Playa pública: el único que avanza es el mar

Los balnearios del sur pertenecen a los Peralta Ramos. Los tímidos intentos para devolverle al Estado ese sector descansan en el Congreso. Tampoco el Municipio muestra decisión política. 

Todo ese sector de playa pertenece a la familia Peralta Ramos.

14 de Enero de 2015 19:47

El mar avanza. Es una verdad indiscutible. Aquellos que superamos los 30 años recordamos eternas caminatas por la arena (probablemente el recuerdo esté exagerado por la “épica” de correr descalzo y soportar el fuego en los pies), ni hablar aquellos que vivieron épocas anteriores. Hoy deben sufrir cuando ven el poco espacio de playa que queda. Ese avance implacable del mar reaviva una pelea clásica de los últimos años: playa pública vs playa privada. ¿A qué no saben quién gana? 

-Acá no podés clavar la sombrilla, tenés que ir al sector público.

-Pero éste es el sector público de la playa.

-No, este lugar está reservado para los clientes del balneario. Te tenés que ir.

Este diálogo, con sus matices (los patovicas destinados a tal fin no suelen ser tan gentiles), se repite varias veces por temporada, todas las temporadas. Este verano un grupo de marplatenses resolvió unirse para combatir esta práctica ilegal por parte de los empresarios. Llegan en grupo, temprano, y antes de que los carperos entierren las sombrillas del balneario en el sector público ponen las suyas.

La medida cosechó rápido apoyo por las redes sociales y los impulsores decidieron no detenerse tras el primer intento. Ya llevan realizadas sombrilleadas en varias playas del sur de la ciudad. La respuesta política fue la clausura de uno de esos balnearios.

Esto demuestra que suele ser la gente la que le marca el rumbo al Estado. Situaciones así se naturalizan de tal manera que el ciudadano común termina por interpretar que están mal, pero son así y no se puede hacer nada.

Por otro lado, la clausura de una playa parece ser una puesta en escena más que una decisión política real de dejar de proteger a empresarios para beneficiar a la gente. Si realmente existiese una decisión férrea de defender la arena pública, no se esperaría una sombrilleada para cerrar una playa en pleno enero. O, al menos, se seguiría en esa dirección. ¿Solo el balneario Personal lleva adelante estas prácticas? La respuesta es obvia.

Todo esto, además, esconde un tema de fondo: por qué las playas del sur, las más exclusivas de Mar del Plata, las más cotizadas, pertenecen a una familia. El sector que va desde El Faro hacia el sur es propiedad de los Peralta Ramos, herederos del fundador de la ciudad. Ese sector fue expropiado en la década del ‘30, pero en 1958 la familia Peralta Ramos fue a la Justicia para reclamar que se le restituyan esas tierras (playas). Doce años más tarde, en 1970, durante el gobierno de facto de Lanusse, un fallo de la Corte permitió a los Peralta Ramos recuperar ese territorio.

En abril de 2013, ingresó a la Cámara de Diputados de la Nación un proyecto de la marplatense Adela Segarra para declarar de utilidad pública y sujeto a expropiación ese sector de la costa marplatense. “Existe en nuestro país, por interpretaciones jurídicas que consideramos erróneas, una porción de playas y zona costera que no pertenece al dominio público y que se encuentra bajo el dominio privado. La Constitución Nacional y las leyes vigentes regulan claramente los dominios públicos de los recursos naturales”, explica la iniciativa que descansa en el Congreso.

La verdadera decisión política sería avanzar en esa dirección, que las playas sean de todos, no de una familia. Pero está claro que eso solo no alcanza. Sacárselas a los Peralta Ramos para entregárselas a un concesionario que opere con la misma lógica de impunidad está lejos de ser un acto heroico o justiciero.

Florencio Aldrey Iglesias, por caso, estaría feliz si se expropiaran esas playas. Tendría entre manos un nuevo negocio millonario. Él es uno de los más beneficiados por las concesiones de las playas públicas: paga un cánon irrisorio y goza de exenciones tributarias para hacer el combo completo.  

La temporada anterior 0223 informó que en los balnearios de La Perla se detectaron 500 carpas y sombrillas más de las permitidas. Después de semana de debates y polémicas se conoció la sanción: una multa que se saldaba con lo que valen unas cuantas de esas 500 unidades de sombra que sobraban.

Las muestras de que la decisión política de proteger a marplatenses y turistas no pasa por acciones esporádicas abundan en Mar del Plata. El único que avanza, implacable, es el mar.