Mandato de maternidad: cómo atravesarlo seamos o no seamos madres

Qué pasa cuando una mujer elige no ser madre. ¿Está incompleta su vida? Y cuándo sí lo es, pero no alcanza el estatus de “madre perfecta”. Qué presupone el mandato de maternidad y por qué deberíamos desnaturalizarlo.

Cuáles son las consecuencias que sufre una una mujer que elige no ser madre.

29 de Septiembre de 2021 16:31

No se trata de estar a favor o en contra de la maternidad. Se trata de revisar qué implica ser madre en esta sociedad, y qué implica qué una mujer no desee serlo, e incluso, lo desee, pero no pueda. Entonces, ¿su vida está incompleta? ¿No logrará ser feliz?

Como dice Lala Pasquinelli, abogada, activista y directora de Mujeres que no fueron tapa, el mandato de maternidad nos atraviesa a todas las mujeres seamos o no seamos madres. Como todo mandato, implica una imposición con reglas claras y no seguirlas traerá un castigo inevitable. La culpa y la vergüenza, a la final.

En el taller Hackeo de la Maternidad Rosa” de Mujeres que no fueron tapa, Lala lo explica de la siguiente manera: La clave está en socializar lo que nos pasa, contar las maternidades reales para poder juntas atravesar la culpa y la vergüenza que sentimos tanto por no desear ser madres, o por el miedo que tenemos de convertirnos en malas madres”.

 

De qué se trata el mandato de maternidad

El mandato de maternidad es una de las principales imposiciones que inciden directamente en la construcción de la identidad femenina de acuerdo a lo esperado por el modelo patriarcal.

De acuerdo al término utilizado por Marcela Lagarde, las madresposas se encuentran a la cabeza del mandato, presuponiendo para la mujer la obligación de asumir la exigencia de ser y ejercer de madre perfectaa la par que esposa ideal a toda hora y en todo momento.

En este sentido, Lala Pasquinelli asegura algo que es difícil de refutar: Tarde o temprano, todas seremos condenadas: aquellas que no desean tener hijos o que no tienen pareja a una edad en la que el reloj biológico está al límite, como aquellas otras que son madre, pero se quejan por sentirse cansadas, sobrecargadas por las tareas de la crianza. Las buenas madres no se quejan, no se agotan, en cambio se sacrifican y se muestran agradecidas y satisfechas por haber alcanzado la supuesta realización como mujeres: ser madres”.

En su libro No culpes a mamá”, Paula J. Kaplan, experta en psicología y profesora en el departamento de Estudio sobre la Mujer de la Universidad de Toronto, presenta los principales mitos de la buena madre:

+Las madres son fuente inagotable de sustentación.

+Las madres saben por naturaleza cómo criar hijos.

+Las madres nunca se enfadan con sus hijos.

 

Todo comienza en la niñez

Todas las niñas hemos sido socializadas para la maternidad a través de múltiples dispositivos culturales -explica Lala-. Arranca con la ropa, los juguetes y las propuestas de juego, seguido de un montón de creencias que se nos va introduciendo como por ejemplo la idea de instinto materno, o la idea de lo que significa ser una buena madre y lo que no. Todas son construcciones y categorías culturales que circulan en nuestras familias y en nuestros entornos cercanos desde muy temprana edad, y que actúan ejerciendo control sobre nosotras a través de la culpa y la vergüenza”.

 

El mito del instinto materno

A los hijos no se les quiere por instinto, sino por amor", afirma Norma Ferro en su libro El instinto maternal o la necesidad de un mito (Siglo XXI). Ferro, que tiene más de 20 años de experiencia como psiquiatra y psicoanalista, es Profesora de la Universidad de Buenos Aires y directora de la escuela de Psicología Clínica de Niños y Adolescentes, sostiene que el mito de la maternidad es un mito necesario para la organización de la sociedad”.

El instinto maternal es uno de los mitos más sólidamente asentados en nuestra cultura. Es una de las tantas expresiones de la dominación de la mujer cuya feminidad queda reducida, en virtud de una supuesta inclinación innata, a la maternidad. Por ella y para ella se define el ser femenino y se considera que la mujer no está completa hasta que no es madre”, añade. Además, considera que este mito va acompañado de una larga serie de atributos: La mujer es pasiva, dulce, abnegada, y si no responde al patrón establecido, entonces es fálica, histérica, competitiva. Desenmascarar el mito equivale a preguntarse si no es posible que la maternidad sea tan sólo una función y, como tal, susceptible de ser o no ejercitada en virtud de una elección. El supuesto del instinto niega a la mujer la posibilidad del deseo, incluso del deseo del hijo”.

 

La maternidad patriarcal, fuente incesante de miedos y culpas

El mito de la madre perfecta solo sirve para estigmatizar y culpar a las mujeres que se alejen de él”, afirma Esther Vivasen su libroMama Desobediente, una mirada feminista a la maternidad”. La periodista, socióloga y escritora española considera, muy por el contrario, al mito que fracasar es parte de la tarea de ser madre”.

Es que, como dice Vivas, el patriarcado redujo la feminidad a la maternidad, y la mujer a la condición de madre, y se ha generalizado un determinado ideal de buena madre, caracterizado por la abnegación y el sacrificio. La mamá al servicio, en primer lugar, de la criatura, y en segundo, del marido”, en respuesta al mito de la madre perfecta, y para ello devota, casada, monógama, que se sacrifica por sus criaturas y está feliz de hacerlo, que siempre antepone los intereses de hijos e hijas a los suyos, porque se supone no tiene propios. Un mito que se nos ha presentado como atemporal, cuando en realidad sus pilares son específicos de la modernidad occidental”, sostiene.

 

Te convertiste en madre, ¿llegaste al “éxito”?

Ok, llegaste a la meta, tenés hijos. Y ¿qué pasa entonces? -interpela nuevamente Lala-. Otra vez vuelve a aparecer la culpa y la vergüenza por no ser lo suficientemente buena madre como todos esperan de vos, ya que no querés sacrificar absolutamente todo por ese bebé, tampoco sentís amor incondicional, y solo sentís vergüenza porque deseas dejarlo una hora más al cuidado de otra persona para salir a hacer ejercicio sola, o te sentís culpable porque te demoraste en una reunión de trabajo y no lo viste en todo el día”.

Empezar por reconocer que la culpa y la vergüenza son dos grandes herramientas de control que se activan tanto cuando se desea ser madre como cuando se llega a serlo, pero las mujeres no se sienten a la altura”, puede ser el primer paso para desestimar, o por lo menos cuestionar, las voces (internas y externas) que llegan a nosotras cargadas de exigencias.

 “El trabajo en red sirve para entender que la sensación de que estamos falladas o de que lo estamos haciendo mal, seamos o no seamos madres, es algo estructural y sistemático. Porque la culpa es el hilo conductor de una maternidad patriarcal que nos alecciona acerca de cómo debemos criar a nuestros hijos y cuánto debemos sacrificarnos por el sostenimiento de nuestra familia”, finaliza Lala Pasquinelli.