“El trabajo de resocialización del Servicio Penitenciario no es bueno”
Frente a la discusión por la salida transitoria de un preso que robó en el HPC, 0223 conversó con Pulti. Valoró la Ley de Ejecución Penal, cuestionó al SPB y pidió diálogo a los jueces.
“La cárcel persiste gracias a su fracaso, no a su éxito”
Iñaki Rivera Beiras
En la superficie, la discusión va y viene del poder político al poder judicial. No sólo porque la prensa entrevista a sus actores –algo lógico y necesario- sino porque la pregunta que condiciona el “debate” es si estuvo bien o mal la salida transitoria del preso que robó en el HPC.
Como mucho, la discusión se amplía para tratar de entender si la letra ¿muerta? de la Ley de Ejecución Penal “se ajusta a los tiempos que corren”. Sorprendentemente, el Servicio Penitenciario Bonaerense no aparece ni en los papeles ni en el debate más que como la única institución que advirtió al juez que el detenido condenado por homicidio en ocasión de robo “no estaba en condiciones de beneficiarse” con salidas transitorias.
Más de 10 años después de la condena –a 23 años de cárcel-, más de 10 años después de estar enrejado –en la Unidad 15 de Batán-, el señor preso –que en este caso se llama Diego Armoa Reyes- no está en condiciones de empezar a tomar contacto con la ciudadanía y la urbanización, donde –por paradigma constitucional- algún día tendrá que regresar para desarrollarse.
Entonces, ¿a qué dedican sus días los también funcionarios públicos del sistema carcelario? ¿Por qué no están integrados a las reuniones sobre gestión de seguridad? ¿No sería oportuno interpelarnos y exigirles respuestas sobre su deber ser como institución, tal y como se interpela y exige respuestas a los funcionarios políticos y judiciales?
Eso fue de lo que habló 0223 con el intendente Gustavo Pulti.
-¿Por qué cuestiona la decisión judicial?
-Porque nosotros creemos que la mejor manera de proteger el sentido de normas que tienen una intención y unos valores que son loables y con los que coincidimos, es merituar la aplicación con mucha profundidad y responsabilidad. A veces percibo que en algunas decisiones no hay una merituación suficiente con los casos en sí, sino que se toman decisiones con mucha dependencia de lo que digan determinadas cofradías académicas.
Yo creo que la mejor manera de defender las ideas y valores que inspiran al sector progresista, que también tiene la Justicia, es evitar cometer errores graves. En este caso puntual, hay cartas y notas específicas que vienen de distintos sectores pidiendo al juez que no lo dejen salir porque el comportamiento habitual de esa persona está indicando que no ha tenido éxito la intención de socialización.
Si hay documentación, no una, sino varias que dicen no lo dejen salir porque no está en condiciones e igual se lo deja salir, debiera haber acreditado el juez que él hizo otras evaluaciones, otros estudios y consideraciones y que no coincide fundadamente con esa advertencia que se le hizo.
Si a pesar de la advertencia, como hizo, no funda su disidencia y deja salir a este hombre y después pasa lo que pasó, que no fue lo más grave que pudo haber pasado, lo que hace ese funcionario es poner en tela de juicio –injustamente- los valores de una ley que es razonable.
-¿Quiere decir que la decisión habría sido errónea no porque la ley sea el problema, sino porque no se tuvo en cuenta que el mismo actor que tiene por objetivo resociabilizar a los detenidos es quien dijo que 10 años después no estaba ni un poquito resociabilizado?
-Está a la vista que el trabajo de resocialización no es bueno. El Municipio trata permanentemente de estar cerca, de colaborar. Nosotros pensamos que la resocialización en el sistema penal vigente no termina de ser un objetivo al que se persiga con eficacia.
De todos modos es verdad que el paradigma resociabilizador es una de las deudas pendientes de la democracia en la Argentina. Qué pasa en las cárceles y qué destino tienen las personas que están en las cárceles. Es inocultable el fracaso. La cárcel no sólo no resociabiliza, sino que profundiza el aislamiento, la postergación e inferiorización de las personas que están en el sistema carcelario.
Y es en ese marco que retomo una frase que alguien dijo una vez: la manera más rápida de ir a la derecha es dar un pasito a la izquierda. Creo que la mejor manera de habilitar las visiones más arcaicas y trogloditas sobre la necesidad de resociabilizar, sobre la necesidad de proteger los derechos de las personas a recuperar una vida, la mejor manera de conspirar contra eso es tomar decisiones torpes. O hacer de cada caso la generalidad. Hay una generalidad y un análisis particular para todos los casos.
-¿Dice que la decisión del juez de Ejecución Juan Galarreta fue torpe?
-No sé si calificarla así. Pero lo que sí digo es que es una decisión de un muy buen juez que evidentemente requería otros elementos para que al menos la sociedad comprenda. Yo digo solamente a los efectos de un análisis: fíjense la trascendencia que tiene esto y se puede decir que no ocurrió lo más grave que podría ocurrir. Esto podría haber terminado con dos o tres personas muertas. Cómo estaría hoy Galarreta, el sistema judicial, los valores de quienes quieren garantizar los derechos de las personas. Estarían todos expuestos a un zamarreo mediático y político infinito.
Me parece que las personas que tenemos un sentido democrático de la seguridad, un sentido democrático de la administración de justicia, una vocación de generar más oportunidades de resociabilización de las personas que han cometido errores en el pasado, somos las que tenemos que ser más severas con nosotros mismos para lograr las respuestas que garanticen lo que queremos. Y no que, justamente, las decisiones que se tomen sean un testimonio que nos dejen conformes en el momento, pero que pongan en riesgo todo un andamiaje.
Además, descontando que entiendo la división de poderes y sus condiciones como actores judiciales, lo cierto es que la forma de generar transformaciones es marchar con la sociedad y no aislarse. Cuando se produce la sensación de injusticia, de ineficacia hay vacíos que van a ser ocupados por otras voces. Y las otras voces que están predispuestas a hablar de esas decisiones son voces que yo considero peligrosas.
-¿Le está haciendo un reproche a los jueces para que mantengan diálogo con usted?
-No a todos. A algunos sí. Mantenemos trato con algunos, como Gabriel Bombini, que es el encargado de la escuela Municipal de Seguridad. Pero en muchos casos falta que haya más ida y vuelta. Por qué las juezas de familia cuentan con el Municipio y trabajamos articuladamente y eso no puede pasar con las autoridades penales. Hay que decir que a veces el camino a los tribunales es solo de ida. Nunca hay puentes. Tenemos que poder hablar, cambiar cosas juntos. Quizás también tendría que sentarse el Servicio. Puede ser.
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