"Matame que no aguanto más": el relato del calvario que sufrió la mujer torturada por su pareja

La hermana de la víctima denunció que el hombre la violentó de manera extrema desde el comienzo de la relación. Dijo que una vez la ató a las vías del tren y que también la quiso prender fuego. "La quería llevar a un campo para molerla a palos y enterrarla", aseguró, a 0223.   

Otro caso de violencia de género que por muy poco no termina en femicidio. Foto ilustrativa. Archivo 0223.

21 de Enero de 2023 07:55

Por Redacción 0223

PARA 0223

No, no fueron tres días: fueron seis meses de calvario. Eso, al menos, es lo que denuncia la hermana de la mujer que el jueves rescató la policía de una casa del barrio Malvinas Argentinas, después de sufrir todo tipo de torturas en manos de su pareja. La hermana insiste en que intervino en el momento justo ya que dice que el hombre planeaba ir a un campo para terminar de consumar el femicidio y enterrar el cadáver.

M. tiene cuarenta y dos años, dos hijos de quince y veintitrés, y padece un leve retraso madurativo. Su vida cambió a mediados del año pasado, cuando conoció a la persona que por estas horas permanece alojada en la Unidad Penal Nº44 de Batán, acusada por el delito de “femicidio en grado de tentativa”. Sonia es una de las hermanas de M. y revela que la relación se tornó extremadamente violenta desde el primer día.   

“Yo no podía hablar con mi hermana porque él le había roto el celular en noviembre. Y ella ahora me viene contando que le pegaba a toda hora, que todos los días sufría una violencia física total. Le decía ‘vení que te quiero pegar’ y la llevaba al baño. Cuando la levantaba del cuello, le salía la sangre por la boca y esa sangre se la desparramaba por la cara y le decía ‘tenés que morir, puta, tenés que morir’. Yo no sé cómo hizo, pero mi hermana vivió seis meses de calvario, miedo y de no poder salir. Fue una tortura día tras días”, asegura.

Dice Sonia que una vez el violento ató su hermana a las vías del ferrocarril y le gritaba que “el tren la iba a pasar por arriba”. Dice también que en otra oportunidad el hombre le roció el cuerpo con nafta y “la quiso prender fuego”. Dice, incluso, que la hermana ya había sufrido una “golpiza peor” a la que motivó el rescate policial de las últimas horas: “Yo me enteré y fui a la casa para salvarla pero como estaba tan atemorizada, no pude hacer nada aquella vez”.

“El retraso madurativo no es fuerte pero lo tiene y por eso ella no se da cuenta de algunas cosas y no sabe bien lo que es el temor. A lo último me dijo que ya se estaba entregando a la muerte. No lo soportaba. En un momento me dice que le dijo ‘matame, matame que ya no aguanto más””, confiesa la familiar de la víctima de violencia de género, en una entrevista que le concede a 0223.

Sin dientes, golpeada y con veinte kilos menos

El viernes por la tarde, M. salió del Hospital Interzonal General de Agudos (Higa) Dr. Oscar Alende, al reponerse de los golpes que le propinó en los últimos tres días su pareja con un palo de amasar y un casco de moto y de los shocks eléctricos que recibía en el baño hasta perder el estado de consciencia. El alta médica, sin embargo, es el primer paso de un largo y complejo proceso de recuperación para ella.

La lista de secuelas físicas parece interminable. La mujer “perdió la dentadura de las piñas que le daban”, según cuenta su hermana, y presenta cortes, lesiones en la cabeza y hasta “golpes vaginales”. “En estos seis meses ella bajó más de veinte kilos fácil porque este tipo ni siquiera le permitía comer”, denuncia Sonia, y agrega: “A mi hermana ahora la voy a tener que llevar al psicólogo. Va a tener que recibir bastante ayuda para superar la locura que vivió”.

El rescate

Fueron los compañeros de trabajo de M. los que encendieron las primeras alarmas. En los últimos tiempos, ya la habían visto con lesiones que dejaban entrever un maltrato físico y se terminaron de preocupar esta semana, cuando vieron que ni siquiera iba a trabajar. “Ellos me llamaron desesperados: como no la veían, ya temían que estuviera muerta. Así de extrema era la situación”, dice Sonia.

“Yo fui para la casa y me metí al fondo sin previo aviso; agarré una silla y me senté. Él, cuando me vio, agarró un cuchillo y lo empezó a afilar. A ella la pude ver totalmente golpeada, nerviosa. Le pedí un vaso de agua apropósito, me lo trajo,  y se puso atrás de la pareja a lavar ropa. Él no dejaba de vigilarla pero en un momento se puso de espaldas y yo le hice una seña con la mano como diciendo ‘vamos’, y ella me hizo que sí con el ojo’, relata.

Sonia comenta que después escuchó en la cocina decir al hombre que la iba apuñalar a ella misma, por lo que no perdió más tiempo y le escribió por WhatsApp a la sobrina para que diera aviso inmediato a la policía. Y, efectivamente, a los minutos se hizo presente en la vivienda un patrullero de la comisaría sexta, que alcanzó a ver a la víctima, a su hermana y el violento.

“Llegamos justo porque yo sé que este hombre la quería llevar a un campo que no sé dónde queda. Pero si la llevaba ahí, a mi hermana no la iba a ver más porque la iba a moler a palos y la iba a enterrar muerta”, dice la familiar, y concluye: “Estoy tan bajoneada que no termino de entender toda la situación. Es una cosa increíble contar la odisea que vivió mi hermana. No sé cómo pudo aguantar tantos meses así. Yo creo que hubo un Dios aparte que le dijo que todavía no era su tiempo”.

Si sufrís violencia de género o conocés a alguien en esa situación llamá al 144. Para casos de riesgo y emergencia, comunicate con el 911.