50 años de vocación y compromiso: la “Domiciliaria 508”, una escuela que garantiza educación a chicos bajo tratamientos médicos

La Escuela Domiciliaria y Hospitalaria N° 508 "Madre Teresa de Calcuta" atiende una matrícula de estudiantes que transitan alguna situación de enfermedad que les impide estar en el aula de forma presencial. Para ello, las y los docentes se acercan a las casas particulares de los chicos o al Hospital Materno Infantil.

La Escuela Domiciliaria y Hospitalaria N° 508 cumple 50 años. Fotos: 0223

19 de Agosto de 2022 08:13

“Decimos que esta escuela es especial dentro del sistema. Por lo tanto, o te encanta la actividad y no te vas más, o renunciás a la semana y no querés volver nunca más”, cuenta Carolina Caldarella, directora de la escuela Domiciliaria y Hospitalaria N°508, que fue lo primero que le dijeron hace 24 años atrás, cuando recién llegaba a la institución.

Durante este mes de agosto la “Domiciliaria 508” cumple 50 años. La licenciada Caldarella comenzó como docente, fue vicedirectora y hoy es a quien le toca celebrar este medio siglo cargado de recorrido y de mucha historia. Dice vivirlo con “mucha emoción”, ya que la institución “comenzó como un servicio agregado dentro de otra escuela especial hasta poder crear la escuela domiciliaria y luego pasar a ser domiciliara y hospitalaria. Se comenzó alquilando hasta poder comprar esta casa donde estamos. Mucha huella, mucha memoria y mucho reconocimiento a toda esa gente que fue luchando para ir logrando estos méritos”, dice.

La Escuela Domiciliaria y Hospitalaria N° 508 “Madre Teresa de Calcuta” es la escuela del distrito y de la zona donde se atiende domiciliaria y hospitalariamente. Estos dos servicios tienen en común que el estudiantado está transitando una enfermedad y no puede asistir a su escuela de nivel. Es así que los y las docentes van a las casas o brindan clases dentro del propio hospital. Se alcanza a todos los niveles, desde la segunda sección del inicial, primaria y secundaria, tanto de escuelas de gestión estatal como privadas y municipales.

“Alcanza a cualquier situación de enfermedad: renal, oncológica, fracturas, cardíacas, fobias. El mínimo de atención son 30 días y la máxima depende de la gravedad. También alcanza a cualquier estudiante con discapacidad que esté transitando alguna situación de enfermedad y no puede asistir a la escuela. Al momento del alta, vuelve a su escuela de nivel”, informan a 0223.

El plantel docente destaca las huellas que van dejando y la convivencia que se logra.

Los contenidos son los mismos que trabajan los compañeros y compañeras en la escuela, porque una de las prioridades es el proyecto “Fortaleciendo vínculos”, a través del que se busca generar un constante vínculo con su escuela de nivel. Carolina Caldarella agrega que “es lógico que sus compañeros o docentes se olviden muchas veces de aquel que deja de ir su escuela, y la familia y el o la estudiante que queda aislado por la enfermedad sufre por esa ausencia. Este proyecto busca, entonces, no perder el vínculo. Acercarse un ratito a un acto, lograr que se manden mensajes o videos y que los y las docentes hagan devoluciones también son partes de los objetivos. De la pandemia y con los tecnología facilitamos mucho esto”.

-¿Qué aprendiste acá en todo este tiempo?

-Mucho. Creo que aprendí que uno se hace problemas por muchas cosas que, después de transitar esta escuela, ves que no valen la pena. Empezás a valorar lo realmente importante en la vida. Acá hay valores que siempre se desarrollan: solidaridad, compañerismo, responsabilidad, compromiso y sobre todo, empatía… Sin esos valores no podés estar en esta escuela. Hay situaciones que por ahí se transitan muy duramente. Uno acompaña una situación de enfermedad, que a veces es terminal, y se hace difícil. Por ahí vas vos con tu planificación y está descompuesto por la quimio y entonces tenés que brindarle su espacio y acomodar la situación a esas circunstancias, pero en el momento hay que resolver, para eso llevamos con una mochila llena de cosas para improvisar. Pero también es muy gratificante, sobre todo porque siempre está el agradecimiento de las familias que es muy estimulante.

-¿Y cómo manejan la tristeza?

-También es un aprendizaje. Uno cuando arranca llega a su casa y cuenta. Pero con el tiempo ya va aprendiendo que no es el mejor espacio, ese tipo de charla es mejor con un compañero, con un directivo, con la psicóloga, para poder quedarte solo con lo gracioso, con los buenos momentos. Pero todas estas cuestiones se tratan de charlar todo el tiempo. Nosotros tenemos acá un grupo de reflexión acá con una psicóloga, en donde una vez al mes trabajamos todas estas cuestiones vinculares y problemáticas de los domicilios, así como los duelos y las cuestiones de tristeza. Suele ser muy duro: pensá que es una enfermedad que irrumpe y te cambia la vida y nosotros tenemos que acompañar ese proceso.

El mural que identifica a la institución fue pintado por los propios docentes cuando se cumplieron los cuarenta años.

Al ingresar a la escuela (Arenales 3058), uno se choca literalmente con un mural de quien le da nombre a la institución: la Madre Teresa de Calcuta. Fue pintado por los propios docentes cuando se cumplieron los cuarenta años. Pero hay otro mural que conlleva mayor atención y que representa el espíritu de la escuela. Ni bien ingresado, descubrís un collage hecho hace ya bastante tiempo por estudiantes del hospital Materno Infantil. Estuvo en ese lugar y luego recayó en la escuela. Esas imágenes transmiten los sentires y, sobre todo, el acompañamiento que se logra mutuamente.

Pero Carolina Caldarella elige otro espacio. Una sala. Ese lugar donde se realizan las reuniones entre pares. Esa mesa de trabajo donde se discute y se refuerzan los equipos de trabajo. Ese espacio donde la prioridad es siempre el o la estudiante, más allá de las condiciones. Ese lugar donde la palabra gana. “Durante la pandemia, después de algún tiempo alejados, tuve que venir. Estaba todo oscuro, cerrado y en silencio. Me fui con mucha angustia. Acá siempre hay voces y sonrisas. Siempre se recibe a alguien, siempre pasan exalumnos a saludar, pero ese día me fui muy angustiada. Era todo silencio. Un silencio que nunca había sentido. Fue tremendo”, cuenta.

Una de las prioridades de la escuela es el proyecto “Fortaleciendo vínculos”, donde se busca generar un constante vínculo con su escuela de nivel.

-¿Alguna vez sentiste que no podías, que querías dejar?

-No que no podía, sí situaciones de impotencia. Cuando una ve que se juntan la pobreza y la enfermedad genera mucha impotencia. Tanta que una vuelve a la escuela y explota, llora. Una no deja de preguntarse cómo poder hacer ante esas situaciones extremas que son muy fuertes.

La escuela funciona en la sede de Arenales desde el año 1995. Recién en 1997 se pudo comprar pero antes fueron pasando por distintos lugares. En el caso del Materno Infantil, daban clases en las habitaciones hasta que en el 2006 el Rotary Club donó la construcción de un aula hospitalaria dentro del nosocomio. En el plantel cuentan con 34 docentes que brindan el servicio a 180 estudiantes. Pero la matrícula mayor acumulada fue la de 2019, cuando alcanzaron a atender el total 653 chicos que habían tenido desde una fractura hasta un tratamiento oncológico.

La escuela 508 genera mucho compromiso. La responsabilidad, la empatía y el don del ser docente aparece en cada uno de los que componen la comunidad educativa. Desde aquellos y aquellas que hace más de diez años que la integran, hasta los que ingresaron hace apenas uno o dos años. Es el caso de Adrián, quien lleva un año y medio en la función y cuenta la historia de uno de sus alumnos que le alegró la vida. Dice: “Lo tuve tres meses y me puso muy contento. Era un chico que no tenía papá y lo crio su mamá; cada tanto aparecía su abuela también. Él quería abandonar la escuela y se escapó de la casa. Luego, jugando a la pelota, se quebró los dos tobillos por un planchazo. Yo voy a visitarlo al barrio Regional, esto traspasa lo estrictamente pedagógico y te vinculás con el alumno de otra forma. Llegás a hablar con él de su futuro, de cuáles son sus deseos, siempre buscando que se vuelva a encontrar con el estudio y el aprendizaje. Yo notaba sus cambios en esos tres meses y había aprobado. Entonces me llamaron los profesores de su escuela de nivel para ver cómo había hecho para que él aprobara y nos empezamos a involucrar más todos. Yo les pedía que les hicieran devoluciones, porque eso era para el alumno algo motivador. Y cuando le dieron el alta, me dice: ‘Profe, ¿cómo sigo ahora?’. ‘Como hiciste hasta ahora: poniendo toda la garra y el corazón’, le contesté. Cada tanto hablamos y me muestra las notas; aprobó todo. Eso para mí es hermoso”.

Los recuerdos del estudiantado se ven por todo el establecimiento.

Mariana hace nueve años que está en la institución. Ella rescata aquellas huellas que van dejando y la convivencia que se logra. Es así que recuerda aquel día que “un nene que no asistía a clases por estar bajo tratamiento de quimio, un nene de primer grado con muchos hermanitos, que un mediodía la invitó a comer ñoquis en familia antes de dar clases. Luego de un año y medio pudo volver a su clase y lo acompañaron en la reinserción. Conoció a sus compañeros y a su maestra. Hace poco, viniendo para acá, alguien me llama al grito de ‘seño’. Era él que salía de un club con su mamá. Enorme, con todo su pelo, divino. Es muy lindo encontrarse con esos mensajitos, con esos reconocimientos de aquellos que pudieron seguir con su vida y a quienes una ha podido dejar algo en ellos o ellas”

En materia de educación entran en juego muchas cuestiones. El tiempo se nos cruza. La transmisión, lo que se ha entregado (los griegos denominan paradidomena, lo que se está entregando ahora) nunca es completamente pedagógico y unidireccional. La Escuela 508 genera mucho compromiso. Los y las profesionales que la conforman ven las situaciones donde vive el estudiantado ve las circunstancias que rodean a muchas familias. El plantel docente detecta esas cuestiones y acerca material. Incluso, han tenido que dar clases desde las rejas de las casas, pero la intención era y es siempre que se cumpla el ciclo. El objetivo es la enseñanza y el aprendizaje. Dice la directora: “Muchas veces una se pregunta si al estar bajo esas circunstancias de enfermedad van a tener ganas. Pero va más allá, porque a través de la enseñanza y al dejarle una actividad para que haga para el próximo encuentro, esa actividad y ese proyección para el mañana, esa esperanza y proyecto para el día después, ese ‘mañana sigo’, ese ‘mañana vuelve el maestro y me va a corregir’, empuja a sentir el avance del día tras día y que no sea todo enfermedad, médicos y todo eso”.

La Escuela Domiciliaria y Hospitalaria N° 508 cumple cincuenta años. Todos los compromisos que se formaron y siguen creciendo ahí aspiran a un fin común: el otro. Una comunidad educativa con un compromiso mucho más grande que ellos mismos.

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