El buque que sufrió un ataque kamikaze japonés y 37 años después con 300 argentinos recuperó Malvinas

Se trata del ARA Bouchard, que tuvo su bautismo de fuego en la Segunda Guerra Mundial, durante el conflicto en el Pacífico. En 1972, fue adquirido por la Armada Argentina e intervino activamente en el conflicto del '82. Tras la guerra, uno de sus tripulantes se radicó en Mar del Plata y contó a 0223 su historia.

El ARA Bouchard fue un torpedero destacado en la Guerra de Malvinas, pero antes, su casco participó de tres guerras.

2 de Abril de 2022 08:10

El torpedero argentino ARA Bouchard, con una tripulación de unos 300 hombres, tuvo una destacadísima actuación en la Guerra de Malvinas, con activa participación en la ocupación de las Islas y que después pasaría momentos de zozobra cuando de milagro se salvo de ser hundido en el letal -y polémico- ataque al crucero General Belgrano y con momentos de heroísmo en la defensa del puesto militar clave de Río Grande, Ushuaia, que se conoció como operación Mikado, una incursión bélica que fue negada por el gobierno de la entonces premier Margaret Thatcher y que supuso un ataque al territorio continental argentino.

De un astillero de Nueva York a combatir al Imperio del Sol Naciente

Antes de formar parte de la Armada Argentina, el buque tuvo una particular historia: luego del ataque japonés a la base de Pearl Harbor (7 de diciembre de 1941), que causó la entrada de Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial, se decidió ampliar la flota para el conflicto en el Pacífico y el 29 de febrero de 1944 se construyó en New York este torpedero de 114,8 metros de eslora que llevó el nombre de USS Borie (DD-704).

El USS Borie fue construido en medio de la guerra con el Japón. 

En septiembre de ese año fue destinado al archipiélago nipón entre las islas Iwo Jima y Okinawa y el 9 de agosto de 1945 sufrió un ataque aéreo de las famosas cazas Zero: uno de los ataques suicidas kamikaze impactó en la cubierta y provocó un gran incendio y la muerte de 48 hombres y 66 heridos.

Las temibles cazas Zero japonesas causaron grandes daños a la flota del Pacífico durante el ataque a Pearl Harbor. 


Ya puesto en dique seco para su reparación en California en septiembre de ese año, recién volvió a alistarse para la Guerra de Corea, en septiembre de 1950 y 6 años después fue utilizado para la evacuación de civiles estadounidenses y miembros de la ONU. En 1959, tuvo un rol más "amigable" de su trayectoria militar: debió recuperar la cápsula espacial "Mercury", que había caído en el mar, luego de ir al espacio con el mono "Sam" que sirvió como prueba para los futuros viajes al espacio tripulados por seres humanos. 

El proyecto "Mercury" fue la antesala de los viajes tripulados al espacio. Foto: archivo Nasa.

En 1962, el USS Borie fue uno de los buques que participó del bloqueo a Cuba en plena Crisis de los Misiles, donde el mundo estuvo cerca de una guerra nuclear entre Estado Unidos y la Unión Soviética. La Guerra de Vietnam iba a ser su última actuación con bandera yanqui bombardeando la ciudad portuaria de Phan Thiet y en la zona del delta del Mekong. Ya en tiempos de paz, se convirtió en un buque escuela hasta junio de 1972, cuando fue dado de baja en la USS Navy y el 1 de julio fue entregado a la Armada Argentina y pasó a integrar su flota que 10 años después participaría activamente en la posesión de las Islas Malvinas. En 1985 fue reemplazado por los nuevos destructores misilísticos clase Almirante Brown. 

 

 

La Guerra de Malvinas  

Carlos Segovia (60) nació en Corrientes pero de muy joven se adiestró en Buenos Aires en la Armada Argentina, completó su capacitación en Bahía Blanca en la base naval Puerto Belgrano, participó de la Guerra de Malvinas y una vez terminado el conflicto, se radicó en Mar del Plata en 1987 para continuar su carrera, retirándose como Suboficial Principal Operaciones Submarinista en el 2015.

Con 20 años, Segovia era cabo segundo y en 1982 fue seleccionado para integrar la tripulación del destructor ARA-Bouchard. Estando en Puerto Belgrano, donde vivía, una fría mañana de 28 de marzo fue llamado sorpresivamente a embarcar hacia el sur. “Estaba en mi departamentito cuando recibí el llamado. Hacía un rato me había preparado una chocolatada caliente y tuve que salir volando, dejándola a medio tomar en la cocina. Cuando llegué a puerto, nadie en los estratos inferiores nadie sabía para qué embarcábamos, pensábamos que era un entrenamiento de rutina. Pero en el camino, se nos dijo que íbamos a integrar una misión que se llamaba Rosario con el fin de tomar Malvinas”, contó Segovia en diálogo con 0223.

El 1 de abril, el ARA Bouchard patrulló la zona norte insular atentos a una posible  respuesta por parte de los ingleses, mientras un grupo comando se adentraba para recuperar las Islas. “Para nosotros fue un momento de alegría pero no sabíamos lo que pasaba en el continente hasta que unos días después cuando volvíamos a Puerto Belgrano, pasamos por Comodoro Rivadavia y vimos una imagen muy borrosa de televisor, con mucha gente en la plaza, gritando victoriosa por la toma de Malvinas, algo que éramos parte. Fue el mejor momento de la Guerra, porque no se distinguían cuadro, categorías, éramos una gran familia”, aseguró.

Carlos Segovia (arriba, tercero de izquierda a derecha) hace 40 años, junto a sus compañeros del ARA Bouchard. 

El 16 de abril, el ARA Bouchard zarpó hacia las Malvinas, para operar al sur de las islas con el crucero ARA General Belgrano, sin saber que dos semanas más tarde su tripulación sería testigo del hecho más trágico de la guerra.

El crucero General Belgrano. 

 

El hundimiento del General Belgrano

El 2 de mayo a las 4 de la tarde un submarino nuclear británico –el HMS Conqueror- disparó 2 misiles y hundió al crucero General Belgrano, ocasionando la muerte de 323 de los 1093 tripulantes. Ese día, Segovia, junto al resto de la tripulación estaba a unas 50 millas de la zona del impacto. “El día estaba muy desapacible, con mucha bruma y mucho viento frío. Estando a unas 16 millas afuera de la zona de exclusión -que había sido determinado en un área de 200 millas alrededor de las Islas- fue el ataque, que fue decidido por la ministra Margaret Thatcher. En ese momento estábamos en silencio de radio y no supimos que pasó. Después nos enteramos que el submarino tiró 4 misiles, uno nos pega a nosotros, otro al Piedrabuena y dos al Belgrano: uno le parte al medio la proa y se apaga la luz, porque estaban los generadores. Ahí se fue mucha gente", lamentó.

Por el ataque misilístico murieron 323 argentinos. 

En el ataque al Bouchard, Segovia recuerda el "zumbido" que causó el misil inglés, que aún hoy no logra descifrar por qué no los hundió. "Después cotejamos que estaba hundida la chapa. Por suerte no explotó porque si no, no la estaríamos contando, porque nos partía al medio, ya que teníamos 12,5 metros de manga. Un torpedo de esos nos había quebrado al medio", razonó.

Ya recuperados de ese momento, que según recordó, fue el de "mayor miedo" de la guerra,  se dirigieron hacia la posición del Belgrano pero no encontraron nada. "Empezamos a llamar al Crucero (General Belgrano) y no respondían. Cuando llegamos a su posición -junto al Piedrabuena-  se largó un temporal terrible y lo único que vimos eran restos de aceite. El Belgrano ya no estaba”. 

La búsqueda por sobrevivientes se mantuvo hasta la madrugada sin resultado alguno y al otro día, una comunicación de radio de un avión que sobrevolaba la zona, que había salido de Rio Grande, cuando estaba por volver a la base, encontró algo que los sobresaltó. “El piloto comenzó a decir algo inaudible y luego se escuchó “una balsa, son dos, son varias” y se largó a llorar. Cuando llegamos a la zona, vimos las balsas, que eran para zona cálida, no fría. Y eran de 20 personas pero había como 40: estaban desbordadas y todos los sobrevivientes estaban negros, llenos de petróleo. Parece que uno de los misiles impactó en uno de los depósitos de gasoil, que estaba a altísimas temperaturas. Por eso, muchos murieron quemados”.

El crucero no estaba preparado para la guerra: las balsas salvavidas eran para zona cálida. 

 

Las operaciones "Mikado" y "Plum Duff"

 

El 4 de mayo de 1982 - 2 días después del hundimiento del Belgrano-  dos misiles Exocets lanzados desde aviones Super Étendard argentinos hundieron al destructor HMS Sheffield, la primera nave perdida por Gran Bretaña después de la Segunda Guerra Mundial y donde perdieron la vida 20 marinos ingleses.

Los aviones Super Étendard argentinos fueron los más temidos por la marina inglesa. 

Este hecho, generó la preocupación de Thatcher, que ordenó una difícil misión: la de desembarcar en dos aviones C-130 Hércules con tropas SAS  (Special Air Service) y destruir la base aeronaval y con ella a los Super Étendard y a los Exocets. Para ello, confió la Operación Mikado -que muchos la consideraron suicida- al director del SAS, el brigadier Peter de la Billière, que era el soldado británico más condecorado. Según se reveló años después, la Dama de Hierro habría dicho en ese momento al alto mando militar inglés que "hay que destruir los misiles Exocets, eliminar a los aviones Super Étendard y matar a los pilotos en Río Grande sea como sea" y para ello, también habría un trabajo de inteligencia previa que incluía una retirada hacia Chile- denominada Operación Plum Duff- luego de concluida la misión. Se dice que el propio presidente Ronald Reagan habría intentado disuadir a la premier inglesa de la incursión continental, temeroso que un ataque de estas características podría sumar a la guerra países vecinos a favor de Argentina.

 

La heroica del ARA Bouchard

En la mañana del 16 de mayo el ARA Bouchard junto al ARA Piedrabuena fondearon frente a la costa de Río Grande (Ushuaia), a más de 500 kilómetros de las Malvinas. Lo que parecía un día tranquilo se convirtió en un hecho trascendente, que se conoció como Operación Mikado.

"Detectamos dos alas de comando desembarcando en Río Grande. Ya era pleno conflicto. Entonces, empezamos disparar cañones y eliminamos a dos. Después encontramos las balzas pero no los comandos. Calculamos que eran 12. Frustramos el intento a cargo de las SAS inglesas. No lo pudieron lograr", valoró Segovia.

La historia terminó con un grupo de soldados británicos que huyó hacia Chile en un helicóptero Sea King, que fue incendiado intencionalmente. El hecho fue minimizado a través de un comunicado de los soldados en la embajada, donde quisieron explicar que se encontraban en territorio chileno porque habían tenido un desperfecto eléctrico. “Nos desorientamos, no teníamos combustible y la nave sufrió un desperfecto eléctrico”, dijeron. Inglaterra nunca quiso reconocer oficialmente la incursión. 

Los pilotos ingleses leyeron un comunicado guionado a la prensa chilena para justificar su presencia en el país trasandino. 


 

La vuelta a casa

 

Cuando finalizó el conflicto, los cerca de 300 hombres del ARA Bouchard llegaron a puerto, pero el regreso a Puerto Belgrano no fue el esperado. Pasaron 40 años y a Segovia el recuerdo aún le duele. "Fue como las películas de Estados Unidos con los que volvieron de Vietnam. Cuando tocamos puerto, después de 3 meses de no estar en casa, me acuerdo, en una fría y lluviosa tarde de domingo, no nos esperaba nadie. Nadie. Llegué a mi departamento y me di cuenta que me había olvidado la ventana abierta. La chocolatada estaba ahí como la dejé, congelada. Y la cama estaba helada. No se calentaba más. Era todo frío, como lo fue la gente”.

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En 1985, con 40 años de servicio y luego de atravesar 4 guerras y miles de millas recorridas, el ARA Bouchard fue retirado de servicio de la Armada Argentina y reemplazado por torpederos de mayor tecnología. Finalmente, fue utilizado como blanco para ejercicios navales.