Tinder en rojo: Mar del Plata, ¿la ciudad con menos solteros del país?

Con estadísticas del Indec, un especialista en análisis de datos sociodemográficos asegura que solo el 26% de la población de la ciudad está sin pareja. El dato duro, sin embargo, cobra otro relieve desde la perspectiva sociológica, donde el concepto de relación evoluciona permanentemente hacia nuevos paradigmas.

El "amor romántico" no desaparece en estos tiempos. Foto ilustrativa: archivo 0223.

13 de Febrero de 2022 08:09

El “Día del soltero” se celebra este domingo en todo el país aunque Mar del Plata parece ser la excepción a tanto furor. Al menos, eso es lo que reflejan datos oficiales: una mirada sobre la vasta información poblacional que dispone el Instituto Nacional de Estadísticas  y Censos (Indec) permite identificar a “La Feliz” como el aglomerado urbano del país con menor cantidad de personas solteras.

La aparente certeza se desprende de una observación que dio a conocer días atrás en sus redes Pablo Tiscornia, un especialista en procesamiento y análisis de datos sociodemográficos que actualmente cumple funciones en la Dirección de Mercados y Estadísticas del ministerio de Turismo y Deportes de la Nación. Como “hobbie extra laboral”, el hombre se tomó el trabajo de desmenuzar el caudal informativo del Indec y así arribó a la curiosa conclusión.

El analista no tomó cualquier base de datos como referencia sino que fue a buscar los últimos relevamientos realizados por el organismo en el marco de la Encuesta Permanente de Hogares, que popularmente es conocida – y más aún en la ciudad, por los constantes índices récord – por ser el parámetro de cálculo de la tasa de desocupación en forma trimestral. “Si bien suele ser conocida por el desempleo, la verdad es que en esa encuesta se releva un montón de otra información sociodemográfica en forma anónima que sirve para tener en cuenta múltiples aspectos de las personas”, valora.

Las conclusiones de Tiscornia ubican a Mar del Plata como la ciudad argentina con menos disponibilidad de solteros. 

De acuerdo al minucioso análisis de Tiscornia, solamente el 26% de la población de Mar del Plata (mayor a dieciocho años) se encuentra sin pareja, lo que posiciona a la ciudad con la tasa más baja de “solteras y solteros” si se compara su realidad con la de los otros 30 aglomerados urbanos en los que suele hacer foco el estudio federal del Indec. El podio lo completan Bahía Blanca y Río Cuarto con el 27% y el 27,6%, respectivamente. Y en el otro extremo de la tabla, donde estarían las ciudades con más disponibilidad de solteras y solteros, se ubican localidades del norte como Catamarca (44%), Jujuy (41,6%) y Salta (41,1%).

“El ejercicio que hice fue sencillo y no se detuvo en otras variables que podrían afectar los porcentajes a la hora de reflejar este fenómeno social. Porque en el cálculo no tuve en cuenta la estructura etaria de la población de cada aglomerado (NdR: es decir, si en la población hay más jóvenes, adultos o personas de la tercera edad), cosa que puede incidir en la cantidad de personas solteras”, aclara el hombre del ministerio de Turismo, ante la consulta de 0223, y hasta se anima a dejar una definición al respecto: “Así que este indicador podría llamarse algo así como la ‘tasa bruta de personas solteras’

Definiciones difusas

El dato duro que rescata Tiscornia resulta difícil de encuadrar desde una perspectiva sociológica, sobre todo al transitar tiempos donde la relación con el otro se vuelve un concepto problemático de transformación permanentemente, con escala en nuevos paradigmas. Para Constanza Ferrario, que integra el Grupo de Estudios sobre Familia, Género y Subjetividades de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP), es clave reflexionar sobre la “utilidad” que hoy verdaderamente tiene la idea de seguir pensando en estar soltero o en pareja.

“Me parece que en otros momentos históricos era mucho más fácil establecer esta distinción entre quién era soltero y quién estaba en pareja y eso tenía que ver, generalmente, con el contrato de exclusividad basado en la monogamia. Pero hoy se vuelve más difuso porque quizás tenemos relaciones  sexoafectivas cotidianamente, ya sea esporádicas o más frecuentes, que definimos de diversas maneras... ‘chongo’, ‘vínculo’ o incluso 'contacto estrecho' en el contexto de la pandemia, y que no necesariamente coinciden con la idea de estar soltero”, plantea la investigadora marplatense.

Pluralidad de formas

Lo cierto es que hay una realidad inexorable que sociólogos reconocen a lo largo y ancho del país a partir de los ’60 – época que, no por nada, muchos bautizan como la década de la “revolución sexual” – con la caída de los índices de natalidad y de casamientos. Se trata de un fenómeno conocido como “segunda transición demográfica” y tampoco hay que asociarlo a un producto made in Argentina porque la misma experiencia se evidencia a nivel global, en importantes países de occidente como Estados Unidos y España.

Si bien este comportamiento social ya es una tendencia consolidada hace décadas, ni siquiera puede leerse como argumento suficiente para dar cuenta de un aumento exponencial de la soltería. “En los últimos censos también se ha visto que aumentaron las uniones consensuales, tanto en personas que nunca se casaron como en personas que se divorciaron o quedaron viudas y que volvieron a tener vínculos sin tener que pasar por el Registro Civil”, contrasta Ferrario.

Los nuevos formatos de organización de la vida íntima, familiar y afectiva se imponen frente a los modelos más ortodoxos y tradicionales. Foto ilustrativa: archivo 0223.

Para la becaria doctoral de Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), lo que principalmente visibiliza la disminución de los matrimonios a lo largo del tiempo es la “pluralización de formas familiares”. “La sociología de la intimidad analiza que lo que se está dando es un proceso de diversificación de las formas de organizar la vida íntima, familiar y afectiva, a través de más uniones consensuales, de hogares unipersonales o de solteros o con familias ensambladas”, ejemplifica la marplatense, en una entrevista que le concede a este medio.

Según Ferrario, la gran expansión de los feminismos en la última década también colabora fuertemente a la hora de pensar otros modelos de pareja. “Si pensamos en términos de configuraciones sexuales afectivas y amorosas, creo que la amplificación de los lenguajes y las demandas de los feminismos ayudaron a difundir otros sentidos sobre la sexualidad volviendo algunos modelos más legítimos que otros y hasta algunos más deseables”, plantea la licenciada en Sociología por la UNMdP y doctoranda en Antropología Social por la Universidad Nacional de San Martín.

La fuerza del amor romántico

El “Día del soltero” se instauró en los '90 en China y pronto se extendió al resto del mundo. Si bien el país asiático lo celebra el 11 de noviembre, el festejo en Argentina se popularizó el 13 de febrero, como una forma de reivindicar la soltería y hacer frente al “Día de los enamorados” que tradicionalmente se conmemora el 14 de febrero. La reinterpretación local sobre el génesis de la fecha también devela una asociación implícita y, probablemente, errónea: que solo existe amor en pareja. “Más allá de todas las transformaciones sociales que hubo, en general hoy se sigue asociando el amor a estar en pareja y a la monogamia”, señala la socióloga.

China concibió el "Día del Soltero" el 11 de noviembre pero en Argentina y gran parte de occidente se trasladó la celebración al 13 de febrero. Foto ilustrativa: archivo 0223.

Como paradoja, Ferrario también advierte, a tono con los planteos que ha desarrollado en profundidad Eva Illouz – una de las mayores teóricas sobre amor contemporáneo –, que aún persiste en la sociedad una “búsqueda desesperada y constante por el amor romántico” más allá de la búsqueda de libertad individual y sexual que se expresa y que, hasta en algunos casos, se proclama como beneficio de la soltería. “Cuando hablamos de amor romántico hablamos de una fuerza que trasciende la vida cotidiana y que se convierte en un espacio fundamental donde podemos encontrar reconocimiento y valor social”, explica, y sostiene: “Hay un aspecto dual en la esfera amorosa de la modernidad tardía en occidente porque persiste el amor romántico al mismo tiempo que se busca libertad".

“Al debilitarse la mirada del matrimonio como algo indisoluble puede pensarse que eso va de la mano con un debilitamiento del modelo del amor romántico pero la verdad es que si bien reivindicamos la libertad y autonomía de estar soltero también es cierto que en nuestros vínculos estamos tratando de encontrar, simultáneamente, un amor en términos de fuerza y trascendencia. Eso es algo que veo mucho en mis trabajos. Así que por más que se piense lo contrario, el amor romántico todavía no llegó a su fin”, sentencia la licenciada que en la actualidad forma parte de investigaciones sobre los códigos sexo-afectivos, familiares y de parentesco visibilizados en vínculos de no monogamia consensuada.

 

 

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