Selem Safar, de ir a Colombia solo por dos meses, a ser bicampeón y figura en menos de un año

El basquetbolista marplatense de 34 años, que viene de consagrarse en el país ´cafetero´, habló de su gran presente, recorrió sus inicios y trayectoria ante 0223.

Selem Safar, ante 0223 en la Plaza del Agua.

26 de Junio de 2021 00:09

Disfrute. Esa sería la palabra ideal para pintar el presente del marplatense Selem Safar, que acaba de coronarse bicampeón de la Liga Profesional de Básquetbol de Colombia con Titanes de Barranquilla, el equipo que eligió en medio de la pandemia para poder competir y mantenerse en forma. Fue por dos meses, y se encamina a cumplir un año, con dos rápidos títulos bajo el brazo, el primero en noviembre siendo MVP de las finales. En diálogo con 0223, el perimetral surgido de Kimberley y Quilmes, multicampeón en Peñarol y San Lorenzo, se refirió a su gran presente, recorrió su ya importante trayectoria que incluye un importante paso por la Selección argentina, y habló de los argentinos en la NBA, con su amigo Facundo Campazzo a la cabeza.

Hace dos semanas, Titanes de Barranquilla superó a Tigrillos de Antioquía por 89 a 88 y liquidó la serie final por 3 a 0 para ser campeón del básquetbol colombiano. Selem Safar volvió a ser la figura del equipo: "La verdad es que después de la eliminación en la Liga de Campeones de América necesitábamos lograr el campeonato. Era sin dudas el objetivo. Pero además fuimos invictos, jugando de buena forma, nos sentimos muy bien", sostuvo en el inicio de la charla. "El grupo humano que se formó fue importantísimo y muy bueno. Fue de los mejores que tuve en mi carrera. Tuvimos que convivir prácticamente 50 días dentro de un hotel, ye so fue algo increíble e importante a la hora de la obtención del título. Muy contento que en menos de un año de estar compitiendo en el país volver a ser campeón", agregó. "Ahora tengo unos meses de descanso, en los que igualmente si consigo alguna liga para jugar tengo el permiso del club para competir. Mi contrato vuelve en septiembre con la Liga local, volveré a Barranquilla hasta noviembre que dura mi contrato", añadió sobre su futuro inmediato, casi descartando la chance de regresar en lo inmediato a la Liga Nacional.

Además de la pandemia, Colombia vivió meses convulsionados políticamente, con un conflicto social que escaló en las principales ciudades. El escolta marplatense se refirió al respecto: "Cuando volví el 21 de abril no había tanta tensión política y problemas sociales, pero sí por el Covid. Entonces nos fuimos directamente a Cali, no a Barranquilla. Estando allí empezaron estos problemas. Cali tal vez fue la más afectada. Nosotros más allá de ver pasar marchas por la puerta del hotel, realmente estábamos bastante lejos de todo eso, porque estábamos en burbuja y salíamos del hotel solo para entrenar y jugar, no vimos más que eso. Sí nos enteramos de las cosas terribles que pasaron, algún día se suspendieron partidos o entrenamientos programados, por los cortes de las calles. Pero estuvimos lejos de todo el caos". Sobre los comentarios que esta situación generaba a nivel social, Safar sostuvo: "Hablé con mis compañeros, los chicos de Colombia, y obviamente había diferentes posturas. Algunos en contra, otros a favor. Obviamente todos en contra
de la violencia, principalmente. Pero como todo país, diferentes opiniones."

Colombia, una escala impensada

En septiembre del año pasado, Selem Safar cambió por primera vez de país en su carrera profesional y fichó para Titanes de Barranquilla. A los dos meses, se coronó campeón de la Liga de Básquetbol siendo MVP de las finales, teniendo un protagonismo individual como nunca antes había tenido dentro de un equipo. Un cambio de aire que, dice, le vino muy bien también para poder disfrutar más de sus vacaciones: "Encontrarme jugando en Colombia me dio muchas más posibilidades de volver a la ciudad (NdR: lo hizo en diciembre, en mayo y ahora en junio). Antes me iba diez meses una temporada entera y por ejemplo en Corrientes los últimos dos años era mucha distancia y sólo volvía para los recesos. La cuarentena me encontró en la ciudad, y después me fui en septiembre pero volví en diciembre, en enero estuve unos días, también en febrero. y mayo. Ahora en junio. Realmente estoy disfrutando estar con mi familia y amigos, como hace tiempo no disfrutaba".

-¿Qué te llevó ir a Colombia?

-Cuando arreglo en este país, es porque fue la primera Liga confirmada para empezar a jugar, y solo duraba dos meses. Me permitía a fin de noviembre estar libre y ver si salía otra posibilidad. Yo venía desde febrero/marzo de 2020 sin partidos oficiales, era mucho tiempo y en ese momento, en agosto, la Liga Nacional no estaba definida. Yo también tenía ganas de irme afuera por un tema económico, y salió la posibilidad. No era una Liga que me hubiera imaginado jugar alguna vez. Me encontré con un certamen muy ordenado, que está creciendo en los últimos años y un nivel mejor de lo que esperaba. Después, me salió todo redondo: campeón con el equipo, MVP de la final, y eso me permitió renovar el contrato para este año.

-Un básquetbol el colombiano muy distinto, con más comodidades ofensivas...

-Sí. Me encontré con mucho talento en jugadores con la pelota, muchísimas facilidades para anotar y un básquetbol diferente. Con más espacios, se defiende menos que en Argentina, no tanto en el uno contra uno. No tienen tanta facilidad para la parte táctica de ayudas defensivas, y aspectos que el jugador argentino maneja a la perfección. Es un básquet con más espacios, se juega más rápido, es veloz y me gusta porque el básquetbol ha cambiado en los últims años y está bueno que se juegue así. Pero a mi juego me benefició, me vino muy bien en la parte ofensiva.

-Campeón, MVP y una final accidentada, ¿no?

-Realmente me sentí bien toda la temporada, y eso que llevaba mucho tiempo sin jugar. No sentí tanto el parate, y en la cuarentena entrené como hacía mucho que no entrenaba. Estuvimos arriba toda la Liga, fue el equipo que mejor jugó. La final, faltando dos cuartos para terminar el partido, choco con un rival con tanta mala suerte que me metió una uña entre dos dedos, y apenas me miré la mano tenía un corte bastante grande. Me llevaron directo al hospital, vi el final mediante un celular y terminé festejando lo más tranquilamente posible en el hospital. Ahí me enteré que me dieron el premio, llegué a los festejos del equipo en el restaurante, y fue algo muy lindo.

-¿Qué es Titanes como organización y qué representa para el básquetbol de Colombia?

-Es un equipo que ha hecho que el básquetbol de Colombia crezca, sin dudas, porque realmente me sorprendió muchísimo la seriedad con la que trabajan, lo ordenados que son, y lo bien que están económicamente. Son un club que cumple, que aspira siempre a más, y eso ha hecho que el resto de los clubes se acerquen a ese modelo y crezcan. Titanes ha logrado eso a nivel nacional. No es casualidad que Colombia le haya ganado a Argentina en la última ventana, porque realmente tienen buenos jugadores y si hacen las cosas bien, será una selección que seguirá creciendo con el tiempo si lo mantienen.

-¿Lo compararías con San Lorenzo?

-Sí, más que nada cuando San Lorenzo irrumpió en la Liga. Hizo que más equipos quieran estar a su par. Ahora, Instituto, Quimsa, no sé si sin San Lorenzo hubieran hecho tanto esfuerzo para estar.

-¿Cómo se vive la pandemia en Barranquilla?

-Cuando llegué en septiembre estaba bastante controlada, después de un comienzo difícil. Cuando todo estaba cerrado acá, allá estaban abiertos shoppings, restaurantes, bares. Se podía hacer vida normal con los cuidados lógicos. En Bogotá, Cali y Medellín sí estuvieron más complicados, y ahora volvieron a incrementarse los casos. Pero cuando jugamos, se jugó en Cali, en esos dos meses no habían muchos casos, jugamos en burbuja o al menos hospedados en un hotel, con gente que venía a hospedarse. La responsabilidad de los jugadores fue bastante alta. No salíamos del hotel. Y jugamos los dos meses sin problemas. Y para la Liga de las Américas, entrenamos mucho en Barranquilla, y viajábamos a los lugares, hispados cada cinco días. Pero en cinco meses, salvo alguien del cuerpo técnico, no hubo casos de covid.

Los inicios y su hermandad con Marcos Mata: de compañeros de colegio a jugar a un Mundial

Recorrer los inicios de un deportista de elite siempre resulta interesante. Momentos que marcaron quiebres, decisiones que fueron claves para ir moldeando a la figura del futuro. "Mis papás todavía siguen teniendo su casa a tres cuadras de Fortunato de la Plaza y Peralta Ramos.  Mi papá trabajaba en el Banco Provincia del barrio. Mi mamá en la Escuela 36, a la vuelta de mi casa. Y con mis dos hermanos fuimos al Colegio Jesús Obrero, a 10 cuadras de casa. Realmente me crié en el barrio y viví en la ciudad hasta los 17 años. Sigo estando en el barrio", cuenta el basquetbolista marplatense sobre su lugar en la ciudad.

-¿Siempre te gustó el básquetbol desde chico?

-No. Mi papá jugaba y me gustaba. Pero cuando uno es chico quiere hacer lo que hacen los amigos, y jugaba al fútbol. Pero a los 12 años pegué un estirón muy grande, ya estaba en los 1.87 metros, y se me formó como una escoliosis en la columna vertebra. Fui a ver a un médico, me recomendó hacer natación en Kimberley. Como mi viejo trabajaba muchísimo y no me podía llevar, a esa edad ya me daban permiso para ir en colectivo al club.

-En el 591...

-¡Tal cual!. Comencé con natación y también básquet. Aparte tenía una tía que trabajaba en el Jardín de infantes del club, y cuando llegaba con ella llamaba por teléfono fijo para avisar que estaba bien. Se dio todo para manejarme solo. Y durante tres años hice los dos deportes. 

-En el colegio Jesús Obrero fuiste compañero de Marcos Mata, imagino que a medida que avanzaron en sus carreras la película de esa amistad se tornó perfecta...

-Fuimos al mismo curso desde los 15 años y es increíble las cosas que hemos vivido con Marcos: los 4 títulos que gané de Liga Nacional, fueron con él. Jugamos un Mundial juntos, estábamos en la misma habitación con la Selección argentina, nos mirábamos y decíamos ´¿vos te das cuenta que compartimos el mismo colegio, mismo club (Kimberley), y estamos jugando un Mundial de Básquet en la misma habitación juntos?´. Fue increíble. Nos habíamos ido de viaje de egresados, misma habitación. Son muchas cosas. No deben haber muchos casos. Es tremendo.

Safar y Mata, amigos felices y tricampeones con San Lorenzo

-¿Tuviste a la madre de Marcos, Vilma, como profesora de matemáticas?

-En el último año sí, pero no nos pudo tomar la prueba porque tenía a su hijo. Pero con Marcos compartimos misma aula en los últimos tres años, porque antes él estaba en el "C" y yo en el "A". Pero nos conocíamos del básquetbol, habíamos jugado juntos en Kimberley y luego nos enfrentábamos. 

-Antes de ir a Quilmes definitivamente habías pasado por el club, ¿es cierto?

-Sí, a los 8 años, y tengo una anécdota increíble. Javier Bianchelli era el técnico de ese equipo de Pre-mini, y mi papá no me podía llevar. El equipo entrenaba de 5 a 6 de la tarde, y yo llegaba para entrenar de 6 a 7 con los más grandes de "Mini". Yo no tenía problemas, entrenaba con ellos pero jugaba con los Pre-mini. Y como no entrenaba, Javier no me ponía mucho en los partidos. Y mi papá dijo ´no, estoy haciendo un esfuerzo tremendo para llevarte y no jugás los fines de semana, no vamos más´. Siempre lo jodo a Javi que me cortó la carrera a los 8 porque no me ponía. Después llegué a Kimberley y lo tuve a Leandro Ramella.

-¿Cómo fue esa etapa formativa 

-En Kimberley estuve un año y medio. Fue poquito. A los 14 Leandro (Ramella) se va a Quilmes y me voy con él. En ese año mi categoría se paró y no iba a haber equipo. Yo quería jugar y me fui con Leandro, hasta los 17. La mayor parte formativa fue en Quilmes. En ese momento el club estaba muy bien, realmente tenía una muy buena cantera de inferiores y entrenadores muy buenos.

-¿La facilidad para el lanzamiento, es innata, la fuiste puliendo?

-Yo imagino que algo de innato tiene que haber. De hecho, cuando paso mucho tiempo sin tocar una pelota de básquetbol, como me pasó dos meses en la cuarentena, cuando vuelvo lo que menos me cuesta es el tiro. Es como que nunca lo pierdo. Sí el dribbling me cuesta un poco, pero el tiro no lo pierdo. Pero también es trabajo. Cuando era chico y era muy alto, no tiraba de tres puntos. Así fue hasta los 14 años. Luego, en algún entrenamiento empecé a tirar y me empecé a dar cuenta que la podía llegar a meter, y empecé a fortalecerlo, tratar de mejorarlo. Hasta los 14 era más un jugador de ir al aro, de rompimientos, y no especialista.

-Pero ese rol lo adoptaste en Peñarol recién, ¿cierto?

-Claro, tampoco me hice especialista de chico. Cuando llegué a Peñarol con 23 años, ya tenía facilidad para el tiro de tres puntos, pero en mi temporada de Argentino de Junín donde me eligieron MVP de la final y salimos campeones, era un jugador que la metía de tres puntos pero era bastante más completo de hacer bastantes cosas. Cuando llegué a la Liga Nacional, recuerdo que Sergio Hernández me dijo ´vos tenés una facilidad increíble de tres puntos, y en este equipo necesitamos un especialista que sea tirador, de cortinas. Por ahí no necesito lo que hacías en Argentino de Junín, porque tenemos otros jugadores que lo hacen´. Y ahí fue el click para ser más tirador. Siempre me fui adaptando a los equipos con lo que necesitaban. Después, obviamente en equipos como San Lorenzo, era más especialista porque había otros grandes jugadores con la pelota en la mano. En Comunicaciones, Boca, Obras, ahora Colombia, por ahí necesitaron más juego, más pelota en la mano. 

-Sos un jugador joven aún, pero con trayectoria, ¿sos de mirar atrás lo conseguido?

-No, no miro atrás. Muy pocas veces lo he hecho, y me he encontrado con una carrera mucho más grande que lo que yo esperaba al principio de mi vida basquetbolística, que era llegar en algún momento la Liga Nacional. Imagino que el día que me retire, que ojalá falte mucho, voy a hacerlo. Pero no me gusta. No es algo que ayude mucho. Tampoco soy mirar demasiado hacia adelante. Trato de mirar el presente, donde estoy hoy, qué me toca hacer y los objetivos por delante. Sé que tengo ahora dos meses en la Liga de Colombia, y no miro más allá de eso. Lo he cambiado con el tiempo.

-¿Antes sí eras más ansioso por tu futuro?

-Me maquinaba mucho con el futuro, no tanto con el pasado. Por ahí estaba terminando una temporada y pensando, si no tenía contrato, dónde me iba a tocar la temporada que viene. Y creo que una de las cosas que aprendimos muchos con la pandemia, es que no tiene mucho sentido mirar adelante. En marzo estaba jugando en Comunicaciones y ni se me hubiese ocurrido estar seis meses parado por una pandemia, y menos terminar jugando en Colombia. Aprendí entonces a no mirar tanto hacia adelante, sino el presente y plantarme en lo que me está pasando hoy en día.

-¿Por qué te sorprende tanto lo conseguido? ¿Eras ambicioso antes de comenzar o solo querías disfrutar de lo que surgiera?

-Era una persona que disfrutaba de jugar al básquet, pero que le costó muchísimo afianzarse en la Liga. Yo llegué a Peñarol recién con 22-23 años, más allá que había tenido pasos por la Liga en Quilmes, y en Ciclista, con pocos minutos. Pero me costó mucho jugar en esos clubes, tuve que irme al TNA a los 21, que hoy en día la mayoría está en primera. Y realmente mi único pensamiento, y no es trillado lo que voy a decir, era jugar Liga Nacional. Después me fueron pasando cosas increíbles, llegué y me fui afianzando como un jugador importante, que era algo que no tenía pensado. Llegué a la Selección, con varios años inimaginables. Llegaron varios título. Entonces fueron muchas cosas que me pasaron y no las esperaba, y me siguen pasando. Llegué a un país nuevo, se dio el título, el primer premio MVP de mi carrera... Obviamente cuando uno mira atrás, realmente es una carrera más grande de lo esperada. No sé si la gente que me conocía por ahí se esperaba que tuviera esta carrea. Capaz que sí. O no. Yo, no.

-Por último, ¿qué es un jugador de básquetbol profesional? ¿Un bicho raro? ¿Un tipo normal que se adapta a circunstancias?

-Yo creo que es una persona que nació con un poco de talento para picar la pelotita o meterla, o con altura. Después, sí, es una personas que se va adaptando a diferentes estilos de vida, y somos un poco nómades al no poder estar viviendo en una sola ciudad, o donde uno quiere. Entonces, sí eso hace que uno vaya cambiando distintas facetas de su personalidad o su vida. Pero creo que es una persona normal que lo único que cambia es que sabe hacer un deporte, y que tiene que convivir en equipo. Lo que más me influye es tener que irme a diferentes ciudades, eso realmente en algún momento de mi carrera me afectó, no para dejar de jugar pero era algo por lo que no estaba cómodo. Tengo una hija de 12, entonces también el estar lejos y no estar con ella me afectaba. Pero bueno, es algo que lo tenemos que hacer. Es nuestro trabajo. Cuando lo elegimos, sabíamos que venía con eso.