A 4 años y medio de ser atropellado por Lalo Ramos, Thiago “sigue luchando"

El pequeño de 9 años logra permanecer hasta 3 horas en la escuela, aunque su frágil estado neuronal le genera dolores diarios y cansancio. “A veces me dice que está cansado de esta vida”.

4 de Noviembre de 2018 13:16

Por Redacción 0223

PARA 0223

Pasaron 4 años y poco más de 7 meses que Thiago Joel Franco junto a su familia fueron embestidos por el Mercedes Benz de Eduardo “Lalo” Ramos. El juicio contra el excampeón de TC pasó con un sabor amargo para la familia del pequeño -ahora de 9 años- pero las huellas de ese brutal choque, que le provocaron daños neuronales irreversibles, lo acompañarán por el resto de su vida.

“Mi hijo ha conseguido algunas mejoras, pero el día a día es difícil. Me duele verlo sufrir: él ya tiene 9 años y es consciente de lo que le pasa. A veces me dice que no quiere tener esa vida que tiene”, dijo angustiada Rocío Dusek, mamá de Thiago, en diálogo con 0223.

El pequeño logró incorporar más tiempo a la escuela y permanece hasta tres horas cursando 2° grado- por el siniestro vial, perdió un año- pero con la ayuda de un equipo de profesionales y el amor de su madre, consigue ganar pequeñas batallas diarias. Aunque a veces los daños que sufrió su cerebro producto del choque, le recuerda a él y a su familia que no pueden “relajarse”.

"A veces Thiago me dice que no quiere tener esa vida que tiene"

“En agosto tuvo una recaída con una crisis epiléptica que le duró una semana, con alucinaciones y pérdida del conocimiento. Por suerte estábamos en el Instituto Fleni de Escobar y pudieron cuidarlo muy bien. Pero mi miedo es que sufra un cuadro de epilepsia refractaria y no tenga vuelta atrás”, admitió.

Los análisis que cada 6 meses le efectúan en el Fleni, determinaron que debía usar equipamiento neuro-ortopédico: una valva para sus pies y un chaleco spio, vitales para mantener su cuerpo erguido y otorgarle orientación, “información propioceptiva al cerebro”, cómo explicó su mamá.

“El día lo comenzamos a las 6.30: nos preparamos con la valva y el chaleco, le doy la medicación y va a la escuela. Pero toda esa rutina es desgastante y si bien tratamos de darle fuerza y garra y valorarle sus pequeños logros, él me dice que está cansado de esta vida. Que no quiere vivir más de esta manera. Y eso para una madre, es muy doloroso. Sólo pido a las personas que son creyentes, que sigan rezando por nosotros".