Política exterior: similitudes y diferencias entre macrismo y kirchnerismo

¿Cuál fue la política exterior del kirchnerismo? ¿Qué propone Cambiemos? 

30 de Julio de 2019 08:13

La solicitada firmada por un grupo de artistas e intelectuales de diversas disciplinas en apoyo a la candidatura de Mauricio Macri abrió el debate sobre una serie de aspectos vinculados al gobierno anterior pero, por sobre todas las cosas, a muchos lineamientos que podrían implementarse en el próximo periodo de gobierno. Si bien el documento habla de temas como pobreza o calidad institucional, por citar algunos, esta columna se focalizará en el eje internacional

“Mientras que durante el gobierno anterior Argentina era un país marginal cuyos vínculos más sólidos privilegiaban a la Venezuela de Nicolás Maduro, a Irán y a otros Estados condenados por la comunidad internacional por complicidades con el terrorismo y por violaciones a los Derechos Humanos, durante el gobierno de Mauricio Macri se gestó una política exterior exitosa. Un claro reflejo de ese reconocimiento fue la labor de Argentina en la presidencia del G20 y la realización, por primera vez en la historia, de su cumbre en la Ciudad de Buenos Aires. Si antes el mundo nos daba la espalda, hoy nos mira por el importante acuerdo logrado entre el Mercosur y la Unión Europea”, dice el párrafo dedicado a la política exterior K.

En este sentido hay que decir que lo que se dice es falso. En primer lugar, los principales aliados del Estado argentino durante la administraron kirchnerista fueron Brasil y China. Néstor Kirchner y Lula Da Silva forjaron una etapa del Mercosur basada en la idea de un mundo ordenado por bloque en el que Mercosur podía intervenir como 5 economía global. 

Fue Kirchner también el que viajó en 2004 para reunirse con Hu Xin Tao e iniciar una relación con China que para 2014 alcanzó el estatus de Asociación Estratégica Integral y derivó en beneficios económicos y obras de infraestructura que el gobierno de Mauricio Macri sostiene y pretende usufructuar como parte de la retórica de integración al mundo. 

Naturalmente, Venezuela fue parte de ese proceso a través del camino iniciado por Hugo Chávez que, entre otras cosas, insertó recursos económicos en los sectores populares, instrumentó "misiones bolivarianas" que le permitieron a la población acceder a la salud y logró una reducción de pobreza que llegó al 21 por ciento en 2012. La caída de los precios del petróleo, la muerte de Chávez y los errores de Nicolás Maduro en la gestión de la cosa pública hicieron que, junto a una serie de sanciones y presiones externas impulsadas por Estados Unidos, Venezuela se reconvirtiera en el escenario de conflicto, autoritarismo y crisis social que vemos hoy. El error del kirchenrismo no fue aliarse con Chávez y pensar una inteligencia común para la región sino la ausencia  de contar con una linea de intervención clara en la crisis venezolana que empeora día a día y erosiona el sistema democrático. El uso político-electoral de Venezuela es vergonzoso e irresponsable y expone la falta de voluntad e incapacidad absoluta de nuestro país para ser parte de la solución. 

La relación con Irán tuvo sos altibajos. En expansión entre 1999 y 2004, suspendida entre 2005 y 2007 debido al pedido de captura por parte del juez Roberto Canicoba Corral de ocho ex funcionarios iraníes y de un ciudadano libanés como responsables intelectuales del atentado contra la AMIA. 

Los años posteriores registró un balance favorable en productos primarios (granos, como cereales o semillas oleaginosas) y el resto por manufacturados de origen agropecuario (MOA) de poco valor (harinas y aceites de oleaginosas, según un informe de la Universidad Torcuato Di Tella publicado por Chequeado en 2013.

Es decir, el comercio con Irán fue positivo pero de ninguna manera significó una prioridad para nuestro país. Está claro que reseñar esto en el documento pretende darle un manto de sospecha vinculado al memorándum de entendimiento con Irán. 

Ecuador, Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia construyeron un espacio común que se articuló alrrededor del petróleo venezolano para confrontar directamente con Estados Unidos.  

Argentina formó parte del ciclo progresista pero siempre tomó distancia del denominado “eje bolivariano” a costa de recibir criticas por izquierda de quienes consideraban que el proyecto de los Kirchner tenía que radicalizarse. Eso no sucedió, independientemente de un periodo relativamente antinorteamericano de Cristina Fernández de Kirchner que tuvo su pico máximo en el discurso en el dijo “si me pasa algo no miren a Medio Oriente, miren al norte”.

A tal punto es falso el criterio aislacionista con el que se pretende caracterizar a la política exterior del gobierno anterior que el Estado decidió aliarse con Chevron para la  inversión  y explotacion de Vaca Muerta luego de la nacionalización de YPF. Ambientalistas y partidos de izquierda fueron muy críticos con esta decisión. ¿De qué clase de aislamiento hablamos? 

Del mismo modo, los mercados que se abrieron en el sudeste asiático que hoy el gobierno nacional intenta capitalizar fueron iniciados por el kirchnerismo que bajo el paraguas de la  integración sur-sur impulsada por Brasil avanzaron en intercambios comerciales con Vietnam (¿se acuerdan la foto de Cristina en el túnel de Cu-chi?), India o países africanos como Angola en donde los opositores de entonces se burlaron. 

El gobierno de Macri tuvo una buena relación con el sistema financiero, cuestionado por su antecesora y es válida la critica a cierta tozudez de kirchnerismo de no abrir el Mercosur para contemplar las asimetrías de los países miembros y confluir con la Alianza del Pacífico, pero es falaz que solo se construyeron vínculos con Estados "condenados por la comunidad internacional". Sin ir más lejos, uno de los modelos defendidos por los cambiemitas es Singapur, país prospero en lo económico pero, tal como lo publicó el diario el País de España "es denominado en más de una ocasión la Disneylandia con pena de muerte, castigo con el que se condena el tráfico de drogas y el homicidio. Los azotes son una forma de castigo para más de 40 delitos y una medida disciplinaria en las prisiones, reformatorios y las escuelas. Y también se prohíben actos que son parte de la vida cotidiana en la mayoría de los países del mundo: desde abrazarse a escupir en la calle o mascar chicle".

Como con el sudeste asiático, con Rusia y China hay más continuidades que cambios, la diferencia más profunda entre kirchnerismo y macrismo está vinculado al alineamiento automático con Estados Unidos que subordina los intereses nacionales a disputas ajenas que pueden traernos importante trastornos. Unasur sirvió como mecanismo de resolución política de los conflictos regionales que funcionó pero la derecha lo desarmó. ¿Dónde se resuelven los problemas ahora? 

El mundo que viene es complejo y requiere de más pragmatismo y audacia y menos ideologismo bobo. Argentina tiene que pensarse en función de la región de pertenencia y con los actores que le tocar lidiar desde un lugar de autonomía. La solicitada en este sentido, por más falsedades que uno encuentra, abre un debate sobre qué política exterior debemos implementar desde los cimientos construidos por unos y otros, llámese acuerdo Mercosur-Unión Europea o Asociación Estratégica Integral con China.  

Tal vez, de una vez por todas, esa chicana vernácula que nos impide pensar y ver en perspectiva los dilemas que afronta el planeta, descansa en rato para permitirnos discutir  como diseñamos un continente Sudamericano prospero y competitivo, como integramos la nuevas formas de empleo a nuestras legislaciones y de qué manera logramos construir el equilibrio entre las principales potencias. En definitiva, el problema es que nos quedamos siempre a medio camino y mientras renegamos sin demasiado sentido de los aspectos ideológicos (que existen, y está bien) perdemos de vista la importancia de institucionlizar nuestro modelo de integración.