fuimos todos – Revista Anfibia).

No conforme con ello, hice otra pequeña búsqueda: la presencia de la palabra populismo en los discursos de Macri -ya sea como candidato en 2015 o como Presidente-. El resultado fue nulo, salvo en un discurso que dio en una reunión de Gabinete ampliado el 2 de marzo de 2017. O sea,  al día siguiente de un discurso de apertura que tuvo amplia repercusión mediática, Macri se dirigió sólo a los suyos para explicar “lo que le pasa a la gente con el miedo que impone el populismo. “Yo les digo, no, por favor, es mentira que a ustedes no les da, porque lo peor que logra el populismo es la resignación, es que la gente crea que se tiene que conformar con eso, se tiene que conformar con vivir en una casa sin cloacas, sin agua potable, sin pavimento”. 

En conclusión, el ex presidente no usaba antes este término con la misma asiduidad que ahora, y en todo caso lo empleaba sólo en su entorno.

En este divague y recordando una caricatura en la que un investigador tiene un pizarrón para explicar su trabajo y, ante sus atónitos oyentes, en uno de los pasos tiene escrito “un milagro ocurre”, tuve una corazonada o revelación: la derecha continental ha resuelto definirnos como populistas. 

La corazonada se completa así: nosotros ya encontramos un nombre común para ellos, son neoliberales, y ellos no tienen un nombre común para nosotros en escala global, o al menos continental. Desde el campo popular nunca nos autodefinimos como populistas, aunque sí usamos pueblo, populares o del campo popular. Y pareciera ser que, así como nosotros aprendimos a llamarlos e identificarlos como neoliberales, ellos estarían necesitando encorsetarnos de alguna manera en un patrón común.

Esa presencia tan actual de la palabra populismo, a la que los promotores del neoliberalismo le ponen todos los elementos negativos posibles, seguramente tiene su origen en las usinas del Departamento de Estado y el acuerdo de sus títeres locales para construir un enemigo único y regional. 

Así y del mismo modo que construyen la idea de Venezuela como la reunión de todo lo que no deberíamos intentar como pueblos de la Patria Grande, estos mismos fulanos construyen también a los fabricantes de Venezuelas y Argenzuelas: los populistas. Con variantes en sus tweets, muy new age todos, de pequeñas frases tipo manual de autoayuda, dirigidos a fanatizar, también aparecen otros personajes de distinta envergadura y pelaje.

Hace unos quince años nosotros dijimos que en la región se habían logrado establecer gobiernos antineoliberales y/o de nuevo signo y/o de izquierda y/o progresistas. Es decir, desde el campo popular no quisimos, o no fue posible o necesario, encontrar un patrón común para todos los gobiernos o movimientos que lograron un fuerte proceso de integración latinoamericana mientras mejoraban las condiciones de vida de los sectores populares de sus respectivos países. 

Desde nuestro país, puede entenderse la reciente expresión “Juan Domingo Biden”, pero no es fácilmente exportable. Aunque nos resulte tan familiar a los argentinos, el peronismo sigue siendo una palabra difícil de exportar para definir a un gobierno no argentino.  Creo que la misma dificultad presentan el socialismo del siglo XXI venezolano o el “buen vivir” o “vivir bien” de Bolivia y Ecuador.

Hace unos días, leí el recomendable texto de Marta Riskin en Página12 sobre “la mal llamada hidrovía y la soberanía del lenguaje” del cual transcribo el copete-resumen: “Las palabras moldean y cambian percepciones y perspectivas del mundo. Nombrar como hidrovía al río Paraná es parte de una sustitución de nombres que oculta la disputa por los derechos nacionales”. En esa nota, la autora remite a otro análisis del mismo diario, pero del 6 de febrero de 2021, en la que Emir Sader advierte que la “descalificación del populismo que amalgama líderes populares y de ultraderecha es parte del arsenal del neoliberalismo”. Su título es ¡Populista será tu madre! Bingo, no estaba solo.

Del artículo de Emir puedo compartir en buena medida su análisis y me encantó su título, que vuelvo a usar aquí. Sin embargo, con mi corazonada creo llegar a destinos cercanos, pero no idénticos.

Si el Terrorismo de Estado local y continental fue promovido por el Imperio del Norte y en la actualidad su dominio se sostiene mediante el Lawfare, sus alcahuetes de la prensa neoliberal y los beneficiarios o socios locales de sus políticas, es lógico que quieran buscar un patrón común, llamando populistas a quienes se interponen en sus intereses. 

También es lógico que sigamos interponiéndonos en su camino y construyendo el nuestro, el de los pueblos de Latinoamérica.

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