Mensajes de aliento en un mantel de papel a pacientes con Covid-19: el gesto de las trabajadoras del Houssay

Un grupo de mucamas del hospital de Juan B. Justo al 1700 le escribe cartas a los pacientes aislados con coronavirus para que no se sientan tan solos.

Ahora, los pacientes del Houssay esperan los mensajes que llegan con la merienda y la cena.

9 de Septiembre de 2020 14:02

Luego de que el hospital Houssay se convirtiera en uno de los principales focos de contagio de coronavirus en Mar del Plata, a comienzos de julio, la situación en el sanatorio de Juan B. Justo al 1700 parece estar bajo control. Sin embargo, puertas adentro, la labor de los profesionales y trabajadores de la salud continúa siendo intensa ya que el sector para pacientes con Covid-19 se encuentra completo, al igual que la terapia intensiva. Totalmente aislados en el tercer piso del nosocomio dependiente de Pami, los adultos mayores internados sólo tienen contacto con el personal de salud. Por eso, a un grupo de mucamas del turno tarde se le ocurrió empezar a escribirles mensajes de aliento y hasta adivinanzas en los manteles individuales de papel, como una forma de acompañarlos en este momento tan difícil de la pandemia.

“Empezamos a hacerlo y enseguida recibimos mucho cariño, por eso es una alegría muy grande para nosotras”, dijo Nancy López (52), una de las mucamas del sector que se ocupa de servir la merienda y la cena a los diez pacientes internados en ese área. También atiende a los que se encuentran en terapia intensiva, aunque muchos no tienen posibilidad de hablar porque están intubados. En ese caso, las trabajadoras tratan de tomarles la mano aunque sea unos minutos y les hablan para que, si pueden escucharlas, al menos sepan que no están solos.

“Les escribimos cartitas y ellos ya las están esperando. Incluso, tenemos que tener cuidado de no ensuciar los manteles porque se las guardan”, contó Nancy, que comparte la tarea con Alexia, Zoe, Laura y Silvana, también mucamas del Houssay.

La idea de enviar mensajitos en los manteles pronto tuvo el respaldo de los médicos y las enfermeras, que entienden que, en este contexto tan complejo, esa muestra de cariño ayuda a mejorar el estado de ánimo de los ancianos. Ellos apenas llegan a verles los ojos a las trabajadoras ya que deben vestir trajes de protección especiales. 

El contacto con los pacientes es el mínimo e indispensable. De hecho, cada vez que ingresan a una habitación, luego deben cambiarse por completo para minimizar cualquier riesgo de contagio. “Con algunos podemos hablar un ratito pero, cuando no entramos, golpeamos una ventanita que tienen para que por lo menos nos vean”, explicó López.

“Cuando empezaron a capacitarnos para ese área, se sabía poco y nada del virus, así que fuimos aprendiendo con la evolución de los pacientes. Es una situación muy estresante, sobre todo porque muchos de nuestros compañeros se enfermaron, pero lo hacemos con mucho amor y sentimos que es retribuido”, aseguró.